miércoles, 28 de octubre de 2015

Santander: ganaron Didier, el voto de opinión y Serpa




El triunfo de Didier Tavera a la gobernación de Santander y el sorprendente segundo lugar del independiente Leonidas Gómez tienen de positivo que mandaron al tercer y cuarto puestos a los ominosos candidatos de la familia Aguilar, Holger Díaz y Carlos Fernando Sánchez. Si se hubieran unido habrían derrotado al candidato liberal con una diferencia de 77.000 votos (388.786 contra 311.478), pero cometieron el fiasco de anunciar el postre cuando todavía no había cuajado, y al permanecer divididos le abrieron las puertas a la esperanza de un Santander mejor. Y esto último sí cuajó.

En columna anterior –pensando con el deseo- me atreví a pronosticar que el hijo del coronel se encargaría de atajar a su propio padre, y hoy elevo una acción de gracias a san Richard por todos los favores recibidos. (Ver columna anterior).

Bien llamativo observar que Leonidas le ganó a Didier en los cuatro municipios del área  metropolitana de Bucaramanga (181.946 votos contra 120.904), o sea que si hubiera dispuesto de más tiempo y plata para hacerse conocer en pueblos y veredas, el voto de opinión habría ganado en todo Santander de modo aleccionador, sumado al triunfo de Rodolfo Hernández en Bucaramanga. Hoy Gómez se avizora como el próximo gobernador de Santander, y desde ya es el jefe ‘natural’ de la oposición al mandatario entrante. Esto es sano para la democracia, porque le corresponde a un digno rival vigilar la buena marcha de la administración liberal.

Otro aspecto que no se puede soslayar es -duélale a quien le duela- la forma tan hábil como Horacio Serpa ­logró arrebatarle el poder a la familia Aguilar luego de la derrota sufrida hace cuatro años, mediante una jugada de corte ajedrecístico, al mejor estilo Karpov. Esta consistió en acercarse a quien lo derrotó y relacionarlo con Juan Manuel Santos, y luego conseguir su apoyo a la reelección del presidente, lo cual a su vez permitió que el candidato de Richard recibiera el aval del partido de Santos (La U), y que este a continuación le reservara un ministerio en contraprestación al apoyo recibido… hasta tenerlo tan comprometido que cuando le pintaron pajaritos de oro desde las toldas de su padre, ya era más santista que amoroso hijo.

Parte de la jugada de Serpa consistió en ‘conquistar’ para su causa al mismo candidato que había derrotado ocho años atrás. Ahí fue cuando debió convencerse de que solo con Didier sería posible recuperar el poder perdido, basado en la fórmula matemática infalible según la cual 1+1=2. Esto le representó el desprecio de su amigo de infancia Alejandro Galvis, dueño y director de Vanguardia Liberal, un medio donde a partir de tan deplorable ruptura no se volvió a ver el nombre de Horacio Serpa, ni impreso ni pronunciado. Ahora bien, ante el triunfo ‘liberal’ de este domingo lo recomendable sería que se den las condiciones para sanar las heridas y renovar los lazos de una amistad que se remonta a las aulas escolares.

 En lo que a Didier respecta, es obvio que el pasado narco de su padre, asesinado por fuerzas no del todo claras, le representó una carga negativa muy pesada en la campaña. Pero su gran mérito fue haber superado tan difícil escollo y demostrado (así parece) que no tiene ninguna cuenta pendiente con la justicia. Tavera alega que a él le armaron un proceso judicial con falsos testigos para tratar de abortar su candidatura, y habrá que creerle mientras los tribunales no se pronuncien en sentido contrario, máxime cuando ya sobre el terreno estratégico, logístico y ‘carismático’ era el único en condición real de derrotar al militar de autos. De ahí precisamente se desprende el lado pragmático de Serpa, al aliarse con la carta ganadora, que muchos se niegan a entender pero que en últimas resultó más benéfico que dañino para el departamento.

El ganador indiscutible de la jornada fue el voto de opinión, que al lado de Leonidas hizo dupla con la sorpresiva alcaldía de Bucaramanga conquistada a pulso limpio por el ‘veterano’ Rodolfo Hernández, a quien ninguna encuesta daba como ganador, casi todas lo ponían de cuarto y solo una del Centro Nacional de Consultoría ubicó de segundo, detrás de Carlos Ibáñez, cuya derrota podría entenderse como el principio del fin de las hegemonías políticas, siempre y cuando Hernández logre hacer una buena alcaldía.

Gómez y Hernández tuvieron en común un mensaje de lucha contra la corrupción que terminó calando y reavivó ese espíritu de rebeldía impreso en los corazones santandereanos desde la revolución de los Comuneros, punto de partida para la Independencia del yugo español.

Ahora a Didier le corresponderá demostrar que la corrupción administrativa era con otros y no con él, pues solo así se confirmaría que han comenzado a soplar nuevos vientos para Santander, en cuyo caso pudiera reeditarse dentro de cuatro años una muy atractiva contienda entre el empresario Leonidas Gómez y el liberalismo que hoy representa el gobernador elegido.

DE REMATE: El perdedor indiscutible de la jornada fue Álvaro Uribe Vélez y su partido Centro Democrático, compuesto en su dirigencia por lacayos y en su inmensa mayoría por ignorantes y equivocados de buena fe. Como dije en columna reciente, que espero resulte también premonitoria, “la paz los aniquila”.

martes, 20 de octubre de 2015

El coronel sí tiene quien lo ataje




Impactante e indignante lo que contó la Nena Arrázola en el programa Los Informantes de Caracol del 14 de junio pasado: “En pleno centro de Bucaramanga, como si fuera un héroe nacional volvió a su tierra, y con micrófono en mano y la bendición del cura retomó las riendas de su caudal electoral”. Se refería al coronel Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo, famoso por haber dado muerte a Pablo Escobar y muchos años después condenado por parapolítico, quien quince días después de recobrar su libertad protagonizó una afrenta contra Santander y contra la democracia mediante una misa-manifestación en la iglesia de San Laureano, a modo de “acción de gracias” por haber salido de la cárcel, a la que asistieron (llevaron) unas 3.000 personas, sobre todo campesinos de vereda. (Ver cubrimiento de La FM).

La afrenta también iba contra su propio hijo el gobernador, con quien mantiene una disputa intestina, pues el acto político al que se prestó la parroquia de San Laureano ocurrió sobre el atrio de esa iglesia, diagonal a la gobernación, y para su realización suspendieron el tráfico sobre la avenida más importante del centro y sacaron de quicio a más de muchos, incluida la primera autoridad del departamento. Allí el coronel envió “un mensaje a todos los mandatarios de Santander: como dijo Benito Juárez, no abusen del poder para humillar a sus semejantes porque el poder se termina". ¿A quién le hablaba? Hombre, pues es de Perogrullo…

La afrenta estuvo en que el protagonista de semejante alteración de la tranquilidad pública era alguien que permanecía –y permanece- en condición de convicto: una cosa es que haya quedado en libertad condicional por el cumplimiento de las tres cuartas partes de la pena, y otra que haya recuperado sus derechos civiles, entre ellos el de participar en política.

¿Por qué, se pregunta el ciudadano desprevenido, el coronel Aguilar se desplaza por todo Santander con escolta de la Policía Nacional? Una verdad indubitable es que el hombre sigue siendo reo de la justicia hasta que no haya acabado de cumplir el castigo que le impuso la Corte Suprema, de modo que la ‘libertad’ que tuvo para realizar esa manifestación del 21 de mayo (a la que asistieron su hijo mayor el senador Nerthink Mauricio y su candidato títere, Carlos Fernando Sánchez) solo se explica por el desbarajuste institucional que vive Colombia tras los ocho años de ‘dictablanda’ del sátrapa de marras.

Según un alto magistrado de la justicia que consulté, si Aguilar no ha cumplido la totalidad de la pena se encuentra “bajo el estatus de interdicto, inhabilitado para el ejercicio de derechos y de funciones públicas”. Y el ejercicio de la política es una función pública. Dice la misma fuente que la libertad condicional se entiende como un proceso de resocialización, y que al desarrollar una actividad política afín a la que motivó su condena no está cumpliendo con su resocialización, o sea que podría ser apresado de nuevo.

Pero esta columna no pretende ser un alegato jurídico, sino un llamado de alerta para impedir que la tierra que me vio nacer quede atrapada en la vorágine de unas fuerzas oscuras engendradas desde la ilegalidad, las cuales estarían encantadas de manejar una arcas departamentales henchidas de dinero a partir del año entrante, cuando comience la ejecución del Contrato Plan por una suma cercana a los ocho billones de pesos.

En el programa Los Informantes arriba citado se escuchó el testimonio del valiente coronel del Ejército Julio César Prieto, el cual fue definitivo para la condena a Aguilar por concierto para delinquir agravado. Según Prieto “Hugo Aguilar fue electo gobernador porque el Bloque Central Bolívar presionaba a la población para que votaran por él. No lo digo yo, lo dice la verdad procesal que fue avalada por la Corte Suprema”.

De esa catadura es el personaje que hoy se está jugando sus restos en la partida electoral por la gobernación de Santander. Él sabe que difícilmente tendrá una segunda oportunidad sobre la Tierra, ya asimiló que su hijo Richard utiliza a Holger Díaz como un candidato de postín, sin opción de ganar pero cuya presencia en la contienda cumple el objetivo de debilitar políticamente al papá para brillar con luz propia. El proyecto del retoño apunta ahora a acumular una cantidad de votos que le sirvan como capital político para influir sobre el partido del presidente Santos, La U, en busca de un ministerio que le permita figurar en el ámbito nacional y, llegado el caso…

A veces la realidad supera a la ficción, y así ocurre cuando un coronel de la Policía que se hace amigo de los malos cae en desgracia y va a parar a la cárcel después de ser gobernador, y en busca del poder perdido le pide a su hijo –a quien llamó “mi retratico”- poner la cara por él. Este acepta gustoso, tan gustoso que después de llegar a la gobernación el retratico se subleva a la autoridad paterna y decide romper ataduras, porque quiere alas propias.

Es entonces cuando dan ganas de convocar a una nueva ‘acción de gracias’, pero a descampado y sin molestar a nadie, para celebrar lo que parece irreversible: que será el actual gobernador de Santander, Richard Alfonso Aguilar Villa, quien se encargue de atajar a su propio padre y todo lo que este representa.

Albricias.

DE REMATE: El expresidente Álvaro Uribe le dijo a RCN Radio que “si me hubiera reunido con paramilitares, habríamos acabado con la guerrilla”. He aquí el reconocimiento tácito de que para Uribe el Ejército es incapaz de combatir a la subversión sin ayuda paramilitar. Como dice el refrán: “explicación no pedida, confesión manifiesta”.


miércoles, 14 de octubre de 2015

Quién paga: ¿el violador o la Iglesia?




A raíz de la sanción de 800 millones de pesos que la Corte Suprema de Justicia le impuso a la Iglesia Católica por el caso de dos niños usados como esclavos sexuales por el sacerdote Luis Enrique Duque en Líbano (Tolima), el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis Augusto Castro puso el grito en el cielo, la consideró “una ofensa” y agregó: “¿qué culpabilidad puede haber para la Iglesia frente a una cosa privada de un individuo, que no está de ninguna manera dentro de lo que la Iglesia pide a sus sacerdotes?". (Ver reacción).

La declaración del alto prelado daría para pensar que en esa congregación el abuso sexual es una rareza, y más si compara a los sacerdotes con los maestros cuando pregunta “cuántos profesores no pudieron estar implicados en esto, y jamás se ha dicho que queda castigado el ministerio de Educación o el Gobierno, porque son actos individuales".

Actos individuales, sí, pero hay una protuberante diferencia: a los profesores ninguna autoridad les impide casarse ni tener novia (o novio), mientras que a los sacerdotes sí se les impone el celibato, entendido este como la prohibición de unirse en matrimonio o tener vida sexual.

Equiparar a curas con maestros solo obra cuando ambos ejercen una labor pedagógica pero no en las relaciones que establecen con sus superiores, pues es solo a los religiosos a quienes les aplican una norma ‘contra natura’, para usar un término de la cosecha eclesiástica: la obligación de reprimir un instinto básico.

No hay duda en que si al magisterio también le obligara el celibato se dispararían los abusos en las aulas, porque es solo cuando al deseo no se le permite desahogarse por cauces naturales que el hormonado sujeto se ve impelido a saciar su instinto recurriendo al abuso o a la seducción mediante dádivas o halagos (“el que paga por la peca”), y forzando a su víctima a que mantenga el secreto por la vía de la amenaza o el chantaje.

El sexo es algo humano, demasiado humano, y es la prohibición de su práctica la que en gran medida propicia los abusos. Es por ello que a la Iglesia Católica le cobija gran parte de la culpa frente a algo que se extendió como una pandemia dentro del clero, en todos los continentes, y cuya manifestación más notoria habla de los 25.000 niños y niñas pobres de entre 10 y 15 años que fueron abusados en Irlanda desde 1950 por unos 400 religiosos y religiosas acusados por las víctimas (todos pertenecientes a la congregación de los Hermanos Cristianos); pasando por el caso del mexicano Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo y protegido por Juan Pablo II cuando se destaparon sus múltiples abusos; hasta el caso “individual” que hoy nos ocupa, el del cura Luis Enrique Duque que tuvo a su cuidado a dos niños de seis y ocho años que al cabo de tres semanas de maltrato presentaban “lesiones en el ano y desgarro en los genitales”. (Ver noticia).

Ochocientos millones de pesos son una suma insignificante para resarcir el daño físico, moral y psicológico causado a esos niños y a su familia de por vida. En lugar de asumir una actitud cristiana de humildad, en lugar de reconocer que –como sentenció la Corte- el delito ocurrió “en razón y ocasión de su función pastoral”, en lugar de pedir perdón a nombre del cura victimario, asombra hasta el escándalo ver que monseñor Castro se declara ofendido porque a su iglesia la obligan a indemnizar con dinero a las víctimas. Ante tan mezquina reacción, vienen a la memoria las palabras de Jesucristo en Lucas 17: “Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que ofender a uno de estos pequeños”. O como le dijo el Papa Francisco a la periodista Valentina Alazraki: “un solo cura que abuse de un menor, es suficiente para mover toda la estructura de la Iglesia y enfrentar el problema”.

Si de abusos se ha de hablar, el primero es contra los mismos clérigos a los que se les prohíbe casarse y/o tener sexo. Dicen amar a Dios sobre todas las cosas, pero a los sacerdotes y a las monjas les está negado el verdadero amor, el amor a una pareja. Un segundo abuso es el que se comete cuando un bebé es bautizado en el catolicismo o en cualquier otra religión contra su voluntad. Como dijo el eminente médico y científico Richard Dawkins, introductor del término ‘memética’ para referirse a la difusión de ideas y fenómenos culturales como si fueran genes: “no existen niños cristianos sino hijos de padres cristianos, de modo que la imposición de creencias a temprana edad debería considerarse abuso infantil”.

Algún día el debate filosófico y ético tendrá que darse por donde debe ser, por señalar el dañino papel que han ejercido las religiones en el desarrollo de la humanidad, y por denunciar la forma en que domestican las mentes de los ‘fieles’ hasta llevarlos a un estado de esclavitud mental donde erigen a un ser todopoderoso que vigila hasta los pensamientos de la gente, al que deben dirigirle abyectas ‘súplicas’ e invocar su misericordia (“ten piedad de nosotros”) y del que se autonombran representantes en la Tierra para pasarla bien rico a costa de sus ‘rebaños’.

No he de negar que la mayoría de sacerdotes y miembros de la jerarquía católica cumplen de buena fe su misión pastoral, pero mientras a los abusadores lobos con piel de oveja les llega el castigo divino –cuya espera por cierto ha sido vana desde los tiempos de la Santa Inquisición- es hora de reflexionar no solo en torno a si la Iglesia debería indemnizar a las víctimas de sus curas violadores (¡por supuesto que sí!), sino sobre la conveniencia de derrocar estructuras obsoletas de poder para remplazarlas por el imperio de la razón y el sentido común. Solo así será posible abrirle paso a un estado sano de salud mental para las generaciones venideras, ya que las nuestras y las antepasadas llegaron y se irán contaminadas por la imposición de una autoridad eclesiástica irracional, abusiva y mandada a recoger.

DE REMATE: Llegará el día en que si la Corte Suprema lo juzgara por su participación en la masacre de El Aro, ahí sí aplicarán eso de “lo que es con Uribe es conmigo”. Pero no los borregos que salen a la calle con el letrerito de marras, no, sino los que tienen las armas… y las mañas.


miércoles, 7 de octubre de 2015

Por qué votaré por Didier



Dije en columna anterior que “la más grande apuesta política hoy en Santander gira en torno a saber si el coronel Hugo Heliodoro Aguilar y su hijo Richard unirán sus respectivos candidatos (Carlos Fernando Sánchez y Holger Díaz) o si seguirá cada uno por su lado”. También hablé de “una muy poderosa maquinaria donde padre e hijo juegan al ‘divide y reinarás’, en busca de neutralizar a cualquier eventual contrincante y juntarse de nuevo cuando las circunstancias lo ameriten”. Pues bien, en la noche del lunes 5 de octubre los hechos me dieron la razón: durante un debate transmitido por el canal TRO, Sánchez y Díaz anunciaron que irán unidos en busca de la gobernación de Santander.

De todos modos la confrontación entre padre e hijo no era ficticia, sino el resultado de una lucha de poder intestina en la que Richard buscaba consolidar un proyecto político propio (que incluía un ministerio en el gobierno de Juan Manuel Santos si apoyaba al candidato de La U), hasta que en ambos bandos vieron que la candidatura de Didier Tavera sería imbatible si continuaba la división familiar, y prefirieron unir fuerzas. Según una fuente de alta credibilidad, hoy las conversaciones giran en torno al reparto ‘equitativo’ del Contrato Plan, de CorpoPanachi y de las secretarías, donde la del Despacho se le asignaría a Sánchez, ‘ficha’ del coronel y única fórmula viable para que este pueda controlar los movimientos de la ‘ficha’ de Richard, Holger Díaz.

Esta alianza no da por descontado el triunfo del candidato del clan Aguilar, pues se unieron precisamente porque encuestas de diversa fuente mostraban inalcanzable la candidatura liberal, y parte de las sorpresas –que a partir de hoy se darán a granel- fue observar durante el debate de antenoche a un Didier nada apabullado por la noticia sino más bien retador, diciéndoles a Díaz y Sánchez que “así los dos se junten, no nos alcanzan”. Y ninguno lo refutó.

Si lo permite la respetable audiencia, dejaré aquí mi impresión sobre los tres aspirantes (que todavía son cuatro) a la gobernación de Santander, en consideración a lo que el resultado final de esta contienda puede significar para la tierra que me vio nacer:


De Carlos Fernando Sánchez digo lo mismo que dijo Diana Giraldo en Vanguardia Liberal: que es “el candidato sin alma”. A esto se le suma que tiene más carisma un  puercoespín en una piñata, y es el motivo por el cual le ordenarán declinar a favor de Holger. Pero el asunto con Sánchez no es estético sino ético –hasta lo penal, llegado el caso- pues en su condición de títere del coronel fue la punta de lanza para el montaje de un multimillonario negocio familiar cimentado en el turismo: hoy Panachi maneja recursos en su mayoría públicos, pero los dineros que recauda se convierten en privados y escapan al control estatal gracias a los privilegios que le brinda una reforma a la Ley del Turismo ‘chancleteada’ en el Senado por Nerthink Mauricio, hijo mayor del coronel.

En lo referente al médico Holger Díaz, sobre este recae el serio cuestionamiento de haber trabajado a sueldo para el grupo Saludcoop siendo él congresista y su esposa gerente regional de esa EPS en Santander. El periodista Daniel Coronell reveló un correo electrónico que el entonces representante a la Cámara le envió a Carlos Palacino, donde le dice que “te envío el texto definitivo del proyecto aprobado en las comisiones séptimas, te quiero molestar porque hace 2 meses no has vuelto a consignar. Muchas gracias. Holger”. Eso para Coronell constituye delito de concusión, pero lo más reprochable es que la familia Díaz –o sea el par de esposos- se lucraba  de lo que Saludcoop les quitaba a los aportes de los usuarios, lo cual condujo a la ya conocida crisis del sistema nacional de la salud.

En medio de este enredo de pasiones políticas sobresale el nombre de Leonidas Gómez, hijo de padre liberal y madre conservadora, quien recogerá el voto de opinión y tendría inmensas posibilidades de ser el próximo gobernador de Santander… si existiera el voto obligatorio. Pero como este no existe y no vota ni la mitad del censo electoral, la mayor votación recaerá en quien tenga las mejores avanzadas, estrategia y organización logística de campaña. Es aquí donde Leonidas no tiene la más remota posibilidad de conquistar el triunfo, y donde la unión de Díaz y Sánchez suma votos, sí, pero esta se enfrenta a la casi totalidad de la clase política en Santander representada en los partidos Liberal, Conservador, Cambio Radical y otros, que apoyan a Didier.

Estamos a punto entonces de presenciar una ‘lucha a muerte’ entre dos poderosas maquinarias, sobre un escenario donde además se presenta una muy extraña paradoja: con Holger Díaz el uribismo se vería obligado a votar por el candidato del Partido de La U, o sea el de Juan Manuel Santos. En otras palabras: ¿estarán dispuestos los partidarios de la paz a votar por el candidato que pese a ser el del Presidente, de la noche a la mañana apareció convertido en el candidato del coronel Aguilar, o sea el de Álvaro Uribe, amigo de la guerra? ¿Quién entiende semejante oxímoron?

Durante la pasada campaña electoral escribí una columna titulada ‘Tocó votar por Santos’, donde dije que “lo más perjudicial que le podría ocurrir a la paz de Colombia sería que Zuluaga obtuviera más votos que Santos en la primera vuelta”, como en efecto ocurrió. Fue por ello que sin ser santista di mi voto en ambas vueltas por el presidente en ejercicio, y su reelección condujo a evitar lo que con el triunfo del candidato títere de Uribe habría sido una catástrofe humanitaria para Colombia.

Hoy me enfrento a la misma disyuntiva, pues es obvio que detrás de la familia Aguilar está el expresidente Uribe. Desde el primer día de esta campaña manifesté mi simpatía por Leonidas Gómez, sobre todo después de saber que fue escritor y director de teatro durante diez años y promotor cultural toda la vida, pero hoy soy consciente de que ‘el palo no está para hacer cucharas’.

Es por ello que anuncio desde ya mi voto por Didier Tavera, alguien a quien además he visto en acción y he descubierto que es el que mejor se expresa, y porque despierta fervor y acogida sincera entre su gente, algo de lo cual carecen Díaz y Sánchez. Pero por encima de cualquier otra consideración, mi voto por Didier encarna la esperanza en que vientos nuevos comiencen a soplar para Santander cuando sea posible al menos atajar al coronel Hugo Heliodoro Aguilar y todo lo que él representa.

DE REMATE: No puedo retirarme sin manifestar mi asombro ante el hecho inusual de que el coronel Aguilar anda metido hasta los tuétanos en una campaña electoral, pese a que sigue siendo reo de la justicia. El hombre está en libertad condicional porque cumplió las tres cuartas partes de la pena, sí, pero hoy paga la cuarta parte restante, y en tal medida ni siquiera puede ejercer su derecho al voto. ¿Restringe esa condición de reo sus derechos civiles de participar en política? Averígüelo Vargas…