sábado, 27 de agosto de 2011

Mockus, ¿en el lugar equivocado?


En abril de 2010, no hace siquiera dos años, Colombia vivía una situación muy particular: las encuestas para la primera vuelta electoral a la Presidencia daban como ganador a Antanas Mockus, lo cual presagiaba una debacle del uribismo a manos de la Ola Verde, un movimiento masivo y casi espontáneo de rechazo a la ilegalidad, con fuerte raigambre juvenil. Una de esas encuestas advertía que “si la segunda vuelta fuera mañana entre Juan Manuel Santos y Antanas Mockus, este último obtendría un 50 por ciento de la votación, contra un 44 por ciento del candidato uribista”.


Esto llevó por un lado a que el presidente Álvaro Uribe se ‘encabritara’ y comparara a Mockus con “un caballo discapacitado”, mientras por el otro la campaña santista se veía obligada a efectuar una apresurada reingeniería, que incluyó desde retornar al uso de la U para reforzar la raigambre uribista, hasta contratar al oscuro asesor J.J. Rendón para que fabricara sus acostumbradas “picardías”.


En medio de unas circunstancias tan propicias, lo que nadie esperaba en las filas entusiastas de la Ola Verde era que Antanas Mockus llevara en su interior la semilla de su propia destrucción, con declaraciones como la de manifestarse a favor de que los médicos devengaran un sueldo de un millón de pesos. Con lo cual perdió, por lo menos, un millón de votos (y de amigos) del sector de la salud.


Hoy es un hecho demostrable que la estruendosa derrota de Mockus obedeció en parte al timonazo que le dio a su campaña Juan Manuel Santos, pero en parte mayor contribuyeron los continuos resbalones y metidas de pata del candidato verde, llegándose a una segunda vuelta en la que el primero le cogió al segundo una delantera de casi… ¡cinco millones y medio de votos! Según Horacio Serpa, “el triunfalismo inicial que le dieron los sondeos, la falta de experiencia en cuestiones electorales y errores de comunicación, frenaron la Ola Verde que muchos llamaron un tsunami”. Sobre todo errores de comunicación, que en su mayoría salieron de la boca del candidato.


Hoy la historia ha dado un giro de 180 grados, pues fue el “candidato uribista” el que apenas posesionado se dio a la tarea de demostrar que traía su propio plan de vuelo (con el consecuente llanto y crujir de Twitter de quien ya sabemos), volvió suyo el programa de gobierno de sus opositores e instauró un clima de cordialidad que ha contribuido a neutralizar la beligerancia furiosa de un expresidente a quien tal condición no deja de pesarle.


En este contexto la sorpresa hoy nos llega desde la otra orilla -si es que aún queda otra orilla-, donde se aprecia a un Antanas Mockus errático y con el ego inflado, empeñado en una candidatura a la alcaldía de Bogotá que desdice de su planteamiento original sobre el “no todo vale”, en la medida en que fue lanzada a nombre de un movimiento indígena (ahora “independiente”) que lo acogió casi ex tempore, cuando se le cerraban todas las opciones.


Es por ello que no deja de ser incómoda para los ex simpatizantes de la Ola Verde la actitud incluso infantil de Antanas al buscar una segunda reelección como alcalde, valiéndose de un partido que le queda como ropa prestada, por un lado, mientras por el otro se le atraviesa a la merecida aspiración de quien fuera su mentor político, Gustavo Petro, el mismo que le aconsejó lanzarse por primera vez, con los resultados ya conocidos.


Aunque Mockus se niegue a reconocerlo, es de sentido común que si se le uniera a Petro harían una fórmula imbatible, mientras que divididos se repartirán entre ambos la votación que podría abrirle la senda del triunfo a Enrique Peñalosa, a quien al final de la campaña se le sumarían los votos conservadores de un candidato de postín como Dionisio Araujo, sin descartar los liberales de David Luna o los ‘radicales’ de Carlos Fernando Galán cuando juzguen más rentable subirse al tren de la victoria, en aras de la tan mentada ‘unidad nacional’.


Lamentable paradoja, pues, que a pesar de que no hace ni quince meses la Ola Verde llegó a representar un peligro serio para la continuación del proyecto uribista, hoy, desactivada esta amenaza bajo las manos prodigiosas de un tahúr como Juan Manuel Santos, sea ahora el mismísimo Antanas Mockus quien con su candidatura trasnochada se convierte en un peligro para todos los que quieren impedir que la sombra aciaga de Álvaro Uribe pueda cernirse sobre Bogotá, aupada ahora sobre los fornidos hombros de Enrique Peñalosa.


Al cierre de esta columna encuentro en Twitter una interpretación que deja entrever una luz al final del túnel, y que reproduzco tal cual: “Mockus se la jugó bien al lanzar su candidatura, pues para unirse a Petro debe tener margen de negociación, y éste lo dan las encuestas”. ¿Será posible tanta belleza? Amanecerá y veremos, como dijo el ciego.

2 comentarios:

Stella dijo...

!Qué bueno que exista alguien que ponga en palabras escritas la decepción de quienes nos montamos orgullosos en el caballo discapacitado!

elepete dijo...

Y el twitter, no es tuyo? En cambio ya no creo que el agua rompa la roca, porque Mockus es roca, no cántaro. Sin emabargo la mejor gente de éste país son los seguidores de Petro, de Antanas, de Fajardo y de Gina. Rocas todos! Si nosotros los amigos de la verdad, de lo honesto, de lo justo, de lo sano podemos hacer el papel del agua, del viento, del sol, del hielo sobre las rocas, quizás logremos erosionarlas y abrirnos un camino hacia la vida, la libertad, la democracia, la paz.