martes, 5 de marzo de 2013

Triángulo entre dos Santos y un tercero



En entrevista reciente para Ola Política le pregunté al ministro de Trabajo, Rafael Pardo, si veía posible que los dos primos Santos, Francisco y Juan Manuel, disputaran la Presidencia de Colombia. Pardo descartó de tajo esa posibilidad, basado en una declaración del propio ‘Pachito, quien habría dicho que “si en algún país son primos hermanos el presidente y el jefe de la oposición, ese país pues tendría una cultura propia del África”.

Eso zanjaba cualquier discusión, pues indicaba que para el exvicepresidente tal idea era inconcebible. Pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando encontramos otra declaración del mismísimo Pacho Santos, en esta ocasión para El Mundo de España (en nota de Salud Hernández-Mora), donde a la pregunta de qué pensaba que dos Santos Calderón se enfrentaran por la Presidencia si él llegaba a ser el candidato uribista, contestó así: "Si hubo espacios para dos Clinton, para cinco Kennedy, para dos Bush, pues obviamente lo hay para dos Santos".  

Al margen de que respondió la pregunta de forma equivocada (la comparación tendría validez si se hubiera presentado una disputa entre dos parientes por la presidencia de EEUU) su declaración amerita una mirada analítica, pues indica que el uribismo viene tomando cada vez más en serio la posibilidad de que sea él quien enfrente a su primo en 2014.


Al día de hoy es claro que el expresidente Álvaro Uribe tiene una encrucijada en el alma, consistente en que son varios los interesados en ganarse la candidatura que permita representar sus ideas, y todos ellos confían en que un final de gobierno accidentado de Juan Manuel Santos les pondría la Presidencia en bandeja de plata. Pero no tienen carisma ni votos, y mientras más salen con su jefe más pequeños se ven, y esa viene a ser la razón por la cual los llaman “los siete enanitos”. (Ver Muchas candidaturas en el partidor)

Entre todos ellos se daba a Óscar Iván Zuluaga como el candidato uribista por descarte, seguido muy de cerca por Martha Lucía Ramírez (quien también aspira por su Partido Conservador, a ver dónde le cuaja), pero los acontecimientos de los últimos días registran a un enano en constante crecimiento, y ese enano lleva por nombre Francisco Santos Calderón.

No deja de ser paradójico que quien más fuerza viene tomando en las encuestas como el posible candidato del uribismo sea quien en apariencia menos preparado está para asumir la presidencia, en consideración a que toda la experiencia que se le conoce es como jefe de redacción del diario de su familia, más ocho años de vicepresidente.
 
Sea como fuere, esto no sería un obstáculo insalvable, sino todo lo contrario, pues como dijo hace algunos meses José Obdulio Gaviria, “el candidato del uribismo debe ser humilde y debe entender que Uribe es la cabeza y eje del movimiento”. Es sabido que esta declaración fue rechazada por los mismo precandidatos uribistas, entre ellos Martha Lucía Ramírez, quien afirmó que “es una falta de respeto con las personas a quienes el propio expresidente Uribe ha sugerido como una opción presidenciable para el 2014”. Zuluaga, por su parte, dijo que “el expresidente Uribe no tiene intérpretes; que se lance el doctor José Obdulio y que se haga contar con sus propias ideas, si él quiere”.

Es cierto que lo de Gaviria fue una monumental metida de pata, pero ello no invalida que el candidato que está buscando Uribe tiene que ser alguien que encarne lo más fielmente posible sus ideas, y el sentido común nos advierte que es precisamente el menos preparado quien más podría servirle a sus propósitos, pues dicha circunstancia lo obligaría a ser más dependiente de sus orientaciones y, en últimas, a responderle con mayor obediencia y lealtad.

En un plano hipotético, ¿qué pasaría el día en que siendo presidentes Zuluaga o Ramírez no estuvieran de acuerdo con una directriz trazada por su jefe político? Muy simple, que usarían su poder presidencial para imponer su punto de vista. En contraste un personaje como Francisco Santos, que nunca había pertenecido a un partido político hasta que Uribe lo llamó a ser su vicepresidente, no estaría en condición de desafiar el poder de quien lo puso ahí.

Visto con buenos ojos, se trataría en el fondo de un gana-gana para Uribe y Santos, donde faltaría por determinar si amplios sectores de la clase política nacional estarían dispuestos a apoyar tan particular dupla, de la que incluso no sería descartable que al primero le diera por ser la fórmula vicepresidencial del segundo. El cualquier caso, lo que no se debe perder de vista es que en una eventual confrontación electoral entre Juan Manuel Santos y su primo Francisco por la presidencia de la República, siempre estará presente y actuante esa tercera persona llamada Álvaro Uribe Vélez.

Ubicados en un escenario puramente mediático, el enfrentamiento entre dos primos por la Presidencia le daría a la contienda electoral un atractivo toque de telenovela familiar, donde el público tomaría partido por uno y odiaría al otro, el malo de la trama. Y si hay algo que pudiera jugar a favor del expresidente, sería cuando en el imaginario colectivo comience a calar la idea de que votar por Francisco Santos es lo mismo que votar por Uribe, a quien muchos siguen viendo como el bueno del paseo.

Ahora bien, podría ocurrir que una disputa por la presidencia entre parientes comportara “una señal de elitismo que sería difícil de tragar para muchos”, como lo plantea La Silla Vacía. Esto le abriría las puertas a una tercería, es cierto, pero prima el agravante de que no se vislumbra ningún candidato ‘alternativo’ con buena imagen y peso electoral, que encarne algo parecido a la Ola Verde, la cual comenzó como un tsunami arrasador y casi no logra llegar a la playa, donde murió como fuerza de cambio.

Sectores como el movimiento Pido la palabra (que no volvió a sonar después de un serio cruce de palabras entre Antonio Navarro y Cecilia López), Polo Democrático (con una candidata consciente de que sola no va a ningún Pereira), Progresistas (cuyo capital político está en función de cómo le vaya a Petro), o el Partido Verde (hoy sentado a la mesa de la Unidad Nacional pero con ganas de pararse), podrían jugar un papel decisivo si no fuera por las dificultades que tienen para ponerse de acuerdo, y porque no cuentan con un líder visible a excepción de Sergio Fajardo, quien muy seguramente no se arriesgará a dejar la Gobernación de Antioquia para aventurarse de nuevo en una empresa tan temeraria como la búsqueda de la Presidencia, quizá inalcanzable ante tan corto plazo. (Y tendría plazo hasta mayor para decidirse).

Otra cosa sería si el presidente Santos –quien no es ningún pintado en la pared- lograra aglutinar en torno suyo precisamente a esas fuerzas alternativas que constituyen la centro izquierda, numerosas y cercanas al voto de opinión pero dispersas ante la ausencia de un líder.

El motor y justificante de dicha articulación podría ser tanto la urgencia de consolidar eventuales acuerdos de paz en La Habana, como la imperiosa necesidad de enfrentar y dejar atrás el amargo capítulo de una extrema derecha aún empecinada en impedir la reconciliación entre los colombianos.

En caso tal –y sólo en caso tal- los partidarios de una tercería quizá podrían descubrir que al margen de una pretensión inalcanzable, existiría la conveniencia de aunar esfuerzos para enfrentar a esa tercera persona pensante y actuante detrás del primo ‘Pacho’, así como a todas las fuerzas de la derecha allí representadas.

Sea como fuere, lo cierto es que inspirados en la filosofía de Pambelé, sigue teniendo validez aquella máxima según la cual “es mejor sumar que restar”.

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