viernes, 28 de diciembre de 2012

La paz de los Santos… inocentes


CRÓNICA FICCIÓN


Por una doble coincidencia que bien podría interpretarse como ironía de la historia, vino a ser precisamente  el 28 de diciembre de 2013, día de los Santos Inocentes, el elegido para la firma del tratado de paz entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.

Es cierto que el propio presidente Santos había puesto como fecha límite el 30 de noviembre, pero la relativa cordialidad y el sigilo que reinaron a lo largo de casi todo el proceso, así como la necesidad que tuvieron los representantes de la guerrilla de consultar las decisiones finales con sus frentes y bases, condujo a que fuera justo tres días antes de acabar 2013 el momento finalmente acordado para la firma de este trascendental acuerdo, que tanto alivio y reparación le aportará a la nación entera, si no se atraviesa alguna ‘ave de mal agüero’ en el camino.

http://www.semana.com/opinion/articulo/la-paz-santos-inocentes/326859

Quizá el principal obstáculo se presentó cuando a comienzos de marzo fuentes de inteligencia militar acusaron a las FARC de estar detrás de un plan para asesinar al exvicepresidente Francisco Santos, lo cual generó un ambiente de tensión que se incrementó con las palabras del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quien basado en dichas pruebas volvió a utilizar la palabra “hipócritas” para referirse a los jefes de la guerrilla presentes en La Habana.

Esto condujo, como ya se sabe, a que en la sesión del martes 5 de ese mes los negociadores de las Farc se hubieran levantado de la mesa, y a que Timochenko lanzara un llamado de alerta a las tropas desde su cuenta de Twitter, @timochenko_farc, en lo que hacía presentir sería la crónica de una ruptura anunciada.

El peso de la acusación oficial se sustentaba en que a un miliciano de las Farc residente en Cartagena del Chairá le habrían hallado supuestos planos detallados de un complot para eliminar al exvicepresidente Santos Calderón, mientras que el detenido reconocía su vinculación a ese grupo guerrillero pero alegaba que los papeles incriminatorios le habían sido “sembrados”.

La bomba de tiempo se desactivó con la captura por parte de la Fiscalía de alias ‘Longaniza’, mando medio del grupo paramilitar Águilas Negras. A ‘Longaniza’ se le halló una lista negra –que reconoció ser suya- de personajes de la vida nacional que figuraban como ‘candidatos’ para ser eliminados (entre ellos Francisco Santos Calderón) con el objetivo de culpar a las Farc.

El cerrojo definitivo a la crisis se lo puso el propio ‘Pacho’ Santos, al afirmar que la investigación adelantada por la Fiscalía le generaba “total credibilidad”, y a renglón seguido manifestar su respaldo al proceso de paz que adelantaba su primo Juan Manuel, quien celebró su “regreso a la cordura”.

Cordura de la que no supo hacer gala el expresidente Álvaro Uribe, porque ante tan sonado suceso político se fue lanza en ristre contra los dos primos, con trinos como este: “Dios los cría y ellos se juntan. Alguien se reintegró al club de la alta traición que serpentea en la aristocracia bogotana.”

Sea como fuere, la movida de Francisco Santos hacia el redil familiar (y en consecuencia hacia el santismo) no causó sorpresa, pues desde finales de 2012 voces cercanas a su oído venían aconsejándole que se desmarcara de su antiguo jefe, y los hechos más recientes terminaron por darle la razón: así la inmunidad presidencial lo proteja de ser enjuiciado y las encuestas de popularidad lo sigan acompañando, entre el sector más consciente de la sociedad, incluidos sus otrora aliados, coge cada día más fuerza la tesis de que era imposible que Álvaro Uribe no hubiera participado en –u ordenado- las acciones que tienen a buena parte de sus colaboradores investigados o en la cárcel, comenzando por el caso más protuberante, el del general Mauricio Santoyo, su hombre de confianza, hoy condenado por la justicia norteamericana.

Un segundo hecho que sumado a la firma del acuerdo de paz quedará para la historia, es el sorpresivo anuncio que hizo el presidente Santos en los primeros días del pasado mes de noviembre, en cuanto a que no buscará la reelección, contrariando así absolutamente todos los pronósticos. Esto ha sido interpretado (ahora, porque antes a los analistas no se les ocurrió contemplarlo) como un interés genuino en acceder al Nobel de Paz, y se refuerza tanto con la cita que hizo del refrán según el cual “segundas partes nunca fueron buenas”, como con su aún más sorpresiva solicitud al próximo Presidente de la República para que considere su “humilde aspiración” al puesto de Alto Comisionado de Paz, con la obvia finalidad de impedir que los enemigos de la paz pongan palos en la rueda de lo que se ha dado en llamar la etapa del posconflicto, tan sensible y llena de obstáculos, sobre todo jurídicos, particularmente en lo relativo a repartición de tierras, reparación de víctimas y aplicación de la justicia transicional.

El balance de este 2013 culmina, pues, justo en el día de los Santos Inocentes, con un merecido y coincidente reconocimiento a tres personas de apellido Santos Calderón que contribuyeron –cada una por su lado- a aclimatar el clima de paz y optimismo que hoy se respira en Colombia:

Enrique, hermano mayor del presidente y en su juventud militante de la izquierda, cuyos buenos oficios fueron decisivos para mantener en secreto durante más de seis meses los contactos que se adelantaron entre el gobierno y las Farc para dar comienzo a las negociaciones de paz.
 
Francisco, a quien recientes sucesos relacionados con nuevas sindicaciones contra el expresidente Álvaro Uribe terminaron por convencerlo de que estaba “en el lugar equivocado”.

Y Juan Manuel, el Presidente –este sí- de la paz.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Los jóvenes "tienen huevo"




En días recientes, mientras almorzaba en un restaurante ´ejecutivo’ al norte de Bogotá vi entrar a un sujeto de unos 30 años de edad, bluyín que no conoce plancha, gafas trotskistas de aro redondo, barba poblada y chaqueta raída, por lo que pensé que se trataba de un ‘mamerto’. El hombre se acercó a una mesa donde estaban dos señoras de avanzada edad, las saludó, se sentó con ellas e inició una apasionada conversación en voz alta -casi monólogo-, de la que hubo una frase que me fue muy fácil memorizar: “Esos mamertos tienen huevo. Quieren legalizar el aborto, la marihuana y el matrimonio gay. Legalizar el delito, mejor dicho”.

Tras haber caído en cuenta de mi error de percepción no pude dejar de prestarle oídos, pues me parecía que lo que estaba escuchando podía salir de la boca de un estirado Fernando Londoño o un peripatético José Obdulio Gaviria, pero no de un tipo con esa pinta de ‘progre’. De todo lo que dijo hubo otra frase que también se debe consignar aquí, porque es antológica de cómo piensa la derecha colombiana: “Si el Partido Comunista es legal, significa que es legal matar gente, porque ese partido apoya a la guerrilla”.

Unos días después leí en Semana.com los resultados de una encuesta de Ipsos Napoléon Franco donde se revelaba que “en los temas en los que se esperaría una postura más liberal de los menores de 24 años hubo una postura conservadora, que es casi igual a la de los mayores”. De inmediato recordé al godito con apariencia de marxista, sólo que ahora los resultados de esa encuesta golpeaban con fuerza mis convicciones de librepensador, por aquello que decían Les Luthiers en una de sus canciones: “¡Come hierba! Millones de vacas no pueden equivocarse”.

La encuesta citada presenta en efecto una verdad desoladora y preocupante, donde los jóvenes colombianos se manifiestan con un modo de pensar muy similar al de personas de mayor edad, en tres temas específicos: el 58 por ciento de los jóvenes entre los 18 y 24 años rechaza el matrimonio entre parejas del mismo sexo, el 76 por ciento desaprueba que se legalice el aborto en todos los casos, y el 74 por ciento en ese mismo rango de edad está en desacuerdo con la legalización de las drogas.

Esto nos señala que mientras en el resto del mundo la juventud se distingue por asumir posiciones liberales (cuando no contestatarias, radicales e incluso anarquistas), la nuestra de un tiempo para acá ha comenzado a expresarse peligrosamente coincidente con visiones cercanas o afines a la doctrina de raigambre clerical que con tanto celo y devoción defiende el Partido Conservador, cuyo más ilustre exponente es el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado.

Se trata de una realidad que puede ser motivo de preocupación para espíritus sensibles, pero es el resultado de casi una década de permanente exposición al pensamiento, palabra, obra y acción de Álvaro Uribe Vélez sobre mentes que cuando este comenzó a gobernar tenían 10 años y cuando salió de la presidencia ya entraban a la adultez, en condición de ciudadanos aptos para votar.

Es hasta cierto punto comprensible que hoy los jóvenes y adolescentes colombianos piensen como ‘catanos’, en consideración a que recibieron inermes el influjo de ese poderoso aparato de propaganda con alto contenido religioso y autoritario al que dócilmente contribuyeron los mismos medios de comunicación que –ya salidos del influjo y la chequera uribista- ahora ven el pasado reciente con ojos más críticos y desapasionados.

En Colombia se presenta una distorsión de la realidad generacional, en la que una parte de la población adulta toma conciencia del respeto a la diferencia sexual, a los derechos reproductivos de la mujer y al libre albedrío para consumir drogas o dejar de hacerlo (como viene ocurriendo en Europa y naciones ‘civilizadas’ como Estados Unidos), mientras una mayoría juvenil adocenada por la maquinaria publicitaria del caudillo de ingrata recordación asume posiciones que se identifican con la ‘Weltanschauung’ uribista.

Parodiando el discurso retardatario del comensal arriba citado y sin faltarle a nadie al respeto, podría entonces concluirse que en Colombia la realidad política e ideológica ha dado un giro de 180 grados, porque ya no son los mamertos sino los jóvenes los que “tienen huevo”.

Twitter: @Jorgomezpinilla

viernes, 7 de diciembre de 2012

Caliente, caliente...



A la par con el calentamiento global, la temperatura en Colombia subirá indefectiblemente en las próximas semanas y meses, hasta alcanzar niveles quizá sofocantes. El pronóstico no es meteorológico sino político, y se sustenta en una previsible agudización de la calentura en dos frentes: la reacción del gobierno, el Congreso y el pueblo ante el fallo de la Corte Internacional de Justicia, y el avance de las conversaciones de paz con las Farc en La Habana.


En lo referente al diferendo limítrofe, el aire comienza a enrarecerse cuando la canciller María Ángela Holguín le anuncia al mundo que “Colombia no someterá su soberanía a tribunales internacionales”, convirtiéndose así en caja de resonancia de los congresistas y políticos que ayer instaban al gobierno a que desconociera el fallo y hoy hacen causa común, en peligrosa coincidencia, con las tesis del expresidente Álvaro Uribe.

Es posible que a Colombia la acompañen los más sólidos argumentos, pero el primer efecto a corto plazo será el aislamiento internacional, sobre todo con los países de la región (como en los tiempos del trinador paisa), mientras en la esfera nacional habrá una rapiña entre políticos de todo pelambre por conquistar los votos que a raudales vierte el escarbar en la herida de un nacionalismo ofendido.

Sea como fuere, la primera impresión que recibe el mundo es que Colombia está pisando sobre terreno minado, pues las consecuencias de un eventual desconocimiento del fallo pueden dejar una huella indeleble, como de Estado paria, que no se somete a las decisiones de un tribunal cuya jurisdicción había acogido, pero que desacata cuando la sentencia no es de su agrado.

Ya en el otro terreno –también minado- del “orden público”, no deja de ser llamativo que no habían pasado siquiera 48 horas desde que las Farc sorprendieron a tirios y troyanos con el anuncio de un cese unilateral del fuego, cuando los medios comenzaron a ser bombardeados desde todos los flancos con informaciones que daban cuenta de combates, ataques de las Farc a la población civil y voladura de torres en Antioquia.

A esto se sumaron declaraciones del ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, donde en respuesta a lo que en apariencia sería un gesto de buena voluntad, el gobierno les respondió a las Farc tildándolas de "mentirosas y traidoras".

En relación con los ataques y voladuras de torres, se ajusta a las posibilidades matemáticas que haya frentes guerrilleros decididos a no acatar la orden de cese al fuego, pues es sabido que dentro de esa organización se presentan divisiones en torno a las intenciones reales de hacer la paz. En otras palabras, es un hecho que no existe unanimidad al respecto, y ello explicaría que –con base hemos de suponer en informes de inteligencia- el ministrode Defensa haya manifestado que “las Farc se están desmoronando por dentro”.

Ahora bien, es también factible que los enemigos agazapados de la paz no hayan resistido la tentación de poner su cuota desestabilizadora.

En cualquier caso, está visto que la Mesa de negociaciones en La Habana no ha tomado el guante de las provocaciones o los retos, pues allí se sigue avanzando en un ambiente donde todo indica que prevalece el entendimiento, a pesar del mutismo del gobierno y el quizá excesivo ‘protagonismo’ de las Farc, que hablan como un perdido cuando aparece.

Lo preocupante del asunto es que el fallo de La Haya sobre San Andrés desencadenó una nueva y severa crisis política, cuyo primer coletazo fue el deterioro del apoyo popular con el que arrancaron los diálogos de paz con las FARC, ligado a una caída de la favorabilidad del presidente Santos del 60 al 45 por ciento, según los resultados de la última encuesta 'Colombia Opina’ de RCN Radio y Televisión, La FM y revista Semana.

Esta mezcla de orgullo nacional herido con exacerbación –real o provocada- de los sentimientos contra la guerrilla es altamente explosiva, en la medida en que puede ser utilizada tanto por las Farc para “agudizar las contradicciones de la burguesía”, como por los enemigos de la paz que desde la extrema derecha, ‘sin querer queriendo’, encuentran el terreno abonado para la consumación de sus oscuros propósitos.

Por todo lo anterior, es apenas de sentido común concederles la razón a los que piensan que en Colombia “un pesimista es un optimista bien informado”.

Twitter: @Jorgomezpinilla

viernes, 16 de noviembre de 2012

Un complot que se derrumba



En momentos en que llueven rayos y centellas de lado y lado por las acusaciones de Enrique Gómez Hurtado y su sobrino Enrique Gómez Martínez contra Ernesto Samper y Horacio Serpa en torno al asesinato del dirigente conservador Álvaro Gómez, el empresario Nicanor Restrepo en entrevista para El Colombiano hizo una especie de ‘confesión de culpa’ con gran valor histórico.

Allí reconoció lo que el hoy presidente de Colombia nunca ha aceptado, como fue que él (Nicanor) y su amigo Juan Manuel Santos conspiraron para buscar la renuncia de Ernesto Samper, en términos que define como de “conspiración democrática”, si es que tal figura es posible: “En la época de Ernesto Samper había un grupo al que llamaban ‘los conspiretas’, que eran unos personajes que estaban teóricamente conspirando: pero no era favoreciendo un golpe militar ni nada de eso. Era una conspiración democrática, pero al fin y al cabo una conspiración. Los paramilitares y las guerrillas harían un gran pacto de paz, que obviamente estaría avalado por el Estado. Las fuerzas de Policía y militares respetarían ese gran pacto y habría desarme y todas esas cosas de finales de los conflictos. A cambio de eso se producía un relevo en el gobierno”.

Esta revelación de todos modos no descarta la existencia de los conspiradores que sí estaban buscando un golpe militar para derribar al gobierno de Samper, y esto es precisamente lo que Enrique Gómez viene empeñado en desvirtuar (¿u ocultar?), tanto con su libro Por qué lo mataron (controversia Editorial, 2011) como mediante una campaña mediática orientada más a señalar a Samper y Serpa de haber sido los instigadores del asesinato, que a una búsqueda honesta de la verdad.

El fundamento más ‘sólido’ que tienen Enrique Gómez y su sobrino –constituidos en parte civil- es el testimonio que Hernando Gómez Bustamante, alias 'Rasguño', rindió desde una cárcel de Estados Unidos en 2010, y para cuya recepción viajaron hasta allá un fiscal; el procurador delegado para asuntos penales, Gabriel Jaimes (hombre de confianza del procurador Alejandro Ordóñez); y el abogado de la parte civil, Enrique Gómez Martínez. En reciente entrevista para El Tiempo, este último manifestó que “el conjunto de lo dicho por 'Rasguño' se ha venido confirmando casi en su totalidad en los últimos dos años”.

Una cosa muy diferente piensa la revista Semana, que basada en el mismo testimonio concluye que Rasguño “¡está loco!”, y para probarlo toma diversos apartes de la declaración y los contrasta con la realidad.  Aparte de lo anterior, el artículo citado repara en un hecho llamativo, como fue que en varios apartes del testimonio Gabriel Jaimes y Enrique Gómez “le sugieren nombres e incluso le corrigen fechas y datos a ‘Rasguño’ cuando éste se equivoca o no se acuerda”, como si lo estuvieran orientando para que se ciñera a un libreto acordado de antemano.

Otro aspecto llamativo de esa declaración –conocida en su integridad por Semana- es que allí ‘Rasguño’ la emprende por igual contra el exfiscal Alfonso Valvidieso (“que inició la investigación por el crimen de Álvaro Gómez Hurtado y descubrió las pistas que señalaban a algunos militares como partícipes del magnicidio”), el exvicefiscal Adolfo Salamanca (“encargado de adelantar delicados procesos contra altos oficiales del Ejército y fuerte crítico de la impunidad de la justicia penal militar en casos de masacres”) y el exfiscal Alfonso Gómez Méndez (“especialmente duro en las investigaciones contra los militares y en cuya fiscalía varios integrantes de la Brigada XX fueron arrestados por diversos crímenes, entre otros el magnicidio de Álvaro Gómez”).

Traigo a colación esta triple coincidencia porque es sabido que en torno al asesinato de Gómez Hurtado la primera y más fuerte hipótesis apuntaba a la participación de militares de alto rango, supuestamente organizados para tal fin en torno al Grupo Cazadores de Inteligencia, con sede en Bucaramanga y dirigido por el coronel Bernardo Ruiz Silva, quien fue acusado y tuvo medida de aseguramiento pero se dio a la fuga, en lo que de entrada daría para pensar por qué huía un oficial que contaba con el apoyo del Ejército para probar su inocencia. Es sabido que el 20 de mayo de 2003 el hombre fue absuelto por el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado, pero una fuente de la Fiscalía que prefirió la reserva de su nombre le dijo a este columnista que ese ente investigador “no ha enterrado del todo las hipótesis en torno a la eventual participación de oficiales retirados en el magnicidio”.

Volviendo al libro de Enrique Gómez Hurtado, su contenido evidencia dos propósitos básicos: uno, acusar a Samper y Serpa como instigadores del crimen, valiéndose del testimonio de ‘Rasguño’; y dos, ejercer durante más de 50 páginas una defensa oficiosa del estamento castrense, para concluir que “desde la Fiscalía y otras instituciones se desvió la investigación para encubrir a sus verdaderos autores”.

Tan débil y exento de valor probatorio está resultando el testimonio arriba citado, que al cuestionamiento de Semana se suma ahora un informe de RCN Televisión que da cuenta de la existencia de una carta, escrita a puño y letra por el mismo ‘Rasguño’, en la que el capo revela su propia intención de hacer el montaje probatorio para incriminar a Samper, a Serpa y a la Policía en el magnicidio, según “el reciente testimonio de un reconocido abogado”.

La carta en mención hablaría de los planes que Carlos Castaño le comunicó a ‘Rasguño’ a mediados de 1999, en una reunión en Montería, en la que además de ellos dos estuvieron un abogado y dos jefes de las AUC. Según RCN, esa reunión le fue confirmada a la Fiscalía por uno de los asistentes. El plan del extinto jefe paramilitar sería el de desviar la investigación y proteger a un alto oficial del Ejército, para lo cual le habría dado instrucciones a ‘Rasguño’ de decir (y el texto entre comillas corresponde a lo que él mismo habría escrito) que “al doctor Álvaro Gómez Hurtado lo habían matado por orden del doctor Ernesto Samper y por orden del doctor Horacio Serpa; que don Orlando Henao había ido a una reunión con ellos dos, y que yo había estado en la reunión también... Castaño seguía en su propósito de que eso había que contárselo al país y que había que hacer una rueda de prensa, llamar periodistas de Bogotá, y que yo tenía que contar que eso había ocurrido”.

Faltaría por dilucidar si tanto el libro de Enrique Gómez como su campaña mediática y las declaraciones de ‘Rasguño’ responden al mismo propósito, pero lo que comienza a develarse haría pensar que hay fuerzas muy poderosas –y oscuras, por supuesto-, que desde la extrema derecha vienen trabajando en forma coordinada para ocultar los verdaderos móviles y autores del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado.

Twitter: @Jorgomezpinilla

martes, 6 de noviembre de 2012

El poder, ¿para quién?



La lucha por el poder en Colombia presenta hoy dos facetas distintas, aunque no del todo antagónicas: por un lado las FARC versus el gobierno colombiano, y por otro lado Álvaro Uribe versus Juan Manuel Santos.

En el primer caso se trata de lo que se presume será una encarnizada negociación, mediante la cual la guerrilla más vieja del mundo tratará de conquistar la mayor cuota de poder político y administrativo a cambio de dejar las armas, mientras que en el segundo caso el expresidente Uribe enfoca sus esfuerzos tanto a torpedear el proceso de paz, como a conquistar en las próximas elecciones legislativas el mayor número posible de senadores y representantes, con miras a la reconquista del poder.


En lo referente a las negociaciones hacia una paz eventual, el mismo día en que estas iniciaron en Oslo (Noruega) el jefe de la delegación gubernamental, Humberto de la Calle Lombana, fue enfático en que el modelo de desarrollo no está en discusión. Es cierto que las partes ya se pusieron de acuerdo en torno a una agenda que comprende cinco puntos básicos, pero no sobra advertir que el primero de estos se titula precisamente “Política de desarrollo rural”, de modo que si el modelo de desarrollo agrícola –para el caso que nos ocupa- no formara parte de las conversaciones, los miembros de las Farc vendrían  a ser una especie de invitados de piedra.

Así las cosas, en lo que sí se debe brindar claridad es en que la propiedad del poder no estará en discusión, pues resulta iluso pensar que al término de las negociaciones una parte de los ministerios –o cierta cantidad de institutos descentralizados- pasarían a ser manejados por la guerrilla. Hace 50 años un grupo de campesinos idealistas, aunque nutridos en las canteras ideológicas del marxismo leninismo, decidió armarse para tomarse el poder por la vía revolucionaria, ante el convencimiento de que por la vía democrática era imposible lograr los cambios que anhelaban.

Quizá cuando más cerca estuvieron de lograrlo fue en los días anteriores a las conversaciones de El Caguán, cuando un Estado golpeado por contundentes golpes militares accedió a despejar miles de kilómetros cuadrados para lo que se suponía serían unas conversaciones de paz, durante las cuales ese grupo creyó que había alcanzado el cielo con las manos, sin comprender que con su prepotencia delirante estaba sembrando la semilla de su propia destrucción, encarnada en una némesis que llevó por nombre Álvaro Uribe Vélez.

Fue precisamente justificado en continuar la guerra contra las Farc que Uribe consiguió extender a ocho años su gobierno, y no contento con ello quiso cambiar de nuevo la Constitución para completar doce. Pero ocurrió lo que sus cálculos no contemplaban, como fue que ante la negativa de la Corte Constitucional de prolongar su mandato pretendió imponer como sucesor a su exministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, hasta el día que los enredos de Agro Ingreso Seguro se le convirtieron en la cuota inicial de su propia hecatombe.

Y es entonces cuando aparece en escena Juan Manuel Santos con sus finas maneras bogotanas, para convertirse en lo que hoy representa, por un lado el presidente que al frente del Estado colombiano encabeza las negociaciones con las Farc, y por otro en el hombre que cometió la herejía de buscar la paz por la vía del diálogo, en abierta contradicción con los postulados de quien había sido su mentor y jefe.

Retomando el planteamiento inicial de la lucha por el poder, no deja de constituir llamativa paradoja que hoy Santos deba lidiar por igual con las Farc y con Álvaro Uribe,  en irónica constatación de que los extremos se juntan. De modo que su suerte política está indisolublemente ligada a estos dos factores, pues es un hecho incontrovertible que un eventual fracaso del proceso de paz significaría el regreso triunfal de Álvaro Uribe al poder (si bien en cuerpo ajeno), mientras que si se consolida en La Habana un acuerdo que le abra las compuertas a la reconciliación nacional, de ahí en adelante el expresidente de la Seguridad Democrática pasaría a jugar un papel secundario (e incluso terciario) en la política nacional.

Es con base en lo anterior que los comandantes de las Farc deben sopesar la inmensa responsabilidad que les cobija: a sabiendas de que se les han cerrado todas las posibilidades de conquistar el poder por la vía de las armas, ahora se les presenta la oportunidad dorada de demostrarle al país que su más enconado enemigo estaba equivocado, en cuanto a que la única manera de acabarlos era mediante la confrontación militar.

Twitter: @Jorgomezpinilla

martes, 23 de octubre de 2012

Búscase lacayo para hacerlo presidente



Mucho se ha hablado de la aparente incapacidad física del vicepresidente Angelino Garzón para remplazar al presidente Juan Manuel Santos. María Jimena Duzán dijo en columna reciente que “después de oírlo el jueves y el viernes en varios medios de comunicación, me quedó claro que no está en capacidad de remplazar a nadie”. Y el presidente del Congreso, Roy Barreras (médico él) afirmó en entrevista para Olapolitica.com que “nadie sabe hasta dónde sus opiniones son producto de la reflexión o de la lesión neurológica”.

Es obvio que el país esperaría que la salud del eventual remplazo del presidente esté a la altura de las circunstancias, y la negativa de Garzón a hacerse un chequeo médico no ayuda a disipar dudas, sino todo lo contrario. Sea como fuere, si llegara a estar tan enfermo como dicen, el tiempo se encargará de poner las cosas en su lugar.
Pero no es a este tipo de incapacidad a la que quiero referirme, sino a la incapacidad por indignidad, que es cuando alguien asume una instancia de poder aupado por fuerzas que en apariencia le dan una representatividad legítimamente constituida, o que incluso podrían tener un origen oscuro, como se dio hasta la saciedad mediante el fenómeno de la parapolítica, que lenta pero inexorablemente salpica cada vez más la figura del expresidente Álvaro Uribe.

Indigno es por ejemplo que de un prestigioso y respetable columnista (porque lo fue) como Ernesto Yamhure resulte de pronto sabiéndose que actuaba como testaferro intelectual y político de Salvatore Mancuso, y la mejor medida de su indignidad es que el hombre se desapareció de la escena pública desde el día en que eso se supo, como diciendo ‘trágame tierra’.

En este mismo indigno contexto político se ubica una frase pronunciada sin rubor hace unas semanas por el más connotado Rasputín del uribismo, José Obdulio Gaviria, quien cuando aún era columnista de El Tiempo definió con su habitual ‘inteligencia superior’ cuál debía ser el perfil del candidato del Puro Centro Democrático que acababan de fundar en el club El Nogal: "debe ser una persona humilde, que entienda que el director es Álvaro Uribe Vélez, y que es él quien orientará todas las tareas del gobierno".

Frase que al momento de ser pronunciada entró a la antología de la infamia, pues, ¿qué puede esperarse de un candidato al que de entrada le dicen que debe prestarse para ser usado como una marioneta? ¿Y en caso de aceptar, si tal fuera su desvergüenza, no estaría además sumergiéndose sin chistar en la piscina del deshonor y la humillación (sinónimos de indignidad) para servirle a un líder que le ‘orientará’ todas sus tareas?  Y ya entrados en materia, ¿tiene acaso digna presentación para una nación libre y soberana que su presidente sea una especie de títere gobernado por un cuerpo ajeno?

En el caso que nos ocupa –para no irnos hasta Rusia, donde Dimitri Medvedev y Vladimir Putin se ajustan a esta descripción- es sabido que al final de su gobierno Álvaro Uribe intentó cambiar reelección por rencarnación, motivo por el cual hizo lo que estuvo a su alcance para dejar en las confiables manos de un incondicional como Andrés Felipe Arias la sucesión de su mandato, hasta que el escándalo de Agro Ingreso Seguro se le convirtió en la cuota inicial de su propia hecatombe.

No sabemos si a Arias le cabría el calificativo de lacayo de Uribe (podría hablarse digamos de una asombrosa coincidencia de intereses, hasta el punto de soportar la cárcel por su causa), pero las palabras ya citadas de José Obdulio Gaviria indican que nunca antes como ahora las fuerzas de extrema derecha agrupadas en torno a Álvaro Uribe han necesitado precisamente de eso, de un lacayo, un obsecuente, un segundón, un arrodillado, pues lo que menos quisieran sería que se les apareciera otro con la astucia de un Juan Manuel Santos que con sus finas maneras bogotanas les jurara fidelidad y lealtad supremas para luego, con nadadito de canino,  dejarlos de nuevo viendo un chispero.

Es por ello que quizá el senador Juan Lozano Ramírez no casa del todo en el perfil requerido. Es cierto que se trata de una ‘pieza de caza’ que Uribe le arrebató a Germán Vargas Lleras en la campaña por la segunda reelección, pero es justamente su bogotanísima condición la que lo haría sospechoso de una nueva volteada, a los ojos de quien se refiriera a “ese circulito de amigos sociales de Bogotá que dirigen unos medios de comunicación”, justo por los días en que Uribe comenzó a comprender las que se traía entre manos su ministro de Defensa.

Al uribismo no le quedaría entonces otra salida que escudriñar entre los coterráneos de su comandante en Jefe, por ejemplo un Juan Carlos Vélez o un Óscar Iván Zuluaga, aunque a sabiendas de que paisa que se respete no se deja mangonear tan fácil, con la única notoria excepción de Andrés Felipe Arias.

Vistas pues las cosas en sus justas dimensiones, el único que quizá reuniría las condiciones requeridas de humilde títere o marioneta sería el mismo que pronunció la frase de antología ya citada. Pero como el prestigio de José Obdulio no les alcanza para hacerlo presidente de Colombia, sólo les queda rezar –o conspirar- para que el proceso de paz de Juan Manuel Santos termine en fracaso.

En caso contrario los fracasados serán ellos, y tendrán que seguir buscando con lupa a ese lacayo que tanto necesitan.




miércoles, 10 de octubre de 2012

El cáncer como capital político




El cáncer que le sobrevino a Hugo Chávez en meses pasados, su posterior recuperación y el triunfo electoral de este domingo son la mejor prueba de que “no hay mal que por bien no venga”. Al presidente de Venezuela se le apareció la enfermedad como si se le hubiera aparecido la Virgen, porque gracias en gran parte a la explotación política que supo hacer de ella, logró por cuarta vez la presidencia de la República Bolivariana.
Todavía hay quienes piensan que el cáncer que lo tuvo al borde de la muerte pudo ser una ficción fríamente calculada hacia el cumplimiento de un propósito político de gran envergadura, en una operación que habría contado con el apoyo logístico de Cuba y con un libreto escrito por una mano prodigiosa. Pero una elucubración de este calibre se ubica en el repertorio de las ‘teorías de la conspiración’, donde sobresale la que tendría cómo probar que el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York fue un plan siniestro armado por el propio gobierno de George Bush para arreciar su guerra contra Al Qaeda y justificar la invasión a Irak.

En el caso de Venezuela dicha teoría se cae por su propio peso, ante dos evidencias palmarias: primera, que la indiscutible transformación física que ha sufrido Chávez –manifiesta en su rostro abultado- está ligada a los esteroides que viene tomando para ‘enmascarar’ el cáncer; y segunda, que la mayor parte de su tratamiento lo ha recibido en Cuba, país cuya medicina ostenta un prestigio mundial que no estarían dispuestos a arriesgar mediante el montaje de una operación fantasiosa, en la que se requiere poner de acuerdo a muchas, muchísimas personas para mantener el secreto de la trama.

Superado este acápite, lo que no se puede poner en duda es que en el curso de los últimos meses Chávez dio muestras de una habilidad genial –que muchos juzgarán diabólica- para transformar a su favor lo que se veía venir como una debacle: Venezuela enfrentada a una difícil situación económica, con una situación inmanejable de inseguridad en sus calles, una elección en ciernes y el Comandante en Jefe de la revolución bolivariana a punto de morir, presagiaban el abismo.


Lo que cualquier otro mandatario habría hecho con la información medica recibida, habría sido elegir a un sucesor y retirarse a sus cuarteles de invierno a esperar la parca, o al menos a enfrentar el tratamiento con el estoicismo que la situación le exigiera. Pero lo que hizo Chávez fue recibir la embestida como si no fuera el torero sino el toro en busca del indulto. (Y falta ver si lo logró, en lo que a salud se refiere.) Él prefirió incorporar su enfermedad a la campaña electoral, de modo que tanto el coraje mostrado como la férrea voluntad para vencer el mortal obstáculo le fueron sumando puntos, en medio de un panorama en el que si no hubiera sido por el descubrimiento del cáncer habría tenido que enfrentar de igual a igual –y en condiciones coyunturales desfavorables- a su contendor.

El momento cumbre de su ‘faena’ se dio cuando en abril del presente año, durante una misa de acción de gracias por su salud en Barinas, su estado natal, frente a sus padres, hermanos, hijos y camaradas, imploró así: "Dios, no me lleves todavía, que todavía tengo cosas que hacer por esta patria, por este pueblo. ¡Dame vida!". Y ocurrió que Dios no sólo le prolongó la vida sino que tuvo a bien (¿o a mal?) concederle un cuarto período presidencial.


Pero no nos llamemos a engaños, porque es tácito presumir que el destinatario de sus ruegos no era el Altísimo sino el mismísimo pueblo venezolano, al que le pedía con voz quejumbrosa y al borde del llanto que no lo dejara solo, que le permitiera seguir en la Presidencia. Esto es lo que en sicología –y en política electoral, para el caso que nos ocupa- se llama un mensaje subliminal, cuyo objetivo como carga profunda era despertar la solidaridad de los votantes, como en efecto lo logró.

Otro tanto ocurrió en Colombia, donde el anuncio y posterior tratamiento de un tumor en la próstata de Juan Manuel Santos coincidió con una encuesta del Centro Nacional de Consultoría, que le elevó su aceptación a un tope del 80 por ciento. Enfermedad de la cual “Dios mediante” salió “totalmente curado”, según sus propias palabras.

De donde se concluye que en asuntos de salud un cáncer no se le desea a ningún presidente, pero aquél que padece dicho ‘mal’ dispone de una chequera de popularidad que fácilmente puede ser capitalizada a su favor.

*Twitter: @Jorgomezpinilla

lunes, 24 de septiembre de 2012

José Obdulio no perdió El Tiempo



En relación con la columna que la semana pasada puso a José Obdulio Gaviria en el ojo del huracán periodístico, el mejor titular lo dio Horacio Serpa Uribe en Hora 20 de Caracol: “A José Obdulio se le acabó el tiempo”. Tan irónico acierto se sustentaba en una declaración que el director de El Tiempo, Roberto Pombo, había dado ese mismo día a Todelar, cuando dijo que “si José Obdulio presenta renuncia, se la acepto”. Y más adelante, en esa misma entrevista, agregó que “si la información es malintencionada, tenga la seguridad de que la columna no se repite y José Obdulio no vuelve a hacer columna”.

Pues bien, todo indica que a Pombo le llegó información según la cual la columna en mientes no fue malintencionada –en cuyo caso la habría escrito de buena fe-, pues en declaraciones posteriores para La W, cuando le preguntaron qué pasaría con José Obdulio, respondió que “no lo sé, quiero ir paso por paso y no quiero tomar decisiones con la sangre hirviendo”. A no ser que una cosa haya pensado él y otra el nuevo dueño de El Tiempo, Luis Carlos Sarmiento Angulo, quien no habría dado el aval para su retiro; pero eso ya nos mete en el terreno de las odiosas suposiciones.

Sea como fuere, la bien ‘dateada’ revista Semana informa en su edición de este domingo (1586) que “ningún escrito de José Obdulio será tan esperado como el de esta semana. Si el miércoles entrante aparece su columna, se verá en qué términos es la rectificación o qué margen de credibilidad les deja a sus supuestas fuentes”.

Esto significa por un lado que no fue José Obdulio (por ahora) sino El Tiempo el que decidió retractarse, y por otro que el sibilino columnista no será tan idiota de presentar una renuncia que no le pidieron. De modo que al más fiel escudero de Álvaro Uribe no sólo no perdió El Tiempo, sino que le acaban de dar una segunda oportunidad sobre la Tierra para seguir confundiendo a la opinión pública con su particular visión de las cosas, alineada a los poderosos intereses oscuros que él representa.

Hablando de idiotas –en este caso útiles- el ya citado artículo de Semana agrega: “aunque hay sin duda algo de manipulación de parte suya, no es de descartar que fuentes de las fuerzas oscuras que se oponen a la paz en Colombia lo utilizan y él les cree”. Lo anterior indicaría que ni en Semana ni en El Tiempo tienen seguridad de que el columnista haya actuado de mala fe, en la medida en que pudo haber sido utilizado.

Y es aquí donde llegamos al meollo de la discusión (y del disenso), pues no es la primera vez que el palafrenero de la ultraderecha le tuerce el pescuezo a la realidad para acomodarla a lo que le dictan los que sí saben para qué sirve el poder propagandístico de tener una columna en el diario más influyente del país.

En lo que ya constituye una especie de modus operandi, conviene traer a colación el ‘hallazgo’ de un supuesto libro de Tirofijo que recoge cartas suyas, el cual le habría sido entregado a Gaviria en el aeropuerto de El Caguán, gracias a que “los designios del Creador son insondables”, según columna del 17 de julio. En defensa de su última columna (la que lo tuvo con un pie afuera de El Tiempo, pero ya no), afirmó que “es literatura política”, no sin antes advertir que “tengo unas fuentes que no han fallado nunca”.

Pues bien, en la columna sobre el libro de Tirofijo se repite su recurrencia a la literatura política, sumada a una coincidencia, pues allí aparece también Sergio Jaramillo,  el “asesor de seguridad” de Juan Manuel Santos y hoy negociador de paz, interesado según JOG en que “una carta dirigida por los izquierdistas al Presidente” le sirviera “para perseguir a algún general, coronel o mayor”.

Esto es indicativo de que tanto esa columna de julio como la más reciente del miércoles 19 de septiembre tenían un objetivo común (intento de sabotaje al proceso de paz) y que ambas fueron construidas con base en montajes o presupuestos intencionalmente falsos, entre ellos uno traído de los cabellos: en el libro mencionado figuran misivas donde Marulanda estaría reconociendo que el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado fue planeado y ejecutado por las Farc, en versión que de manera irresponsable un solo medio recogió, el portal Kienyke.com, con el titular “Las Farc asesinaron a Álvaro Gómez según cuatro cartas de Tirofijo”, dando así por sentada la veracidad de la información.

Resulta entonces difícil de creer que esas “fuerzas oscuras” (y conste, lo dice Semana) se hayan aprovechado de la ingenuidad del columnista para convencerlo de escribir lo que en caso contrario su ética periodística le habría impedido hacer. Más bien, se ciñe a la lógica creer que él actúa como quintacolumnista de un poderoso aparato de propaganda que opera en coordinación con otros ‘periodistas’ que cumplen la misma función, como Ricardo Puentes, el mismo que llevó a la Procuraduría General a Édgar Villamizar para que dijera que él no era el mismo que había testificado contra el coronel Alfonso Plazas Vega por lo del Palacio de Justicia (y la Procuraduría le creyó, pero las pruebas científicas dijeron otra cosa), y el mismo que el 18 de junio pasado escribió en su página de Periodismo sin Fronteras que el padre de Sigifredo López fue un “miembro de las guerrillas comunistas que posteriormente se llamarían FARC”, y que el padrino de su boda había sido Tirofijo.

La conclusión que se puede sacar de tan bochornoso episodio es que detrás de José Obdulio Gaviria hay un poder intangible pero actuante, que El Tiempo al parecer no se atrevió a tocar. De modo que habla mal del columnista su sarta de mentiras con propósito perverso y desestabilizador, pero también habla mal del primer diario del país que no haya tenido la enjundia, el coraje, la responsabilidad periodística y/o el valor civil de retirarlo de sus páginas.

Twitter: @Jorgomezpinilla

viernes, 14 de septiembre de 2012

Están desnudos, pero les gana la impudicia



Hay un cuento de Hans Christian Andersen que habla de un emperador al que dos embaucadores convencieron de confeccionarle un vestido que se hacía invisible a los ojos de la persona que no era digna de portarlo, de modo que cuando con él lo vistieron fingió que sí lo veía, y así salió a la calle. Y la gente a su paso alababa el traje nuevo del emperador, porque nadie se atrevía a decirle que iba desnudo.

En Colombia también hay funcionarios o gobernantes que andan desnudos, o mejor, sólo vestidos con el traje de la impudicia, pero el asunto no parece preocuparles. Estos son los casos más ‘protuberantes’:

El Fiscal desnudo: Unos días antes de la injusta captura del exdiputado Sigifredo López,  el Fiscal Eduardo Montealegre anunció como niño chiquito poseedor de un gran secreto que “el país se va a estremecer”. Pero los que se estremecieron fueron los cimientos de la justicia, pues la Fiscalía acusó injustamente a López de haber participado en su propio secuestro y en el de sus compañeros diputados, con base en declaraciones y acusaciones de cuatro testigos que resultaron falsos. Esto desnudó las veleidades ‘pantalleras’ del Fiscal General, quien desde que llegó a tan apetecido cargo se le nota un desmedido interés en trabajar para los medios de comunicación, antes que en función de administrar imparcial justicia.

Álvaro Uribe desnudo: Cada una de las acusaciones o condenas que vienen recibiendo sus más cercanos colaboradores funcionan como prendas de las que viene siendo despojado, hasta llegar a un estado de desnudez que hoy le permite al país conocer cuál era el verdadero ropaje que lo envolvía como gobernante. El caso más reciente alude a la confesión de culpa por parte del general (r) Mauricio Santoyo, el cual se suma a la condena a 25 años de cárcel contra su exdirector del DAS, Jorge Noguera; mas la condena a 40 años contra el general (r) Rito Alejo del Río; mas la condena ídem contra su exembajador Salvador Arana; mas la captura de su exsecretario Bernardo Moreno y de su primo Mario Uribe; mas las acusaciones contra Andrés Felipe Arias, María del Pilar Hurtado, Luis Carlos Restrepo o su hermano Santiago; mas…

La Corte Suprema desnuda: Un pronunciamiento reciente contra las periodistas María Jimena Duzán y Cecilia Orozco (que incluyó el anuncio de una demanda por injuria y calumnia de la que luego debió retractarse) permitió desnudar la negativa transformación que ha sufrido la Corte Suprema de Justicia desde los años en que sufría los embates, las persecuciones y las ‘chuzadas’ del anterior gobierno, hasta los días presentes en que unánime se manifiesta a favor de la reelección del procurador Alejandro Ordóñez, negocia con el Congreso una reforma a la justicia que aumenta su periodo a 12 años y entabla ominosas amenazas contra el periodismo crítico.

El Procurador desnudo: El Procurador General Alejandro Ordóñez desnudó su intención de hacerse reelegir, lo cual no tiene nada indebido si no fuera porque para su campaña de reelección se ha valido de nombrar en puestos claves tanto a parientes de congresistas cuyo voto es decisivo para continuar en el cargo, como a familiares de los mismos magistrados de la Corte Suprema que lo postularon. También desnudó su doble moral al afirmar que “el caso de Santoyo indigna a la sociedad”, con lo cual pretendió ocultar su parte de culpa cuando siendo magistrado del Consejo de Estado revocó la sanción disciplinaria que pesaba sobre el oficial. Además, basado en sus creencias religiosas Ordóñez ha entablado una impúdica campaña para impedir la aplicación de la sentencia de la Corte Constitucional que le permite abortar a una mujer cuyo embarazo ha sido producto de una violación, o su gestación pone en peligro la vida de la madre, o el feto viene con malformaciones.

El Congreso desnudo: Como ya se sabe, el trámite del acto legislativo de reforma a la justicia que pretendía adelantar el gobierno de Juan Manuel Santos permitió desnudar al día siguiente de su aprobación los micos y prebendas que a última hora le metieron los miembros  de la comisión de conciliación, que incluyó desde la eliminación del régimen de inhabilidades para la pérdida de investidura, hasta el concederles la dignidad de aforados a los secretarios generales del Senado y la Cámara de Representantes. Otros que desnudaron su cuota de culpa ante semejante fiasco fueron el presidente de la Cámara, Simón Gaviria, quien pretendió disculparse afirmando que firmó sin haber leído el texto final, y el ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, tal vez el único que asumió su responsabilidad política mediante su renuncia al cargo. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

"Santos debe meterle pueblo a la paz": Sigifredo López



“Si de aquí a diciembre no se consigue un cese unilateral de hostilidades por parte de las Farc, yo veo muy difícil que el proceso se sostenga”.

Después de haber sufrido el rigor del secuestro por parte de las Farc y a continuación el embate de un Fiscal 38 politizado, al exdiputado Sigifredo López se le nota lúcido y tranquilo, aunque interesado en que paguen los culpables de su injusta detención. Es un hombre de trato sencillo, con una gran facilidad de palabra, que no tuvo inconveniente en afeitarse con la puerta del baño abierta mientras se preparaba para la entrevista. Nos recibió en un apartamento al norte de Bogotá que en su sala tiene un altar dedicado a la Virgen, presidido por la foto del emocionado abrazo que recibió de sus hijos el día de su primera liberación.

 Ola Política: A usted le hicieron una prueba morfológica de nariz y ahora la Procuraduría está pidiendo una prueba morfológica de mano. ¿No le preocupa que un día de estos le pidan también una prueba morfológica de nalga?


Pues sí, fue una suerte que el señor del video no hubiera mostrado el trasero, como dijo mi abogado. Yo pienso que en este caso se agotaron todas las pruebas que había que solicitar. El FBI, que es la policía más prestigiosa del mundo, demostró que esa no era mi nariz, ni mi voz ni mi boca. Se tomaron 25 declaraciones de personas, se demostraron todas y cada una de las falsedades de los testigos, el Fiscal General aceptó que había fábricas de testigos y ordenó investigarlas, y esta semana espero que se produzca la preclusión definitiva.
 OP: Un refrán dice que “no hay mal que por bien no venga”. ¿A usted como político no terminaría conviniéndole lo que le pasó, en la medida en que le dio mucha imagen en medios, la opinión pública quedó convencida de que fue injusta su detención, y además estaría plenamente justificada una demanda que le representaría una platica extra?
SL: Ninguna platica ni ninguna salida en medios justifica la ignominia a la que fui sometido y a la que fue sometida mi familia. Fueron 36 días en un calabozo, me pusieron al nivel de Garavito, a mis hijos les gritaban en las calles “asesinos”, a mi mamá casi me la matan de la pena moral. Habría preferido ser un hombre anónimo y no que el aparato judicial se hubiera ensañado conmigo como lo hizo.
 OP: ¿Cuando dice “ninguna platica” quiere decir que no piensa demandar?
SL: Ninguna plata justifica eso, dije. Lo que ocurre es que yo me muevo en medio de dos opciones: una es que soy una víctima, y no demandar significaría renunciar a mis derechos. Y han pasado muchos años para que en Colombia se reconozca una ley de Víctimas, y si yo soy una víctima no puedo mandar un mensaje de renuncia a mis derechos. Aquí se roban la plata los corruptos y no pasa nada. Pero a un ciudadano lo atropellan, lo pisotean, ¿y no puede ejercer sus derechos? La decisión de demandar no la he tomado aún, pero si decido demandar lo haré para darle fondos a la Fundación Defensa de Inocentes que he creado, y que tiene el propósito de ayudar a que otros colombianos no vivan lo que me tocó sufrir a mí.
 OP: Al día siguiente de su liberación usted dijo: “voy a solicitar que se investigue al Fiscal 38, porque yo estoy seguro de que él no actuó solo. Detrás de él hay fuerzas oscuras”. ¿A qué clase de fuerzas oscuras se refiere?
SL: Estoy seguro de que hay grupos de presión que han pretendido instrumentalizar a la Fiscalía para producir un resultado. Detrás de mí seguían otras personas. Son hipótesis pero no tengo pruebas para demostrarlo, y es la Fiscalía la que tiene que investigar quiénes están detrás de los falsos testigos, quiénes están detrás del fiscal prevaricador, quiénes están detrás de los peritos prevaricadores. Yo pienso que el país se va a estremecer el día que el Fiscal General investigue, descubra y le cuente la verdad a la sociedad colombiana.
 OP: La revista Semana publicó un artículo donde cuenta que antes de usted la Fiscalía 38 ya había acusado falsamente a otro inocente, Harry Yesid Caicedo de pertenecer al frente 29 de las FARC y de haber participado en el secuestro de los diputados del Valle. ¿Sabía usted de esto?
SL: Sí, por supuesto. A mí me pusieron a reconocerlo y yo dije que ese muchacho no participó en el secuestro. Cometieron una injusticia con él y por eso lo liberaron.
 OP: ¿Y no le llama la atención ese doble montaje, primero contra él y luego contra usted?
SL: Pero es que hay un tercero: a Héctor Fabio Mazuera, quien trabajaba en Carvajal & Cía., también lo acusan de haber participado en el secuestro de los diputados. Un tipo que pesaba 130 kilos y aparece dizque manejando una moto… El tipo demostró que era inocente pero no sirvió. Y fue condenado a 42 años por acusación de la Fiscalía 38.
 OP: Usted habla de unas hipótesis que tiene. Al menos cuénteme una.


SL: Estando yo secuestrado llega al programa La Noche un desmovilizado de la mano de un señor Gustavo Muñoz, director de la Fundación Nueva Esperanza de Secuestrados (a quien el Fiscal ordenó investigar por manipular testigos) y ese señor dijo que si yo me había salvado era porque tenía algo que ver con las Farc. Años después ese señor se retractó y dijo que Gustavo Muñoz lo había puesto a él a decir lo que dijo. Que él nunca había estado con los diputados, que sólo me vio en televisión después de que salí, y que repitió lo que le dijo Gustavo Muñoz a cambio de unas promesas de asilo y de dinero, las cuales le fueron incumplidas. Y él dijo eso bajo la gravedad de juramento hace varios años, y la Fiscalía no ha investigado ni ha hecho nada. Esa misma fundación fue la que tuvo preso con testigos falsos al senador Luis Fernando Velasco durante tres meses en La Picota. Él también denunció y tampoco ha pasado nada. Ahora anunciaron que van a investigar, vamos a ver si es cierto y si la Fiscalía cumple con eso.
 OP: ¿Hay un segundo embate?
SL: Segundo, tercero y cuarto. El segundo embate es un informe de inteligencia del DAS cuando todavía estaba secuestrado, donde dijeron que si bien era cierto que no se había podido establecer vínculo entre Sigifredo y las Farc, no se podía olvidar que nací en Pradera, que fui el único diputado sobreviviente, que pedía el acuerdo humanitario, y que eso afectaba la imagen del gobierno de entonces, que había que evitar el desprestigio del gobierno a toda costa. Un informe muy político, donde decían que yo era guerrillero. Todo eso se demostró que no era cierto, y esos detectives que produjeron el informe no han sido investigados.
El tercer gran embate es cuando la Dijín dice que esa es mi voz y mi nariz, y aunque técnicamente debían agotar ocho pasos, sólo agotaron tres. Si no se cumplieron los otros cinco, no podían llegar a las conclusiones a las que llegaron. El proceso demora normalmente quince días, y lo hicieron en dos, porque un superior les dijo “necesito un positivo para tal día”, y le hicieron el positivo. Esas personas tampoco han sido investigadas.

 OP: ¿Y el cuarto embate?
SL: Ese se produce cuando el Fiscal 38 sabe que con el dictamen del FBI se le va a caer la prueba técnica, y después de que me había dicho que esa era la única prueba, sale desesperado a buscar testigos. Después los mismos medios de comunicación demostraron que absolutamente todos eran falsos, que nunca habían sido guerrilleros sino delincuentes comunes que estaban buscando someterse a Justicia y Paz con promesas que les habían hecho para rebajarles años. Ellos mintieron de cabo a rabo y eso hizo que fuera insostenible la medida de aseguramiento y me tuvieron que dejar en libertad, y ahora tienen que precluirme porque no tienen otra opción. Yo pienso que la actuación del Fiscal 38 transgredió las fronteras del error, para pasar a los terrenos del prevaricato.
 OP: Hay un artículo de Ricardo Puentes en la página de Periodismo Sin Fronteras donde lo acusa a usted de ser un colaborador de la guerrilla, y de su padre Guillermo López dice que fue “miembro de las guerrillas comunistas que posteriormente se llamarían FARC”.
SL: Al respecto le tengo una primicia: se trata de una demanda penal que voy a presentar contra el señor Ricardo Puentes por el delito de injuria y calumnia. Se trata de un artículo injurioso, irrespetuoso, calumniador. Entre otras cosas dice que el padrino de la boda de mis padres fue ‘Tirofijo’. Aquí tengo el acta de matrimonio de la parroquia del Perpetuo Socorro, donde consta quiénes fueron los padrinos: Arsenio Guevara y Carmen de Guevara. Estos señores aún viven en el barrio Cristóbal Colón de Cali. De modo que ese es el calibre de las calumnias de ese señor. Yo no sé cómo alguien que se dice periodista hace eso.
 OP: ¿No le parece que ese señor es instrumento de alguien o algo más poderoso que está detrás de él?
SL: Por supuesto. Pero es la Fiscalía la que tiene que entrar a investigar y decir quién. Yo no puedo ponerme en el mismo plano de él, a calumniar o a decir cosas que yo no pueda demostrar.
 OP: Con base en lo que usted ha dicho, ¿no le parece que está politizada la justicia y judicializada la política?
SL: Sí. Repito que hay grupos de presión que han querido instrumentalizar la justicia para politizarla, y han querido judicializar la política. Quieren de esa forma acabar con sus enemigos o con sus contradictores políticos. Sacarlos de la escena, meterlos a la cárcel. Es triste lo que está pasando con la justicia en Colombia, además del tema grave de corrupción que hay.
 OP: Es cierto que el Fiscal actuó de buena fe cuando lo convencieron de que usted era culpable. Pero, ¿no cree que le cabe alguna responsabilidad política?
SL: Yo creo que más allá de la responsabilidad política, no se trata de que rueden cabezas. Se trata de que se purgue la Fiscalía. Las instituciones son las que hacen grande a una nación. Y detrás de las instituciones hay seres humanos que se equivocan. Alrededor del Fiscal hay personas que lo convencieron de que esa era mi voz y mi nariz, y luego lo convencieron de que los testimonios que había en mi contra eran serios. Luego, él tuvo la gallardía de corregir y ordenar investigar. Él fue engañado no una sino varias veces, por las personas a las que les confió el caso. El Fiscal 38 consultaba con la cúpula de la Fiscalía cada paso que iba a dar. Necesitamos una Fiscalía renovada, que haga justica, en la que los ciudadanos puedan confiar. No una Fiscalía llena de personajes oscuros, que atropellan y pisotean los derechos fundamentales de los ciudadanos.
 OP: ¿En qué consiste la ayuda que usted le va a brindar a Yidis Medina?

SL: La familia de Yidis Medina, quien fue condenada a 32 años, pidió colaboración a la Fundación Defensa de Inocentes. Lo que yo hice fue darle trámite a esa solicitud. Los abogados estudiaron el expediente, yo me desplacé a Bucaramanga, hablé con varias personas que tenían conocimiento del caso, y se tomó la decisión de apoyar la defensa de Yidis. Ella es una mujer que después de que confesó ese delito se le vino el mundo encima. Existen muchas irregularidades en ese proceso, muchas dudas que hacen pensar que esa señora es inocente. El segundo caso que vamos a abordar es el de Héctor Fabio Mazuera, condenado a 42 años por el caso de los diputados pero que no tiene nada que ver. Y hay otros dos casos de personas anónimas, que se están investigando. Estamos investigando más de 26 casos que han llegado documentados.
 JL: ¿Qué viene ahora para Sigifredo y su familia?
SL: No es posible predecir el futuro, pero yo tengo en mi corazón la alegría de sentir la presencia de Dios en todas las cosas que me han pasado. Han pasado cosas muy duras, pero también ha estado la mano de Él dándome la fortaleza para superarlas de la mejor manera. Todo cristiano debe pensar por qué suceden las cosas y no para qué. Y el para qué está explicado en que por ejemplo yo fui el último secuestrado político. Después de eso las Farc anunciaron su renuncia al secuestro como método de lucha.
 JL: A propósito del proceso de paz, ¿usted cree que sí se puede hablar con las Farc?
SL: Sí, claro. Sí se puede hablar con ellos, lo que pasa es que no es con ellos con quienes hay que hacer las reformas que el país necesita, sino con la sociedad civil, que ellos no representan. No se puede hablar del desarrollo social como primer punto de esa agenda, sin tener en cuenta a los campesinos. Ni se puede hablar de educación sin tener en cuenta a la academia. O no se puede hablar de víctimas sin que ellas estén presentes.
Hay que rodear el proceso y acompañar al presidente Santos en su empeño de lograr la paz, es cierto. Pero el modelo que se está empleando es un modelo tradicional de negociación, a mi modo de ver equivocado porque no tiene en cuenta a la sociedad civil. Además, se está negociando en medio de las balas. Y la sociedad colombiana no tiene la paciencia para soportar una negociación en medio de la guerra. Por eso se rompió el proceso del Caguán. Estamos repitiendo ese error, y no es un cese al fuego bilateral lo que se debe dar. Son las Farc las que deben darle confianza a la ciudadanía mediante un cese unilateral de hostilidades, por lo menos contra objetivos civiles. Si no se consigue eso de aquí a diciembre, yo veo muy difícil que el proceso se sostenga.
 JL: ¿Qué recomendación concreta le haría usted al presidente Santos?
SL: Primero, ponerle pueblo a esto. Es decir, que en la mesa haya representantes de la sociedad civil. Segundo, que se abran debates y que la academia los lidere, y que cada uno de los puntos de la agenda estén previamente discutidos en las universidades, con los actores sociales. Tercero, que en la mesa estén representantes de toda la sociedad civil, y que los acuerdos sean refrendados mediante un referendo, porque si no perderían legitimidad. Cuarto, hay que lograr un cese unilateral de las Farc. Y quinto, que se hagan verdaderas reformas económicas y sociales que permitan consolidar la paz. Si no vamos a terminar simplemente en un desarme, y en unos tres a cinco años en la ‘bacrimización’ de las Farc.
 JL: ¿Usted cómo tomaría que en un futuro le tocara compartir una curul con un exguerrillero de las Farc?
SL: Si ese es el costo que tengo que pagar para que haya paz en Colombia y para que la generación de mis hijos o mis nietos no viva lo que yo viví, estoy dispuesto a asumirlo. Es preferible que echen discurso y no que echen bala o que secuestren. Pero ninguna nueva sociedad puede construirse sobre las bases de la impunidad. Los criminales de guerra, los delincuentes de lesa humanidad tienen que pagar por sus crímenes.
 JL: ¿Cómo están sus relaciones con el Partido Liberal, y en particular con Simón Gaviria, después de que él lo sancionó tras su detención?
SL: Yo hablé con el director del partido. Él fue inducido al error como el Fiscal y como muchos colombianos. Me dijo que estatutariamente debía proceder de esa forma, yo le recordé que cuando lo de Luis Fernando Velasco el papá de él (César Gaviria) dijo que creía en su inocencia, y que hasta tanto la justicia no demostrara otra cosa, el partido no iba a tomar ninguna decisión. El de Simón fue un comportamiento distinto, pero yo lo respeto. De todos modos, esa página ya se superó. Simón me está organizando un homenaje de desagravio para el próximo 26 de septiembre en el salón Constitución del Senado de la República.