lunes, 28 de diciembre de 2009

Se hundió el referendo


A raíz de un artículo que escribí , titulado "La Corte Constitucional tumbó el referendo", la revista Semana me encargó uno para su edición de Inocentes, que se titulara "Se hundió el referendo". Aquí está:

Un verdadero terremoto político produjo el fallo proferido por la Corte Constitucional, cuando, luego de un proceso de revisión largo y dispendioso, declaró “jurídicamente inexequible” el referendo, por los que consideró un “cúmulo de errores” de procedimiento.

Sin entrar en los detalles técnico-jurídicos que tuvo en cuenta la alta Corte para proferir su fallo -y que todo el mundo ya conoce-, la mayoría de analistas coincide en que primó la línea formalista del magistrado ponente, Humberto Porto Sierra, pues puso especial énfasis en revisar que los procesos de aprobación de las leyes se hubiesen cumplido con rigor, encontrando más de una inconsistencia.

http://www.semana.com/noticias-politica/hundio-referendo/133212.aspx

La reacción más esperada provino de la Casa de Nariño, que guardó silencio casi 24 horas, durante las cuales desfilaron por sus pasillos diversos consejeros y personalidades, así como miembros del alto mando militar. Parecían “guardando luto”, según el abogado y columnista Ramiro Bejarano. Hasta que por fin puso la cara el ministro del Interior y Justicia, Fabio Valencia Cossio, para decir que “el gobierno es respetuoso de las instituciones y acata el fallo, siendo consciente eso sí que (sic) hay cinco millones de colombianos que no lo comparten”. Dos días después, a la salida de una misa el presidente Álvaro Uribe manifestó que “se resolvió en parte la encrucijada del alma. Ahora, a seguir trabajando por esta Patria querida, confiando en Dios nuestro Señor”. ¿Qué quiso decir con “en parte”?, se preguntaba un analista capcioso.

Más enérgica fue la reacción de un desencajado José Obdulio Gaviria, quien afirmó que “esto ya es el acabose. Es un golpe de Estado contra el sentir nacional. No sé como van a hacer esas inmensas mayorías defraudadas para que se respete su voluntad”. La réplica no se hizo esperar del candidato liberal, Rafael Pardo Rueda: “aquí no hay ningún acabose. Por el contrario, estamos ante un mejorose”. Para el candidato del Polo Democrático, Gustavo Petro, la Corte Constitucional “obró en estricto derecho, lo cual representa un alivio para la democracia. Si el fallo hubiera sido a favor de la reelección, la Corte habría cargado con la responsabilidad histórica de abrirle las puertas a la dictadura”.

En medio de la batahola que se formó, medios informados centran su mirada sobre la reciente aparición en Facebook de la página Me comprometo a reelegir a Uribe, que a ocho días de su creación ya registra casi dos millones de inscritos. En lo que algunos mal pensados han interpretado como la activación del Plan B del uribismo, los creadores de la página están convocando a una Gran Marcha Nacional, bajo esta frase de batalla: “La tercera es la vencida”. Con ello aluden a las dos grandes marchas anteriores (en las que Facebook también tuvo papel decisivo), la multitudinaria del 4 de febrero de 2008 contra las Farc y la del 6 de marzo del mismo año contra el paramilitarismo. Hoy están convencidos de que la tercera las superará, para sentar un precedente inamovible, con miras al objetivo trazado: “reelegir a Uribe”.

Quizá en respuesta a este movimiento de propaganda mediática, el ex presidente César Gaviria salió del silencio en que se había recluido luego de entregar la presidencia de su partido, y expidió esta declaración: "Respetamos el fallo de la Corte Constitucional. Sea el momento para invitar al presidente Uribe a que haga lo propio, a que manifieste que también lo acatará. Confiamos en que no incurrirá en acciones que lleven al traste nuestro Estado de Derecho, en nombre del tal Estado de opinión, que no es otra cosa que el abuso del poder presidencial".

Se dice –aunque no está confirmado- que la respuesta del Presidente se dio en reciente consejo de ministros. Cuando alguien le preguntó qué opinaba del éxito inusitado de la página (Me comprometo a reelegir a Uribe), esto habría respondido: “pues, parece que el asuntico ese de la reelección ahora está en manos del pueblo, de Facebook y de la voluntad de Dios.”

Mientras tanto, ajenos a los alcances que pudiera traer esta carga de profundidad, los candidatos de la oposición hacen cuentas alegres. Contrario a lo que se esperaba, las coaliciones quedaron supeditadas a los resultados de la primera vuelta electoral, a la que ahora todos quieren ir solos, a ver quién se alza ganador de la piñata.

Por los lados de la coalición uribista, el sorpresivo triunfo de Andrés Felipe Arias sobre Noemí Sanín en la reciente consulta conservadora, sigue inclinando las fichas a favor de Uribe. Dicen que desde Casa de Nariño se aceitó la maquinaria a favor del Uribito, y no es difícil de creer. Lo cierto es que los dos grandes damnificados de la jornada fueron Noemí y Germán Vargas Lleras, la primera porque no le funcionó su discurso de uribista a medias tintas, y el segundo por la misma razón. Este último sigue sin registrar puntos de importancia en las encuestas, por lo que mantiene la misma cercanía –y distancia- con el partido Liberal que con el de la U, atento a la evolución de los acontecimientos.

Si las cosas funcionaran al derecho, el duelo oficial del uribismo en la primera vuelta correría a cargo de Andrés Felipe Arias y Juan Manuel Santos. Pero, oh sorpresa, el primero insiste en que sigue prefiriendo a su mentor (cual si renegara de su candidatura), mientras el ex ministro de Defensa no cabe de la dicha y ya anunció que no asistirá a la Gran Marcha, porque acata la Constitución. Según el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, periodista de La luciérnaga de Caracol, “la ambigua posición de Arias demuestra que éste siempre fue un calanchín de Uribe, mientras con Santos queda confirmado que es básicamente un hombre desleal”.

Hechas las nuevas cuentas, la primera vuelta a la Presidencia se librará (si no se presentan imprevistos) entre Juan Manuel Santos por el Partido de la U, Andrés Felipe Arias por el conservatismo, Sergio Fajardo como independiente, Gustavo Petro por el Polo Democrático, Rafael Pardo por el partido Liberal y Germán Vargas Lleras por Cambio Radical.

Por el Partido Verde Antanas Mockus es su candidato, pero sigue pensando si acepta el cupo a la vicepresidencia que le ofreció Sergio Fajardo, en cuyo caso la dupla quedaría conformada entre dos ex alcaldes y matemáticos a la vez. Por ese mismo partido Enrique Peñalosa buscará la alcaldía de Bogotá, y Lucho Garzón encabeza lista al Senado, como ya se sabe.

En lo referente a alianzas, está la del Partido Verde con Fajardo –ya sin discusión sobre quién va a la Presidencia-, cada uno con listas independientes a Senado y Cámara. Y pare de contar. Como se recordará, los intentos de acercamiento entre Cambio Radical y el liberalismo no progresaron, debido a los intensos coqueteos (políticos, obvio) entre Gustavo Petro y Rafael Pardo, que se mantienen.

Si las encuestas no fallan, tendríamos entonces que Sergio Fajardo pasará a la segunda vuelta, enfrentado a Juan Manuel Santos, y dando por descontado que éste derrotará a Arias. También se da por descontado que Fajardo contará con el apoyo de Petro y Pardo (en lo que sería la verdadera coalición democrática opositora), mientras que Vargas Lleras se iría con Santos, ideológicamente afines.

Pero la discusión es hoy de otro calado, por el peso y la trascendencia política que pretenden darle a la tan publicitada Gran Marcha Nacional, como expresión (“integérrima”, según Fernando Londoño) del Estado de opinión, al que quieren ahora sacar a la calle, visibilizarlo. Algo que para los voceros de la oposición no es otra cosa que un Estado de emoción prefabricada, y que fuerzas oscuras de la derecha podrían querer transformar en un Estado de indignación general, según analistas. Sea como fuere, hay consenso en que esa página de Facebook encierra un elemento altamente perturbador, in crescendo, dependiendo de cuántas personas –y en qué grado de emotividad- se sumen a la marcha.

Al respecto, un severo editorial de El Espectador se preguntaba si “¿puede una manifestación popular, por multitudinaria que llegue a ser, echar atrás una decisión soberana de la justicia y forzar la continuidad de un mandatario en el poder?”

Aunque ya hay voces de la misma coalición uribista que se atreven a disentir –como las de los dos (y hay más) Santos Calderón- y en el plano internacional hasta Barack Obama ha hecho de nuevo las advertencias de rigor, ciertos movimientos que se vienen dando en torno al juego electoral que se avecina, conducen a preguntarse si no habrá algún tallador que carga más de un as bajo la manga…