martes, 26 de abril de 2016

Crónica de una muerte (académica) anunciada




Ocurrió en alguna ciudad intermedia de la costa Atlántica y la protagonista de esta historia no puede aparecer, para evitar eventuales retaliaciones ‘uribistas’. Digamos que se llama María Lucía Triana. Tiene 15 años, está en décimo grado del bachillerato y estudia en un colegio privado cuyo rector y dueño es diputado por el Centro Democrático a la Asamblea de su departamento.

En clase de Español y Literatura, para celebrar el Día del Idioma del 23 de abril les pusieron de tarea escribir una apología, o sea un “discurso en el que se alaba, defiende o justifica a alguien o algo”. Por ser María Lucía la más ‘pila’ de su curso, la escogieron para que los representara delante de todo el colegio.

La destacada alumna escogió como tema de su apología el periodismo, y desarrolló una línea de pensamiento claramente antiuribista, donde dijo cosas como que “en el marco del periodismo contemporáneo encontramos una urdimbre de historias en torno al presente político, económico, social y cultural de una nación. Esta es una de las bases de la comunicación, donde la verdad no siempre se presenta completa, y en muchos casos desgarrada o manipulada”.

Hasta ahí, todo bien. Pero las cosas pasaron de castaño a oscuro cuando de las tres hojas que sostenía en sus manos, en la segunda soltó este perla: “son muchas las veces que el periodismo ha degenerado hacia la defensa de los poderosos o hacia el proselitismo político, como cuando RCN Noticias aparece defendiendo las bancadas maquiavélicas del Centro Democrático, el partido derechista del maquiavélico Álvaro Uribe, valga la redundancia”.

Cuenta la apologista en mensaje que me hizo llegar por el Messenger de Facebook, que justo cuando leía esa línea levantó los ojos hacia el rector y observó que se hallaba descompuesto, y de descompuesto pasó a airado cuando remató con esto: “Gran parte de los medios en Colombia han caído en la banalidad, en la exaltación de la farsa, en la glorificación de la estupidez. Nos han convertido en sombríos reflejos parlantes mientras manipulan las conciencias de los más intelectualmente débiles, que son mayoría”.

Cuando acabó de leer, según la corresponsal caribeña “se me acercó un profesor y me dijo que el rector quería hablar conmigo. Yo sin miedo fui, él me esperaba sentado frente a su escritorio, en su imponente silla reclinable. Tomé asiento, sabiendo para dónde iba el asunto. Él me dijo que yo no podía decir eso frente a todo el colegio, que era una falta de respeto con la institución, y que eso me podía acarrear una suspensión académica, incluso una expulsión. Yo le dije que entonces dónde quedaba la libertad de expresión, y él me respondió que yo podía decir todo lo que quisiera o pensara, pero no en su colegio. Entonces le dije que si era por lo de estar en contra del Uribismo, tenía que expulsar y suspender a muchos alumnos, incluso a profesores. Y que si yo fuera él pensaría dos veces lo de la expulsión, por las consecuencias que le podía acarrear. Y sin más me levanté de la silla y al salir hasta azoté la puerta”.

El intento de censura no paró ahí, porque de la rectoría llamaron al papá de la adolescente rebelde para pedirle que le enseñara a su hija “a distinguir espacios”, y este les habría respondido que “los que tienen que aprender a distinguir espacios son ustedes”, porque “la libertad de pensamiento es sagrada”. A continuación –según el relato que conozco- el padre llamó a su hija para manifestarle el orgullo que sentía por ella ante lo ocurrido.

Esto habría podido quedarse en lo anecdótico, pero se convierte en una historia periodística sin igual cuando una niña de 15 años les canta la tabla a las directivas de un colegio donde el credo uribista manda la parada. Les metió un gol, mejor dicho: cuando María Lucía comenzó a hablar, el balón había horadado la malla. Ya no podían detenerlo.

Lo lamentable es que lo ocurrido deba mantenerse en los términos de un relato gaseoso, que no permite identificar al colegio ni el nombre del ofendido rector, y menos la ciudad, para evitar represalias desde lo académico o incluso desde lo legal, si por ejemplo ante un juez quisieran obligarla a cambiar su versión. Colegio versus adolescente, hágame el favor.

Cuando María Lucía me escribió contando lo ocurrido, la invité a encarar la situación y hacer la denuncia con nombres propios. Pero me habló del riesgo tanto para su vida académica de ahí en adelante, que le podría implicar un cambio de colegio cerca de la culminación de su bachillerato, como para su propia familia en el municipio donde viven, de mayoritaria composición uribista e ingrata recordación paramilitar.

Es por eso que los protagonistas de este relato deben permanecer en el anonimato, tanto el nombre del colegio y del rector que amenazó con expulsión si persiste en su rebeldía, como el de la pequeña amenazada. Pero había que sentar un precedente, y en tal propósito aquí se ha contado la historia hasta donde el largo brazo invisible de ese poder político-escolar lo permite.

DE REMATE: En honor a la verdad, las consultas técnicas y testimoniales que he hecho no permiten hasta ahora tener certeza de que quien aparece en la foto que publiqué en mi última columna sea Alberto Uribe Sierra. Una voz experta en el tema plantea que pudiera ser Álvaro Cala Hederich, exgobernador de Santander (1984-86) nacido en Zapatoca, además exdirector de la Aerocivil (1994-96) como Álvaro Uribe, y manda esta foto a modo de prueba. Noticia en desarrollo. 

miércoles, 20 de abril de 2016

¿Es el papá de Álvaro Uribe el de la foto?




En días recientes circuló por las redes sociales un fotomontaje donde se ve al senador Álvaro Uribe en la misma mesa con Pablo Escobar, al lado de Victoria Henao, la esposa de éste. El fotomontaje consistió en que remplazaron la cabeza de Mario Henao, el cuñado del capo, por la de Uribe. Tan bien hecho estuvo el montaje que la excongresista Gloria Cuartas cayó en la trampa, lo asumió como real y lo publicó en su cuenta de Twitter. Esto provocó la inmediata reacción del involucrado, por el mismo canal digital: “Montaje. Publica Gloria Cuartas, elegida por FARC y paras en Apartadó, me pidió defenderla”. (Ver montaje y foto real)

Razón tuvo Uribe en salir a desmentirla, pero hay un detalle que no conviene pasar por alto: la presencia en esa misma foto –cubriéndole la espalda a Escobar- de alguien con un enorme parecido físico a José Obdulio Gaviria, tan parecido que en una columna para Semana.com mostré una foto reciente del aludido haciendo con la boca el mismo gesto del misterioso personaje recostado en la pared. (Ver columna). Pero no fui yo sino el hermano del expresidente Andrés Pastrana, Juan Carlos, quien el 20 de septiembre de 2013 publicó la foto original real, sin montaje alguno, con esta leyenda: ¿Quién es el personaje que está a espaldas de Pablo Escobar en la foto?

Al darse por aludido, @JOSEOBDULIO ripostó con estas palabras: “#bellaquería Usted, @jcpastrana, sabe bien q no hay fotos mías con bandidos y q ese no soy yo. ¡Grandísimo bellaco!” Pero Gaviria en su airada respuesta no dijo quién era el de la foto, ni el sujeto en cuestión dio la cara para decir ese soy yo, y el asunto misteriosamente se perdió en el olvido mediático, sin que hasta ahora haya aparecido el estudio morfológico o fenotípico que resuelva la intriga.

Un tiempo después apareció otra foto, esta vez en la cuenta de Facebook ‘Álvaro Uribe NO es el Gran Colombiano’, donde se ve ya no a José Obdulio ni a Uribe sino al papá de este, Alberto Uribe Sierra, departiendo en una reunión social con el abatido narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, alias ‘El Mexicano’.

Publiqué la foto en mi cuenta de Twitter advirtiendo que no sabía si se trataba de un ‘fake’, y dándole el crédito a la página de donde la tomé. (Ver foto). Era el lunes 9 de marzo del año pasado. La imagen provocó un retuiteo intenso, por lo que debió haber llegado a ojos u oídos del expresidente Uribe, quien ese mismo día sin mencionarme decidió reproducirla en su cuenta, con esta leyenda: “Le inventaron a mi padre capul y cabello tupido en la coronilla para este burdo montaje de la foto de abajo”. (Ver trino).

En lo que desde el ámbito psicoanalítico podría interpretarse como un lapsus, observé que ahí Uribe no estaba negando que fuera su papá el que aparece sentado frente al segundo más grande bandido que hubo después de Pablo Escobar. No, su alegato era porque le habían agregado pelo.

Esa misma extrañeza se la planteé a @AlvaroUribeVel, y mi sorpresa fue mayúscula cuando recibí de él dos mensajes directos o DM, donde en el primero cometió un segundo lapsus al decirme “No sea vergajo. Hago montajes sin cambiar de personaje. Respete”. Y tres minutos después corrigió su error: “Vergajo. Si va a hacer montajes no cambie de personajes. Calumnie pero no me cambie de papá. Bastante abusó ya en Semana, revista de contratistas”. (Ver ambos DM).

Quise responderle diciendo que “si se fija debajo de la foto, fue publicada por el grupo de Facebook ‘Uribe no es el Gran Colombiano’, del cual no hago parte”. Eso para aclararle que yo no había sido el autor de la publicación, pero mi mensaje no le pudo llegar porque apenas me envió su DM procedió a bloquearme, ante lo cual consideré que obró el refrán del que “tira la piedra y esconde la mano”.

Son numerosos los fotomontajes que a Álvaro Uribe y su familia les hacen a diario, pero es llamativa la atención que le prestó a esa foto, frente a la cual de entrada hay que advertir que el hijo de Alberto Uribe Sierra tiene razón en que le agregaron pelo, cabello o capul a la cabeza, pero con eso no está desmintiendo que la persona que está ahí sea su papá. O sea que no estaríamos hablando de un fotomontaje, sino de una foto retocada.

Así las cosas, la discusión debe centrarse es en dilucidar si la persona que aparece sentada frente a Rodríguez Gacha es o no Alberto Uribe Sierra, o si fue que hicieron lo mismo que con la cabeza del cuñado de Pablo Escobar –que suplantaron para poner la de Álvaro Uribe- o si fue que le suplantaron no la cabeza sino el cuerpo entero al contertulio del Mexicano, que no creo.

¿Qué por qué no lo creo? Porque el mismo senador Uribe Vélez reconoció en un trino de su autoría fechado el 9 de marzo de 2015 que era su papá el señor que aparecía sentado frente a Gonzalo Rodríguez Gacha, pero que le habían agregado “capul y cabello”.

DE REMATE: Es por lo menos curioso que el nombre de Alberto Uribe Sierra aparezca también en el cartel de una corrida de toros patrocinada por el único dueño de Medellín Sin Tugurios, Pablo Escobar (ver cartel); y que Escobar publique un aviso de pésame tras la muerte del papá de Álvaro Uribe (ver aviso); y que Santiago Uribe aparezca en una foto al lado de Fabio Ocho Vásquez (ver foto); y que el papá de este y socio de Escobar, Fabio Ochoa Restrepo, diga en un libro de su autoría que “Alberto Uribe debía ser el Ministro de Agricultura de por vida. (…) Su hijo Álvaro es otro exponente de talla presidencial, y Santiago ni se diga” (ver cita completa). Son demasiadas las coincidencias y sospechosa tanta cercanía con tan poderosos narcos, ¿no les parece?

martes, 12 de abril de 2016

Peñalosa está obligado a renunciar




¿Qué pasa si usted se casa con una mujer que le dice que es Economista de la Javeriana, y veinte años después descubre que en realidad estudió seis semestres de Finanzas en la San Marino? ¿No le entrarían como ganas de pedirle el divorcio, al sentir que su confianza fue traicionada desde el primer día?

Algo parecido ocurre con la mentira en la que cayó de plancha nuestro ex querido alcalde Enrique Peñalosa, después de que se supo que desde hace casi treinta años figuró en su hoja de vida un doctorado de la “Université de Paris II” que no tenía. Esto se traduce en que traicionó en forma reiterada la confianza del electorado que en dos ocasiones lo eligió alcalde de Bogotá, y eso implica una responsabilidad política, falta ver si también legal.

El engaño fue descubierto por Juana Afanador y Carlos Carrillo y revelado en una documentada columna para El Espectador (El tal doctorado de Peñalosa no existe), donde cuentan que en la Universidad de Paris II no está registrada la tesis que acreditaría el título. A esta publicación le hizo eco la misma revista Semana que tanto lo venía defendiendo, en un artículo que reproduce las solapas de dos libros de su autoría con la reseña del tal doctorado. Es de elemental sentido común que él tuvo que revisar las solapas antes de su publicación, o sea que en ambos casos avaló la mentira. Y dice Semana que “el tema no es de poca monta, porque un título de ese calibre representa logros académicos que no cualquiera puede ostentar”. (Ver artículo)
Frente a esto su oficina de Prensa –porque él no puso la cara- salió con que “Enrique Peñalosa nunca ha dicho, él personalmente, tener un doctorado. La aparición del “doctorado” en la página web www.bogota.gov.co fue introducida por un periodista que hizo la tarea de escribir todos los perfiles del nuevo gabinete que llegaba. Pudo haber sido una mala interpretación del título DESS en Administración Pública de la Universidad de París. El error ya fue corregido”.

El problema de fondo reside en que es muy fácil demostrar que Peñalosa sí ha abierto la boca para decir que tiene un doctorado, comenzando no más por lo que el año pasado le contó al periódico O Globo do Brasil: “Formei-me economista e historiador, com Ph.D. em Paris”. Traducción: “Me formé como economista e historiador, con Ph.D. en París”, donde Ph.D. traduce doctorado. (Ver entrevista). Ahí mintió, con conocimiento de causa.

Y la mentira se hace más protuberante cuando se sabe que el 8 de abril pasado el tuitero Vicko Dávila (@eldeltapabocas) se dirigió al senador Carlos Fernando Galán para mostrarle un enlace de Youtube donde le dice que “¡En el minuto 1:03 del video promocional de campaña sale que tiene doctorado!!!” (Ver trino). Se refería a la reciente campaña de Peñalosa a la alcaldía, y con ello Vicko respondía a un trino de Galán donde dijo que “aquí está la hoja de vida que Peñalosa presentó a la Función Pública, para que dejen de mentir”. (Ver trino de Galán).

No sabemos si fue el propio senador de Cambio Radical quien de inmediato ordenó retirar el video, pero lo cierto es que cuando unos minutos después de su publicación hice clic en el enlace, apareció un pantallazo donde se lee que “El usuario ha suprimido este video”. (Ver pantallazo). Esto significa que procedieron raudos a ocultar el hallazgo, o sea que ya no solo Peñalosa sino su entorno más cercano, incluido por supuesto el senador Galán, serían cómplices al menos del ocultamiento de una evidencia.

La oficina de Prensa de la Alcaldía de Bogotá remató su comunicado indicando que “el error ya fue corregido”, pero habría que preguntar entonces por qué el día de su posesión se escucha al presentador oficial del evento, Humberto Rodríguez, decir ante una abarrotada Plaza de Bolívar que “hizo estudios de doctorado en Administración Pública en Francia”, y Peñalosa no lo interrumpe para corregirlo del error, del mismo modo que tampoco corrige al periodista Víctor Carrillo cuando lo entrevista y delante de él dice que “tiene un doctorado en Administración Pública de la Universidad de París”. Las dos escenas anteriores están en un video de @CarlosCarrilloA que también recoge la imagen que quisieron desaparecer del video de la campaña, e incluye un repaso de las numerosas hojas de vida o reseñas de medios donde aparece con doctorado. (Ver video).

Carlos Carrillo es el mismo que escribió el artículo ‘Peñalosa y su trancón de intereses’, donde pretende demostrar que el repitente alcalde es el mayor promotor de Transmilenios y de autobuses Volvo en el mundo, y en cumplimiento de tal misión ha actuado como presidente del ITDP (Institute for Transportation and Development Policy), y por este concepto “el ITDP le ha girado directamente 468.394 dólares, a cambio de hoy unos 1.500 millones de pesos”. (Ver artículo) Tanto fundamento tendrá el artículo de Carrillo, que fue citado por Daniel Coronell en su columna del pasado 13 de febrero, titulada Condenados al bus, donde anunció que se trataba de “un muy interesante trabajo –publicado en algarete.com.co– del cual tendremos que hablar en detalle”. (Ver columna de Coronell).

Pero nos estamos saliendo del tema, porque se trata es de lamentar que con Enrique Peñalosa estemos frente a un mentiroso contumaz, como quedó plenamente demostrado. Mi humilde opinión entonces es que desde lo ético –para no hablar del pundonor- Enrique Peñalosa está obligado a renunciar a la alcaldía de Bogotá. Seguramente no lo hará, pero después no pregunte si se convierte de nuevo en el hazmerreír de quienes lo pusieron a hacer planas por colarse no en Transmilenio, sino en un sitial académico que nunca le correspondió. (Ver lo de las planas).

DE REMATE: La columna de Yohir Akerman del domingo pasado (Mentiras académicas) muestra casos de personas que mintieron en su currículum y en consecuencia renunciaron o los echaron. Entre esos el presidente y CEO de Yahoo! Inc, Scott Thompson, quien agregó un título inexistente en contabilidad (ni siquiera un doctorado) y fue despedido con este argumento: “si el señor Thompson embelleció sus credenciales académicas, creemos que: 1) socava su credibilidad como un experto y 2) refleja fallas en su liderazgo y en su carácter de dirigente”. Si eso es al presidente de una empresa privada, menos se le puede permitir a quien ocupa con una falsa credencial el segundo cargo más importante de Colombia.

martes, 5 de abril de 2016

Lo que faltaba: la guerrilla uribista




En este conflicto armado que amenaza con agravarse, tienen razón los que decían que convenía iniciar también conversaciones de paz con las fuerzas que representa Álvaro Uribe. A la par que se desmovilizan las FARC y el ELN asistimos a  la consolidación de un movimiento guerrillero neoparamilitar, que se expande con la intención de remplazar a esos grupos y ocupar territorio, hacia el objetivo estratégico de recibir tratamiento político en un futuro.

Son tres las agrupaciones que en este escenario hacen sentir su accionar desde que ocurrió la supuesta desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia: 1) Las Autodefensas Gaitanistas (AGC), que los medios identifican como el clan Úsuga o los Urabeños; 2) Los Rastrojos o Rondas Campesinas Populares (RCP), creados por Wilber Varela alias "Jabón"; y 3) Las Águilas Negras, que agrupan a los paramilitares que no quisieron desmovilizarse, entre ellos Vicente Castaño. Cada uno de estos grupos tiene presencia en 119, 76 y 39 municipios respectivamente, para un total de 234 municipios ‘influenciados’.

El paramilitarismo en Colombia no surgió por generación espontánea. Fue el resultado de una alianza entre empresarios y ganaderos que ponían la plata, mientras sectores militares de extrema derecha armaban, protegían y capacitaban a esos grupos para que hicieran el trabajo sucio de ejecutar masacres sobre cualquier vereda o pueblo del que se sospechara que apoyaba a guerrilleros, en función de lo que ellos llamaban “quitarle el agua al pez”. Eran acciones de corte terrorista, pues se trataba de sembrar el terror para cortar con baños de sangre cualquier posible vínculo anterior o futuro entre pobladores y guerrilla.

La verdad monda y lironda es que estos grupos no desaparecieron, porque el enemigo al que querían aplastar tampoco desapareció. Y en consideración a que podían requerir nuevamente de sus servicios (como viene ocurriendo), lo que hicieron fue disminuir el número de efectivos bajo la tramoya de una negociación en Ralito, pero se dejó intacta su capacidad bélica. Esta es precisamente la que hoy renace al son del paro armado que inmovilizó a 36 municipios de cinco departamentos (Córdoba, Sucre, Bolívar, Antioquia y Chocó) como antesala de la ‘celebración’ de la marcha uribista del pasado 2 de abril, a la que invitaron con panfletos intimidatorios tanto el clan Úsuga como Las Águilas Negras.
 
En este contexto es bien diciente lo que le dijo Uribe a Noticias RCN desde Medellín, la ciudad donde fue más concurrida la marcha: “Le dan impunidad a un grupo, aparece otro. Así Colombia no saldrá de la violencia, y nos ayuda a crear conciencia sobre el efecto destructor de la corrupción”. Luego, el mismo periodista-activista que encabezó su nota diciendo “es incalculable el número de personas que se sumaron a esta gran protesta nacional”, retomó las palabras de Uribe para señalar que “el paro armado en Colombia obedece a la corrupción que el gobierno ha ofrecido, impunidad que ha alimentado el poder de las estructuras criminales”. Y a continuación el reportero dio paso de nuevo a las palabras de Uribe, quien dijo casi lo mismo que segundos antes, como si quisiera recalcar el libreto en ese punto específico: “Cada que le dan impunidad a un grupo terrorista, surgen otros. Cuando se le da impunidad a un grupo narcoterrorista, los demás se sienten autorizados para escalar el delito”. Ojo: “autorizados”.

¿Y cuál creen que fue el titular que le encontró el noticiero que dirige Claudia Gurisatti? Un cuarto eco para la misma idea: "Cada que le dan impunidad a un grupo terrorista, surgen otros": Uribe durante marcha”. (Ver nota de RCN). No se requiere ser semiólogo para advertir que en esta reiteración semántica se aprecia un mensaje subliminal de justificación y apoyo, tanto al grupo organizador como al paro armado que había terminado el día anterior. Y hay además una amenaza intimidante, cuando el senador Uribe anuncia que “Colombia no saldrá de la violencia”.

Pero fijémonos sobre todo en la justificación, porque allí da a entender que si fue posible negociar con un grupo narcoterrorista de izquierda, igual se requerirá un día negociar con el grupo narcoterrorista de derecha que no solo patrocinó su marcha sino que puso especial empeño logístico en Córdoba, cuna del paramilitarismo en Colombia y sede de la hacienda El Ubérrimo, al ladito de Montería, paralizada 24 horas antes por ese reducto paramilitar del que el expresidente no se puede sentir orgulloso de haber desmovilizado, pero que tanto le ha ayudado a su proyecto desde la trastienda.

El gobierno de Juan Manuel Santos cometió un grave error cuando subestimó el tal paro armado y no militarizó la región para garantizar la movilidad de los ciudadanos, con lo cual le dio pólvora al uribismo, al capitalizar este a su favor la ausencia del Estado en tan crucial momento. La militarización de la vida civil se dio entonces desde la otra orilla, y a las Fuerzas Armadas se les vio asumir un papel omisivo, o cobarde, o… ¿de repliegue táctico?

Sea como fuere, estamos ante un fenómeno neoparamilitar que amenaza con crecer si no se le pone a tiempo su tatequieto, porque asume como propia la doctrina de la Seguridad Nacional que identifica en líderes populares y gente de izquierda al ‘enemigo interno’ que se debe destruir, como en efecto ha comenzado a ocurrir de nuevo. Ya el editorial de El Espectador del 2 de abril (Andan sueltos los jinetes de la muerte) alertaba sobre el alto número de “asesinatos selectivos de defensores de derechos humanos, activistas de tierras y en general líderes de izquierda afines al proceso de paz”, mientras el alto comisionado para los Derechos Humanos, Todd Howland, advertía que “casi la mitad de estas personas están relacionadas con el Partido Comunista, la Marcha Patriótica o la UP”. Demasiada coincidencia, sin duda.

El neoparamilitarismo llega con la consigna de sembrar zozobra, y esa zozobra le cae como anillo al dedo al propósito de las fuerzas oscuras interesadas en demostrar que nunca se debió negociar con los terroristas de izquierda, porque ellos, los terroristas de la derecha, persistirán en su propósito de aniquilar al enemigo desmovilizado, u obligarlo a regresar al monte.

Mejor dicho, bonito posconflicto el que nos espera con estos nuevos aliados del ‘guerrero’ Álvaro Uribe Vélez…

DE REMATE: El cubrimiento que hizo RCN Noticias de la marcha uribista fue vergonzoso: cambiaron el periodismo decente por el más impúdico proselitismo político. Le dedicaron la primera media hora a la marcha. La segunda noticia fue el anuncio del presidente Santos referido a que no habrá racionamiento. Duró dos minutos. Me apiado de los pobres periodistas a quienes obligan a hacer propaganda de exaltación al uribismo a cambio de vergonzosos sueldos.