martes, 26 de julio de 2016

María Jimena, la paz sí es liberal




Muy rara vez difiero de María Jimena Duzán, brillante columnista de Semana, pero hay ocasiones en las que pareciera que se le van las luces. Recuerdo en particular una columna suya donde consideró “un adefesio” el proyecto que presentó el Partido Liberal en cabeza de Viviane Morales para impartir el voto obligatorio o pedagógico, que lamentablemente terminó por hundirse (ver columna).

Me atrevo a pensar que lo de María Jimena con los liberales es ya un asunto personal, porque fuera de todo el palo que le ha dado a Ernesto Samper, esta vez la emprendió contra César Gaviria porque Juan Manuel Santos lo nombró “jefe supremo” de la campaña por el sí en el plebiscito, y por tal motivo se preguntaba en reciente columna si “¿La paz será Gavirista?”. (Ver columna).

María Jimena al parecer no es consciente de que con su inquina abona la semilla del descontento que el uribismo quiere sembrar en torno a Santos, cuando dice que ese nombramiento “trae malos presagios, ya que convierte la paz en un asunto partidista”. Ella no advierte que la paz es un asunto POLÍTICO de monumental trascendencia, y que es políticamente correcto encomendarle esa tarea al partido que más se ha esforzado por lograr la paz. Y aclaro, por si las moscas: no pertenezco al Partido Liberal, pero sí me precio de tener ideas liberales.

Aquí no pasa como con el yupi Andrés Pastrana que en 1998 le arrebató la bandera de la paz a Horacio Serpa y corrió a tomarse la foto al lado de ‘Tirofijo’ y el ‘Mono Jojoy’, con los desastrosos resultados que ya se conocen. Desastrosos tanto por su gobierno, como por haber propiciado el nefasto régimen de Álvaro Uribe, quien tras ocho años de mandato se volvió adicto al poder y quiso perpetuarse en la presidencia, y al no lograrlo convirtió a Colombia en víctima colateral de su síndrome de abstinencia, desde su cuenta de Twitter.

Hoy la tarea –también monumental- consiste en enfrentar el salvaje embate de las fuerzas oscuras que se han levantado contra la paz, fuerzas que el expresidente Uribe comanda en siniestra dupla con su feroz coequipero Alejandro Ordóñez, quien convirtió a la Procuraduría en trampolín de su candidatura a la presidencia por el Partido Conservador y ahora se la pasa por todo el país repartiendo regalos a costa del erario. (Ver campaña).

Hay que explicarle a María Jimena que esto no es cosa de revolver o juntar al expresidente Gaviria con Antonio Navarro, Sergio Fajardo y Claudia López, como ella propone: que haya una especie de sancocho nacional donde quepan todas las tendencias, y entonces la campaña por el SÍ se convierta en una competencia de egos, cada uno tirando por su lado. Como lo que pasó en la Ola Verde.

Esto tampoco es un “duelo de expresidentes”, al decir de MJD, sino la madre de todas las batallas entre dos visiones diametralmente opuestas, una de extrema derecha que prefiere la prolongación de la guerra a permitir que las FARC participen en la vida política nacional, y otra liberal –duélale a quien le duela- que asume que la paz se hace con el enemigo (no con los amigos, como en Ralito), y que el enemigo no se sienta a la mesa para que al final lo cojan preso o le impidan aspirar al poder por la vía de las urnas tras dejar las armas.

Y digo liberal no por un partido determinado, sino porque para hacer la paz se requiere un pensamiento liberal. En tal medida, eso que la columnista ve como inconveniente es la principal virtud del proceso, al tener en los puestos claves a gente identificada con una misma causa, en lo ideológico y en lo político: Humberto de la Calle jefe negociador, Juan Fernando Cristo y Rafael Pardo ministros del Interior y del Posconflicto, Fabio Villegas a cargo del comité promotor del plebiscito, y cito a María Jimena y concuerdo con ella en que “el nombramiento del expresidente Gaviria es la cereza que le faltaba al pastel”. Acertada metáfora, además, por lo rojo de la fruta.

No nos llamemos a engaños, hoy el enemigo de la paz no son las FARC sino Álvaro Uribe y Alejandro Ordóñez, quienes con sus alaridos –y con la irresponsable complicidad de poderosos medios- copan la escena en aplicación de la consigna de “hacer invivible la República Liberal”, la misma con la que Laureano Gómez le hizo la vida imposible a Eduardo Santos, tío abuelo del actual presidente.

He ahí la trascendencia del momento histórico, y por eso se requiere una voz cantante hablándole claro al comandante en Jefe de esas fuerzas oscuras que nos quieren llevar a la prolongación del conflicto armado, porque saben que la paz los aniquila. Hablar claro es cuando Uribe propone salir con banderas negras el 20 de Julio en señal de duelo, y Gaviria le responde sin pelos en la lengua que "izar la bandera negra es de fascistas como Mussolini" (ver noticia).

El temor principal de María Jimena es que el plebiscito pueda ser utilizado “para inclinar la balanza hacia un lado con miras a imponer un candidato presidencial en 2018”. Ahí ya pasamos de la extrañeza al asombro, pues tenemos entendido que para eso es la política: para tratar de hacer preservar en el tiempo las ideas de quien está gobernando, y para que quienes están en la otra orilla intenten imponer unas tesis que los conduzcan a la conducción del poder que no tienen o perdieron.

Así las cosas, ¿qué puede haber de incorrecto o pecaminoso en que el gobierno trate de abrirle paso a una candidatura liberal de centro para su jefe negociador de la paz, Humberto de la Calle? ¿No es acaso la opción más atractiva que tiene el Partido Liberal? Pero ojo, que a la vez Santos le pavimenta la vía a su vicepresidente Germán Vargas, liberal de derecha, nombrando a su gente e incluso propiciando la elección de Néstor Humberto Martínez en la Fiscalía. ¿Habría ahí una hábil jugada de tahúr para propiciar la reunificación del liberalismo y cerrarles el paso a otras fuerzas? Me suena, me suena… Y si así fuera, ¿qué habría de malo en ello? Para eso es la política, y es un millón de veces -y de voces- preferible que se impongan las ideas liberales sobre las conservadoras.

Esto permite entender entonces por qué la paz es liberal y por qué María Jimena Duzán, también de pensamiento liberal, no debería escandalizarse tanto.

DE REMATE: Se equivoca César Gaviria cuando propone dejar de investigar a Álvaro Uribe por su supuesta participación en la masacre de El Aro (Antioquia). Una cosa es que en aplicación de la justicia transicional los criminales no paguen cárcel, y otra que se pretenda ocultar la verdad, más tratándose de delitos de lesa humanidad. La verdad es de obligatorio cumplimiento. 

martes, 19 de julio de 2016

Línea directa con la infamia


Hay columnas que son aburridas de escribir, pero hay otras que se escriben con enorme fastidio. Es el caso que hoy me ocupa.

A raíz de mi última columna el señor Ernesto Yamhure –quien tenía línea directa con Carlos Castaño, como lo demostró Vladdo en 2011 (ver noticia)-, se vino lanza en ristre contra mí en Twitter por cuenta de un hermano médico que en alguna ocasión tuvo problemas con la justicia, a quien le impusieron una pena que ya pagó. Ante eso, solo hay una respuesta posible: la diferencia básica entre ambos es que Yamhure sí tiene pendiente dar explicaciones a la justicia sobre sus vínculos con el máximo comandante de las AUC, uno de los peores asesinos que ha habido en este país, solo comparable con Pablo Escobar. Yo en cambio nada debo ni nada temo, porque no he incurrido ni siquiera en una infracción de tránsito. Tengo mi conciencia tranquila y respondo por mis actos.

No soy el primero que se ve obligado a encarar a Ernesto Yamhure con la firmeza que exige la villanía de sus actos. Ya la directora de Noticias Uno y columnista de este diario, Cecilia Orozco, debió denunciarlo ante la Fiscalía por injuria y calumnia cuando dijo de ella que es “del cartel de Cali” y la llamó “narcoperiodista” (ver noticia). Luego el turno fue para Édgar Artunduaga, director del portal Kienyke.com, quien definió a Yamhure como terrorista informático sustentado en que “en su condición de residente en Estados Unidos dispara calumnias, injurias, amenazas, ofensas y vituperios” (ver noticia). Yamhure reviró diciendo que Artunduaga fue el jefe de prensa de Pablo Escobar, lo acusó de haber participado en el asesinato de Rodrigo Lara Bonilla y habló de un cuñado suyo en supuestos nexos con paramilitares. Artunduaga cumplió con el deber de entablar demanda ante la Corte Criminal del Condado de Miami, donde reside el autor de los libelos.

Yo también estoy en el deber de defenderme de sus rastreras acusaciones, y por ello me he visto en la obligación de tomar este espacio de opinión para hacer una enfática aclaración, no ante el difamador sino ante el público lector que debió quedar asqueado con sus delirantes afirmaciones.

Ernesto Yamhure se precia en su avatar de Twitter de ser católico, pero incurre en desobediencia al octavo mandamiento: “no decir falso testimonio ni mentir”. Tras enterarse de que el incurso en un delito era médico, su imaginación afín a lo paramilitar lo traicionó, pues dibujó al galeno abriendo barrigas de mujeres para “llenarlas de coca” (ver trino). Aquí entre nos, los que rajaban barrigas –y con motosierras- eran precisamente la clase de gente que Yamhure defendía en sus columnas, hasta que se supo de esa línea directa y por tal motivo le cerraron sus tribunas de opinión en El Espectador y en Caracol Radio. Incluso Fernando Londoño le canceló su presencia habitual en La hora de la verdad, su programa radial en la Cadena Súper (ver noticia).

No existe el delito de consanguinidad y Yamhure lo sabe, pero se le ha ocurrido que en mi caso sí. Por tal motivo, es pertinente preguntarle si dicha presunción de culpa cobija también al expresidente Álvaro Uribe por cuenta de su hermano Santiago, también preso, y no por traficar con coca sino por comandar un grupo paramilitar autor de múltiples e inocultables homicidios. Ya sé que va a salir con que no ha sido condenado en juicio, pero hombre, está preso, y para dictar orden de captura se requieren pruebas. Y hombre, ¡en diez años fueron sido asesinados 7 de 12 testigos! ¿Eso tampoco cuenta? (Ver noticia). Conviene que lo explique, pues daría la impresión de que para Yamhure hay delincuentes buenos, dependiendo de la familia que los cobije.

Es fastidioso como ya dije tener que escribir sobre esto, pero no puedo quedarme callado después de que el hombre pretendió barrer el piso con mi prestigio, y el silencio llevaría implícito un reconocimiento de culpa. Soy consciente de haber despertado la ira de la bestia cuando mostré algunos contratos suyos y de José Obdulio Gaviria con el gobierno de Uribe (ver trino). A partir de ahí arreció sus embates, haciéndome ver como culpable de algo en lo que no tuve participación alguna. Él necesitaba enlodarme para tranquilizar su conciencia, y dije al respecto que cuando la vida privada o familiar de la gente se vuelve tema de acusación, es que el acusador se quedó sin argumentos.

Teniendo en cuenta que de un vulgar matoneo pasó a una feroz persecución a la que se sumó el uribismo en masa, denuncié ante Twitter la cuenta @ernestoyamhure, y aporté como pruebas el trino de las barrigas rajadas y una encuesta donde invitó a votar en estos términos:

Usted cree que @Jorgegomezpinilla es:
- Un psicópata
- Un vulgar contratista
- Un resentido social
- Hermano de un mafioso

Denuncio esto como un ataque aleve contra mi derecho al buen nombre, realizado por alguien que huyó a Miami cuando se supo de sus relaciones con el máximo comandante de las AUC, Carlos Castaño. Esa es la verdad que siempre elude, mientras acusa con calumnias e infamias a todo aquel que no comulga con su credo de extrema derecha.

Sea como fuere, el único modo de salir airoso de esta encerrona es enfrentando a Yamhure con la verdad, tanto en lo que atañe al rastrero ataque del que me hizo víctima, como al hermano mío que por ambicionar un dinero fácil terminó convertido en la vergüenza de la familia, y cuyo proceder a su vez nos hizo víctimas.

Como dijo Julio César al cruzar el río Rubicón para ir a rebelarse ante el Senado: “Alea jacta est”.

DE REMATE: Cuando José Obdulio Gaviria les dice a los del CD que “deben estar dispuestos a aceptar que Uribe trace una política de alianzas", es porque su patrón está pensando en que para 2018 les irá mejor sin candidato propio, aliados con Germán Vargas o Alejandro Ordóñez. El que pinte mejor en las encuestas. Mientras tanto, la Unidad Nacional hecha pedazos…


lunes, 11 de julio de 2016

Un fiasco llamado Leszli Kálli


El diccionario define fiasco como el “resultado adverso en una cosa que se esperaba sucediese bien”. Es lo que hoy ocurre con Leszli Kálli, una mujer de rostro cautivador que se hizo célebre por el libro que escribió tras el secuestro del que fue víctima  en 1999, cuando el ELN se apoderó del avión de Avianca donde viajaba. Leszli es de esas personas que al principio pintan bien y con su sola presencia generan una inmensa expectativa, pero con el paso de los días flaquean y terminan en el légamo del desprestigio por un manejo equivocado de su inteligencia emocional.

Luego de la dolorosa experiencia del secuestro –que al parecer le dejó secuelas psicológicas- Kálli viajó a Canadá, donde estudió cuatro años de Diseño Gráfico, y a su regreso comenzó a ser conocida como diseñadora y defensora de animales. Por cosas de la vida terminó trabajando en la revista Soho, donde además se desnudó para su edición 150 con una única foto retadora en topless y cucos rojos para el Procurador General de la Nación, a quien por ser un redomado taurófilo le dijo esto: “Señor Alejandro Ordóñez: vida es vida, venga de donde venga, una gota de sangre es una gota de sangre de un ser viviente. La vida se respeta, sea de un feto o sea de un toro. No queremos doble moral”. (Ver foto).

Leszli Kálli y Gustavo Petro se conocieron por Twitter,  y la empatía entre ambos se habría dado por el tema animal. Ella misma le confesó a El Espectador que en enero de 2012 le envió un DM a Petro diciéndole que quería acompañarlo en su alcaldía, y unos días después fue vinculada con una asignación mensual de $5’100.000.

Luego vino el escándalo que ya se conoce, cuando por supuestos celos de la esposa de Petro la fueron relegando y trasladando de una entidad a otra, hasta que en diciembre de ese año fue desvinculada, y a ello contribuyó que “su personalidad era difícil”, sumado a que se tomaba atribuciones que no le correspondían. Sea como fuere, lo llamativo es que el escándalo estalló casi un año después, y la pregunta del millón es por qué guardó silencio tanto tiempo y por qué conservó durante meses la grabación de una charla privada que sostuvo con el asesor de Comunicaciones, Daniel Winograd, la cual al final no tuvo ningún peso probatorio porque había sido editada.

Tras su regreso a Bucaramanga, Leszli Kálli fue contratada por la campaña de Carlos Fernando Sánchez, el candidato del coronel Hugo Aguilar a la gobernación de Santander, y se dedicó a atacar desde su cuenta de Twitter a los oponentes de este, diciéndole a Holger Díaz que era “LADRÓN de la Salud” y a Didier Tavera que “usted no me intimida”. Pero tras el triunfo de este último recapacita, se le acerca a Iván Aguilar y publica un trino donde dice que “una de las cosas positivas del gobierno de @DidierTavera es @ivanfaguilar. Lo defendí y lo defiendo. ¡PUNTO!” (ver trino).

Hablando de recapacitar, está un artículo suyo titulado “Lo acepto, fui mamerta pero recapacité”, donde se esperaba una exposición coherente de por qué cayó en brazos del uribismo, pero aparece una sarta de insultos mal redactada contra Petro y su esposa, que culmina en una entrega desvergonzada a la nueva causa que acababa de abrazar: “¡Que gire el país a la derecha ya!” (Ver columna).

Como Leszli no sabe escoger a sus enemigos y le dispara a lo que se mueva, terminó metiéndose con la subdirectora de Vanguardia Liberal, Diana Giraldo, a raíz de que esta se sorprendió al verla pidiéndole puesto al secretario de Desarrollo de Bucaramanga, Jorge Figueroa, pese a que durante la campaña había arremetido contra él y contra Manolo Azuero, hoy Jefe de Gobernanza (ver trino). Pero apenas salió elegido Rodolfo Hernández corrió a publicar un trino a favor de Figueroa (ver trino), y no habían pasado 15 días de la posesión del nuevo alcalde cuando le lanzó otro flechazo en el mismo tono (ver trino), y como Diana Giraldo se sorprendió ante semejante incoherencia, descargó contra ella su artillería verbal tildándola de “diva intocable de tres pesos” (Ver trino).

Lo cierto es que al final no le dieron el puesto que le lagarteó a Figueroa, y unos meses después pasamos de la extrañeza al asombro al verla disculpándose con el zar de las basuras de Santander, Fredy Anaya (ver disculpa), por unos trinos donde lo atacó pero cuyo contenido corrió a borrar para evitar que lo agregaran a su rosario de incoherencias, como la de alegrarse por la muerte de un torero al que tildó de “asesino”, o la de ponerse a favor de Paloma Valencia en lo del ‘oso’ que protagonizó cuando quiso pasarle cuenta de cobro al plantígrado.

¿Y a dónde va todo esto?, se preguntará el escandalizado lector. Va a que con motivo de mi última columna, donde conté algo que percibí luego de una experiencia profesional de cuatro meses con la Gobernación de Santander, Leszli Kálli arremetió contra mí en compañía del ‘periodista’  Laureano Tirado mediante una andanada de acusaciones bajas (“contratos suscritos en cañerías”) con las que pretendieron poner en entredicho mi solvencia profesional. Yo expliqué hasta la saciedad que había escrito sobre lo que conocí “después” de una muy corta vinculación, no “durante”, y que estando libre de cualquier atadura puedo escribir sobre lo que me venga en gana, pero eso les entraba por un ojo y les salía por el otro.

Mi extrañeza con Leszli Kálli obedece a que no la conozco ni nunca me he metido con ella, pero fue quien publicó en Twitter el contrato que tuve con la Gobernación (como si trabajar fuera pecado), y mi asombro con Tirado se basó en el inmenso rabo de paja que carga al acusarme de “contratista” cuando es de todos conocido que estuvo en condición ídem con la administración de Richard Aguilar pese a no tener ningún título profesional, y a que era sabido que nunca pisaba el Palacio Amarillo porque tenía un calanchín al que le pagaba para que le tramitara los cobros y la renovación de sus contratos (Ver uno de sus contratos).

Sea como fuere, lo verdaderamente llamativo –y diciente- es que hoy ellos dos son columnistas del portal Los Irreverentes, cuyo director es Ernesto Yamhure, el mismo a quien El Espectador y Caracol le quitaron sus espacios de opinión cuando se supo que sus columnas pasaban por la revisión del comandante de las AUC, Carlos Castaño (ver noticia). Ahí se entiende entonces de dónde provienen los hilos del ataque, pues en más de una ocasión he enfrentado a ese personajillo rufianesco, o sea que ambos son títeres de un aparato con mayor capacidad de hacer daño que la que tiene ese par de santandereanos con sus caucherazos verbales. Conclusión, esto que hoy escribo no va contra quienes son usados como instrumentos, sino contra los que mueven los hilos desde la penumbra.

Y si no me creen, aquí les dejo a modo de remate el ANTES y el DESPUÉS del trasegar erótico-político de Leszli Kálli. (Ver foto).

martes, 5 de julio de 2016

¿Quién le teme a Ancízar Casanova?




Uno de los mayores atractivos de Santander no solo está en el turismo, sino en un acontecer político lleno de sorpresas. Primero fue cuando el alcalde actual de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, de quien se creía había sido elegido por votos de opinión, reconoció en un programa de televisión que su promesa de construir 20.000 casas de interés social había sido para conseguir votos. (Ver confesión).

Después fue una investigación de Vanguardia Liberal que recogió Daniel Coronell en su última columna, la cual muestra aparentes favorecimientos del exalcalde Lucho Bohórquez en un carrusel de contratos por más de 15.000 millones de pesos con una iglesia cristiana de la que una tía suya es pastora. Bohórquez se defendió diciendo que “lo primero que debe quedar claro, es que yo soy católico”.

Por el lado positivo –aunque también ligado a la política- la noticia la puso un video de la Gobernación de Santander que se volvió viral, donde se ve a un grupo de niños en el Palacio Amarillo realizando actividades propias de adultos como barrer, servir tintos o prestar servicios de vigilancia. El éxito estuvo en que logró captar las reacciones espontáneas de las personas cuando veían a los menores disfrazados de trabajadores del edificio. Como pieza de comunicación logró el efecto buscado, el de generar conciencia sobre el absurdo de ver a niños trabajando.

El video a su vez despertó la curiosidad de los medios, y obligó a que su artífice saliera del perfil discreto en que había preferido permanecer. Así, se supo que el ‘chacho’ de las Comunicaciones de la Gobernación es alguien con nombre de galán de telenovela, Ancízar Casanova, dueño de la agencia Lapistudio de comunicación estratégica, quien en entrevista para Oro Noticias contó cómo conoció a Didier Tavera por un simple lance del azar: en un restaurante de Bogotá alguien le dijo que el de la mesa del lado se iba a lanzar como candidato a la gobernación de Santander y, como eso forma parte de su trabajo, Casanova se le acercó, lo saludó y “ahí empezamos a interactuar”.

En los primeros días de septiembre del año pasado Tavera debió acordarse de Ancízar, al ver que su campaña no arrancaba y los sendos candidatos del coronel Hugo Aguilar y su hijo Richard le tomaban la delantera. Así que buscó la tarjeta del estratega y comisionó a su propia hermana para que lo contactara, y en este punto de la historia la comparación con el J.J. Rendón de Juan Manuel Santos es obligada: durante la campaña de 2010 este perdía también frente a la Ola Verde de Antanas Mockus, y Rendón apareció para darle un timonazo consistente en que centró la publicidad en la figura de Álvaro Uribe, llegando hasta el extremo antiético de sacar una cuña donde se imitaba la voz de quien por ser Presidente no podía intervenir en política.

La diferencia con Rendón es que Casanova no llegó a extremos, sino a neutralizar una poderosa campaña de propaganda negra que mostraba a Tavera como socio en el negocio de las fotomultas y portador –sin ser el dueño- de un pasado que lo hacía vulnerable. Y lo logró, después de trazar como directriz que el candidato aprovechara su carisma para centrar la acción en el trato directo con el mayor número posible de personas, sin descuidar lo valioso que aportaba la agencia de publicidad que terminó por desplazar, de la cual recogió el eslogan ‘Santander nos une’.

No sabemos si su apellido le hace honor al nombre, pero lo cierto es que Casanova acabó por ‘conquistar’ tanto al candidato como al Gerente de la campaña, Mauricio Mejía (hoy Secretario de Infraestructura), y el resultado fue que contribuyó de modo decisivo al éxito de una jornada donde el Partido Liberal con Horacio Serpa a la cabeza se llevó los laureles, duélale a quien le duela.

Si de dolientes se ha de hablar, la presencia en la Gobernación de alguien que no es santandereano generó malestar entre algunos periodistas y medios, particularmente los que están en la otra orilla política y se sienten mal-tratados en términos de la pauta publicitaria. Es el caso del periódico El Frente, de filiación conservadora, cuyo dueño el excongresista Rafael Serrano Prada habló en un editorial de “la humillación a que han sido sometidos los directores de la prensa, la radio y la televisión en el despacho del jefe de comunicaciones”, y aseguró además que esto “tiene el tufillo de una retaliación política que se les cobra a los periodistas, porque muchos de ellos estuvieron comprometidos con otras campañas electorales”.

Casanova ha respondido diciendo que “el árbol que da más frutos es al que más le tiran piedras”, y para curarse en salud le entregó al Canal TRO el manejo de la pauta, que supera los mil millones de pesos anuales. Suma de todos modos muy inferior a los casi 12 mil millones que manejó a su antojo el contratista Samuel Melo durante la administración de Richard Aguilar, quien tuvo a los pequeños y grandes medios –entre ellos Vanguardia Liberal- comiendo de la palma de su mano a cambio de buena prensa, e incluso se dio el lujo de manejar la imagen del candidato Holger Díaz (el de Richard) sin abandonar su vínculo contractual con la gobernación.

Es precisamente de frutos que se debe hablar, y tal vez el mayor radica en que consiguió revertir la imagen negativa que se tenía de Didier Tavera al arrancar la campaña. Casanova sostiene que los contenidos los aporta el Gobernador con su trabajo, mientras que su estrategia se limita a “decir la verdad”, y el mérito estaría en “la manera” como lo cuenta, donde lo audiovisual juega un papel preponderante. Según información suministrada por su equipo de trabajo, en el escenario mediático ha centrado su radio de acción en dos frentes: las redes sociales –donde se desenvuelve como pez en el agua- y los medios comunitarios, en particular las emisoras y las páginas web, acorde con su visión enfocada hacia la plataforma virtual.

Si pidieran mi opinión personal sobre lo que está pasando con Ancízar Casanova en la Gobernación de Santander, manifestaría no tener duda en que estamos ante una mente brillante, sumado a que es un ejecutivo dinámico e incansable, y está realizando un trabajo muy creativo, en lo que al manejo de imagen concierne. Ahora bien, si me pidieran un consejo o una respetuosa sugerencia, le recomendaría nunca olvidar el proverbio griego según el cual “cuando los dioses quieren perder a un hombre, le dan poder”.

DE REMATE: Con motivo de la celebración de los 25 años de la Constitución, el exmagistrado Nilson Pinilla les dijo a sus excompañeros de la Corte Constitucional: “¡Por Dios, háganse respetar! Ustedes no pueden seguir sentados en la misma mesa con dos bandidos”. Se refería a Jorge Pretelt, que se hizo a una finca del paramilitar Carlos Castaño, y a Alberto Rojas, que se apoderó de la indemnización de una viuda. Pero todo quedó en un saludo a la bandera, pues los demás magistrados siguen ahí sentados, como si nada…