viernes, 4 de febrero de 2011

Las habas del uribismo


Esta columna podría llevar por título “Análisis semiótico de una frase auto incriminatoria”, pero no sólo es muy largo sino que nadie lo leería (el título sí, la columna no), porque lo tomarían como ensayo académico, y hoy queremos escribir una columna corta pero sustanciosa. Ocurre que Juan Lozano en su condición de presidente del partido de la U dijo en un encuentro con sus ‘socios’ del Partido Conservador que “ratificamos nuestro compromiso con la seguridad democrática y expresamos nuestras preocupaciones por las voces que advierten el deterioro de la seguridad en algunas ciudades y regiones del país.” (El subrayado es nuestro).


http://www.semana.com/noticias-opinion/habas-del-uribismo/151322.aspx


A esto el presidente Juan Manuel Santos respondió con que "tengo otra forma de cocer las habas". Y el asunto podría quedarse ahí, si no fuera porque la respuesta encierra una carga de profundidad que conviene desmenuzar, hasta llegar al meollo.


Cuando Santos habla de su forma particular de cocer las habas, es obligatorio remitirse al refrán que lo origina: “en todas partes se cuecen habas”. Buscando en Google, encontramos esta explicación del refrán: “significa que si nos pasa algo malo, también le puede suceder a quien lo dice”.


Es una definición que cae como anillo al dedo, pues, para el caso que nos ocupa, se traduce en que cuando Lozano advierte sobre “el deterioro de la seguridad en algunas ciudades y regiones del país”, se está auto incriminando. Y la razón es sencilla: ¿cómo es posible que si el gobierno actual lleva apenas seis meses de gestión, y venimos de un régimen autoritario de ocho años centrado casi exclusivamente en la Seguridad Democrática, la culpa recaiga más en el gobierno entrante que en el saliente? Entonces, ¿era tan fácil destruir sobre lo ya construido?


Así las cosas, la respuesta de Santos sería un llamado a Lozano a que ponga a remojar sus barbas, en la medida en que, recurriendo ahora a Mafalda, “este acabose es el continuose de un empezose”. Para nadie es un secreto que los avances que el gobierno de Álvaro Uribe tuvo en contención de la subversión se vieron opacados con el recrudecimiento de la inseguridad y la violencia en las ciudades (Medellín, sobre todo), y que este fenómeno no comenzó a notarse desde el 7 de agosto de 2010, sino desde meses antes.


Es un contrasentido entonces que Lozano pretenda echarle el agua sucia de la anterior administración a la nueva, pero se explica en que estamos ad portas de la madre de todas las batallas electorales, donde habrán de reconfigurarse las verdaderas escuadras políticas e ideológicas entre el santismo y el uribismo, con miras a la batalla decisiva, la que pondrá a cada variante del poder en el lugar que le corresponde.


Sea como fuere, un somero análisis en torno a “lo que pudo haber sido y no fue”, nos lleva a concluir que las habas del uribismo quedaron mal cocidas. Y mejor hablar de habas, que no de babas, porque francamente Juan Lozano no demanda tanta atención de nuestros abnegados lectores.


jorgegomezpinilla@yahoo.es

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