lunes, 28 de julio de 2014

Juan Manuel Galán tampoco se la fumó verde




Dicen que en Colombia un pesimista es un optimista bien informado, y esto aplica para dos proyectos que dos fuerzas progresistas diferentes quieren sacar adelante en el Congreso, pero que terminarán por estrellarse contra el muro del conservadurismo que casi siempre termina por imponerse allí.

Uno es el debate que Iván Cepeda quiso promover contra Álvaro Uribe por sus relaciones con el paramilitarismo, pero el voto que este último depositó por José David Name para la presidencia del Senado le rindió sus frutos. Resultado, el partido de la U se volvió repentinamente uribista y el tan publicitado debate sufrió de coitus interruptus.

El segundo caso es el proyecto de ley que a nombre del Partido Liberal pretende sacar adelante el joven senador Juan Manuel Galán para legalizar la marihuana con fines terapéuticos. De una vez saltaron como batracios la Iglesia Católica y el Partido Conservador a oponerse, la primera por boca de monseñor Juan Vicente Córdoba (“no podemos combatir a la droga con la misma droga”), y el segundo representado por Hernán Andrade, quien considera que “la propuesta de la marihuana abre las puertas de la legalización”.

Al primero le respondió con sobrada lucidez el escritor y columnista Juan Gabriel Vásquez cuando en columna para El Espectador advirtió que el proyecto de ley de Galán “no quiere que se combata la droga con la droga: quiere que se combata el dolor con la droga”. Y al segundo habría que preguntarle si eso significa que para que no haya el más mínimo riesgo de su legalización, a los enfermos que podrían encontrar alivio en sus propiedades curativas les queda totalmente prohibido acceder a esa hierba. ¿Sacrificamos entonces a los enfermos, para que no haya riesgo de que los sanos también la prueben?

Sea como fuere, hay que concederle la razón a Andrade en que se abrirían las puertas a la legalización plena, pero la diferencia está en que él ve como negativo lo que en realidad es el lado positivo de la noticia. La marihuana hay que legalizarla, esa es la solución al problema, no el problema. Como decía Kierkegaard: “a veces el ángulo desde el cual se ve el problema, es el problema”. ¿Quién dijo acaso que a la gente se le puede andar prohibiendo que se dé en la cabeza, sea porque la estrella contra una pared o porque se emborracha o porque acude a una sustancia psicoactiva? ¿Consecuentes con esta línea, prohibimos también el suicidio?

Mientras en EE UU la mayoría de habitantes de los estados de Washington y Colorado en noviembre de 2012 votó a favor de legalizar totalmente la marihuana (o sea, abrieron no puertas sino compuertas) y mientras Uruguay fue el primer país latinoamericano que tuvo la audacia de seguir el ejemplo, aquí apenas se inicia la discusión pacata en torno a si les damos a los enfermos terminales unas goticas de cannabis que alivien sus dolores, o si los dejamos sumidos en sus  padecimientos o los obligamos a que las consigan por la carísima y peligrosa vía de la ilegalidad.

Una circunstancia similar de satanización se presentó cuando el alcalde Gustavo Petro propuso crear centros de consumo de droga controlados para ayudarles a manejar la ansiedad a los adictos, y el procurador Alejando Ordóñez saltó a decir que “Petro se la fumó verde”.  En el caso de Juan Manuel Galán, ¿por qué se estará demorando tanto Ordóñez en declarar que esta joven promesa del liberalismo también se la fumó verde?

Colombia ya no está para que de nuevo la cojan con los calzones abajo, como le ha venido ocurriendo frente a la lucha  contra las drogas, que se queda siempre con los dolorosos y desprecia los gozosos. En otras palabras, que se lo vienen metiendo sin vaselina, con el perdón del señor procurador.

El verdadero acto de coraje del presidente Juan Manuel Santos sería si en consonancia con la tendencia mundial reconociera que la guerra contra las drogas fue un rotundo fracaso (como en su momento lo fue la Ley Seca en EE UU) y se diera la pela de proponerle al Congreso una legislación que siga el ejemplo de Pepe Mujica. Se trata en últimas de que Colombia se suba los calzones, se apriete el cinturón y no se quede por fuera de un negocio del que ya un personaje como Vicente Fox, expresidente de México, dijo que cuando sea legal “seré productor de marihuana para que la droga esté en manos de nosotros, que ayude a la economía del país y no solamente al Chapo Guzmán”. Y la marihuana será legal en todo el mundo de aquí a 15 o 20 años, póngale la firma.

Es por ello que la propuesta del senador Galán no deja de ser timorata, aunque loable y digna de  aplauso. Pero está condenada al fracaso –y espero estar equivocado- porque hasta los propios medios que deberían impulsar la idea están contagiados de esa ola retrógrada que les hace pensar que la legalización terapéutica disparará el consumo, y que los consumidores se disfrazarán de enfermos, y que la marihuana será la puerta para acceder a drogas más duras, y bla, bla, bla.

El senador Galán en entrevista para Semana.com pide que si le presentan trabas al proyecto “que sean técnicas, no argumentos de tipo religioso o moral, sin sustento en una vivencia real”. Se trata de un sano pero baldío llamado a la sindéresis, porque los que se impondrán serán sin duda los prejuicios religiosos y morales, pero sobre todo porque las fuerzas de la extrema derecha que desde la caverna también se han opuesto al aborto terapéutico y al matrimonio gay han quedado notificadas de que en José David Name Cardozo cuentan desde el pasado 20 de Julio con un discreto pero muy eficaz aliado, para lo que se les pueda ofrecer desde la mismísima presidencia del Senado.

DE REMATE: Al cierre de esta columna se ha sabido que The New York Times, el periódico más influyente en el mundo entero, pidió en su editorial (‘Repeal prohibition, again’) que se rechace la prohibición a la marihuana en Estados Unidos, y abogó por su legalización plena. Sin más comentarios.

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