lunes, 29 de mayo de 2017

Dos mujeres peligrosas en el lugar equivocado




Hay dos aspectos en los que la senadora Viviane Morales y la diputada santandereana Ángela Hernández coinciden como uña y mugre: su accionar político tiene un sustento religioso de claro tinte homofóbico, y ambas están en el partido equivocado.

Lo de Ángela Hernández es una aberración desde la óptica de la coherencia –aberrante incoherencia, mejor dicho- pues milita en el mismo partido del presidente Juan Manuel Santos (La U) pero actúa como su más enconada rival, a tal punto que en torno al plebiscito hizo causa común con el exprocurador Alejandro Ordóñez por el NO, y no solo reclama como propio ese triunfo sino que arremete con inusitada virulencia contra el gobierno bajo cuyo aval fue elegida.

En cuanto a Viviane Morales, hago propias las palabras del implacable abogado y brillante columnista Ramiro Bejarano: “como liberal de convicción, debo decir que la permanencia de la senadora Morales en el Partido Liberal hoy es insostenible ideológica y éticamente hablando”. (Ver columna).

Así es: tan insostenible resulta la Morales liderando desde la política una cruzada religiosa de corte fascista (tan absolutamente contraria al pensamiento liberal que discrimina hasta a su propia hija lesbiana), como ver a la Hernández trabajando en estrecha simbiosis con el más conspicuo representante de la extrema derecha, Alejandro Ordóñez, a quien hizo condecorar en la Asamblea de Santander con la orden Luis Carlos Galán, pese a que al dirigente liberal lo mataron los paramilitares y Ordóñez los apoyaba, como consta en recorte de prensa con fecha agosto 18 de 1987 donde él dijo que “las autodefensas se ajustan a las normas de la moral social, del derecho natural y de nuestra legislación”. (Ver noticia). ¿Cuándo fue asesinado Galán? Vaya coincidencia, el 18 de agosto de 1989, exactamente dos años después del manifiesto apoyo de Ordóñez al paramilitarismo, lo cual le da a esa condecoración el carácter de infamia.

¿A qué obedece que a pesar de asumir posiciones radicalmente opuestas al ideario de los respectivos Partido Liberal y La U, las señoras Morales y Hernández permanecen como miembros activas de esas agrupaciones y no son expulsadas con la deshonra que corresponde a quienes actúan en contravía de sus principios ideológicos? ¿Por qué ni siquiera una sanción, o al menos una cordial invitación a que busquen una agrupación acorde con su visión de derecha clerical, como el Partido Conservador o el Centro Democrático? En este contexto la deshonra es para los partidos que las siguen acogiendo, y su permanencia ahí recuerda a Groucho Marx cuando decía: “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros…”.

Ellas (y ellos) saben que están ‘durmiendo con el enemigo’, y el motivo es de pragmática conveniencia mutua: expulsarlas  significaría perder el inmenso caudal de votos –cada día mayor- que las acompañan, sumado a que su salida las victimizaría y haría ver a quienes aplicaron la medida como unos despiadados machistas, perseguidores de dos cristianas buenas y devotas…

Sea como fuere, su expulsión se ubicaría dentro de lo políticamente correcto, porque si hay algo más peligroso que un fanático religioso, es un fanático religioso con poder político. Y el peligro se hace mayor cuando no son uno ni dos ni tres fanáticos sino una verdadera horda de pastores evangélicos y cristianos alineados (de pronto hasta pagados) por la extrema derecha, como se vio en los días del plebiscito, cuando inundaron las redes sociales de propaganda negra y pusieron a sus marionetas a sembrar el miedo a la ‘dictadura homosexual’ entre una mayoritaria población ignorante, y así lograron el triunfo del NO. Tan productiva les resultó la estrategia que han reactivado a sus legiones de fanáticos, embaucadores y charlatanes, cual perros rabiosos adiestrados para la guerra, con miras a elegir Presidente el año entrante.

De Viviane Morales se pensó que había recibido una merecida derrota en el Congreso con su referendo discriminatorio, pero resucitó al tercer día y logró por persona interpuesta –el magistrado cristiano Carlos Bernal, promovido por ella desde el Senado- torcerle el cuello al acuerdo de paz con un voto definitivo que convirtirá el Fast Track en un paquidérmico Slow Track. ¿Cómo explicar que el liberalismo apoya al gobierno en su propósito de afianzar la paz, pero una miembro de la bancada liberal consigue mediante una ‘ficha’ suya en la Corte Constitucional poner en jaque el acuerdo, y no contenta con lo anterior hace un video donde convoca a sus 'feligreses' contra Santos, en acto de retaliación porque este contribuyó a hundir su proyecto de inspiración medioeval? (Ver video).

Dicen que por el desayuno se sabe cómo será el almuerzo, y esto se traduce en que se avecina una campaña electoral cochina (o peor, asquerosa), donde las moralistas Morales y las homofóbicas Hernández y los corruptos Ordóñez y los farsantes Arrázolas usarán de nuevo a Dios como estandarte de su causa fascista, y si el país se descuida nos tendrán tragando de su mierda confesional a partir de 2018, respaldados por esas mismas hordas de ignorantes que votaron por el NO el 2 de octubre y a las que están en capacidad de movilizar para incendiar el país, si la ocasión lo requiere. Sembrarán el caos, para luego aparecer como sus salvadores.

Por todo lo anterior no es posible culminar esta columna diciendo ‘podéis ir en paz’, porque la evidencia demuestra que están al servicio de una mano negra empeñada en impedir que la reconciliación nacional se consolide. Como dije en columna anterior, esas congregaciones religiosas supuestamente practicantes de la caridad cristiana contribuirían de verdad a hacer un mejor país si comenzaran por quitarle la tilde a la palabra AMÉN. Pero en lugar de “amen”, hoy parecen actuar bajo la consigna “odien”.

DE REMATE: Concuerdo con Humberto de la Calle en que el momento exige “una coalición enorme de todos los que estamos defendiendo el proceso y protegiendo una paz que apenas comienza a nacer”. ¿Escucharon Sergio Fajardo, Gustavo Petro, Claudia López, Jorge Enrique Robledo, Clara López y Antonio Navarro, entre otros?

martes, 23 de mayo de 2017

Columna con ‘vaca’ virtual




Nada más aburrido que pedir plata, así sea para una causa justa, porque la gente llega a sospechar que el que la pide se va a embolsillar al menos una parte. A mí me ha pasado (lo de sospechar), por ejemplo cuando llaman a pedir “para una campaña de Unicef a favor de los niños”. ¿Cómo así, la Unicef pidiendo limosna por call center?, se pregunta uno, capcioso.

Algo que noté a raíz del viaje que hice a Washington D.C. a entrevistar al exembajador Myles Frechette (cuyo resultado fue una tormenta política en la que Uribe tildó a Frechette de “sinvergüenza” y quedó claro de dónde salieron las balas que mataron a Álvaro Gómez), fue que aparecieron desde fundaciones que pensaron que soy un filántropo millonario y pedían mi “generosa donación”, hasta amigos atravesando “un apuro” que creían que yo me había ganado el Baloto porque vieron en mi Facebook que extendí el viaje hasta Las Vegas. Lo que no sabían esos amigos –ni mis enemigos- es que el tiquete a Las Vegas fue costeado por la primogénita hija que vive allá, quien en los últimos cinco años ha cometido el geriátrico abuso de darme dos nietos.

El viaje surgió de improviso cuando Frechette aceptó la entrevista y mi editor aprobó financiar los tiquetes, mas no la estadía. Yo tenía mi tarjeta de crédito bloqueada por ‘exceso de pago’, pero no iba a perder la oportunidad dorada de entrevistar a Frechette, así que me encomendé al Divino Niño (¿han visto a Homero Simpson pidiéndole a Dios un nuevo sabor de tocineta?, así) para que me solucionara la encrucijada que enfrenté el día que debía tomar el vuelo, a saber: no tenía a dónde llegar, ni había hecho reservación. Sin tarjeta de crédito era imposible, y los ahorritos que llevaba no alcanzaban para hotel; alguien me aconsejó buscar alojamiento por Internet en AirBnB, casas de familia donde reciben a viajeros, pero el problema era igual: sin tarjeta de crédito, ni modo.

Debió ser el Divino Niño el de la iluminación, porque entrado el mediodía se me ocurrió acudir a una ‘mentira piadosa’, que titulé Botella al mar: conté en mi muro que había tenido que bloquear mi tarjeta de crédito debido a un intento de clonación, y que este imprevisto me impedía hacer reservación, y pregunté por una casa u hostal donde pudiera registrarme al momento de mi llegada. La sorpresa fue mayúscula ante la avalancha de propuestas que recibí (¡gente que quiere a la gente!) y entre todas llamó mi asombrada atención la de un amigo de Facebook –paisa, para más señas- a quien nunca he visto en persona pero se declaraba lector y admirador de mis columnas. Él, cuyo nombre me reservo pero le guardo eterna gratitud, me contó de una pareja de amigos suyos –ella mexicana, él gringo- a quienes ya les había hablado de mí y estarían encantados de recibirme en su casa… ¡gratis!

Un motivo de decepción a mi regreso de EE UU estuvo en que alentado por las explosivas revelaciones de Frechette, llegué a ilusionarme con que el pago de la entrevista sería proporcional a la importancia de su contenido, pero no fue así. No revelo la suma que me pagaron porque no la creerían, pero no sobra aclarar que por mis columnas no recibo un solo peso, solo prestigio, y fue esto lo que me motivó dos años atrás a escribir algo que titulé ‘El trabajo intelectual es la puta del paseo’. (Ver columna).

Hoy lo urgente me impide abordar lo prioritario, en un escenario donde la urgencia se llama supervivencia económica y la prioridad es la escritura del libro que recoge la investigación periodística que he adelantado sobre el asesinato de Álvaro Gómez (incluyendo las revelaciones de Frechette que faltan), con un título que parodia una novela de cuyo autor no logro acordarme: Crónica de una muerte orquestada. Pensando precisamente en sentarme a escribir el libro sin angustias económicas, contemplé la posibilidad de convocar a un Crowdfunding –o ‘vaca’ virtual que llaman- mediante el cual los interesados lo compraran por adelantado, pero enfrenté el mismo inconveniente que me tuvo a punto de abortar el viaje: tarjeta de crédito bloqueada...

Aquí de nuevo el Divino Niño me iluminó, porque recordé que justo al día siguiente de publicada esta columna, o sea mañana jueves, el suscrito columnista cumple la módica suma de 60 años. Así que le dije a mí mismo: “mí mismo, ¿y qué tal si para evitar la depresión del súbito ingreso al sexto piso pinta una situación bien desgarradora y les pide a sus lectores –incluidos amigos, parientes, novias y ex esposas- que en lugar de regalos o vanas congratulaciones le consignen la suma que a bien tengan en su cuenta de Ahorros número 79673007967 de Bancolombia?”.

La idea es que quien deposite $50.000 o más reciba en su casa un ejemplar del libro, con dedicatoria y autógrafo del famosísimo autor, por supuesto. Para el envío me pueden contactar en mi cuenta de Facebook o al correo jorgegomezpinilla@yahoo.es.

¿Qué puede haber de malo, pregunto, a punto de penetrar la senda donde la mar se enluta, en convocar la solidaridad de los aquí presentes para generar los ingresos que hasta hoy me han negado tanto esta columna como el ejercicio de un periodismo honesto, siempre en busca de la verdad? El que tenga una objeción, que arroje  la primera piedra.

DE REMATE: La sugerencia es no hacer la consignación en la entidad bancaria, sino mediante transferencia electrónica o en un corresponsal bancario Bancolombia, para evitar el descuento de la 'usurera' suma de $12.000 en cada transacción.

lunes, 15 de mayo de 2017

Peñalosa merece ser revocado (otros no)


Muy buena estuvo la entrevista de María Isabel Rueda con Juan Carlos Flórez el lunes 8 de mayo en El Tiempo, no por lo que ella preguntó sino por lo que el concejal contestó. A la periodista se le vio hacer malabares para defender al alcalde de Bogotá, quizá porque no esperaba que el entrevistado le fuera a resultar tan crítico de su admirado Enrique Peñalosa. (Ver entrevista).

Comparto casi todo lo expresado por Flórez, excepto una frase suya que la Rueda dejó de remate para meter miedo: “Si Peñalosa se deja revocar, abre una puerta hacia lo impensable; no solamente en Bogotá, sino en Colombia”. Un día antes, Semana coincidía con una reflexión en el mismo tono alarmista: “Más que la permanencia de Enrique Peñalosa en la Alcaldía de Bogotá, con las revocatorias está en juego la gobernabilidad de los alcaldes de todo el país. El asunto es grave”.

Sería la hecatombe, mejor dicho. Pero ocurre que eso además de exagerado es inadmisible, porque lo que ocurriría si Peñalosa es revocado sería lo contrario: la democracia se sanea cuando un gobernante impopular, al que solo aceptan dos de cada diez bogotanos, es retirado de su cargo por incompetente mediante un ‘golpe de urna’.

Juan Carlos Flórez tiene razón en que Peñalosa ha sido un pésimo comunicador,  pero no es esto lo que se le castigaría, como tampoco que pretenda urbanizar la reserva Van der Hammen ni que quiera vender la ETB, sino lo que desde un ángulo dialéctico podría definirse como la semilla de su propia destrucción: el metro. “Ya existían unos estudios –dice Flórez- que de inmediato rechazó, lo cual fue una necedad, porque le restó el aire que necesitaba para poder rediseñar el transporte en Bogotá”.

Así es: su más grave error, el que exige su salida para que ese problema urbanístico de hondo calado pueda remediarse, reside en que mandó a la basura los rigurosos diseños para la construcción del metro que presentó la alcaldía de Gustavo Petro. Con ello lo que desechó no fueron unos papeles o una presentación de Power Point, sino un proyecto vital para la capital, una mega obra de ingeniería avanzada cuyo costo se estimó en $15 billones de pesos (unos $7.000 millones de dólares), con fecha de entrega prevista para el 2021.

Como dije en columna anterior, Petro en lo gerencial dejó mucho que desear. Ahora bien, es de caballeros reconocer que los estudios que presentó en octubre de 2014 planteaban el mejor metro posible, el que se merecía Bogotá. Solo que Peñalosa llegó con aplanadora a no dejar piedra sobre piedra de la administración anterior, y ahora quiere convertir la movilidad de la ciudad en una colcha de retazos donde por un lado los destartalados portales de Transmilenio con sus buses contaminantes seguirán mandando la parada (por ejemplo, sobre la emblemática carrera séptima hasta la calle 200), y por otro lado pretende darle estocada mortal a la Avenida Caracas con un tren elevado que depreciaría el sector y convertiría la vía en meadero público.

Lo peor es que su terquedad en preservar el sistema Transmilenio, pese a los síntomas de colapso que presenta, encierra un tufillo de gato encerrado (o de negocio asegurado), si hemos de creerle a un reportaje de Carlos Carrillo donde demuestra que Peñalosa ha sido el mayor promotor de Transmilenios y de buses Volvo en el mundo, y que en cumplimiento de tal misión actuó como presidente del ITDP (Institute for Transportation and Development Policy), y por este concepto “el ITDP le ha girado 468.394 dólares, al cambio actual unos 1.500 millones de pesos”. (Ver reportaje). Artículo que citó Daniel Coronell en columna titulada Condenados al bus, donde anunció que se trataba de “un muy interesante trabajo, del cual tendremos que hablar en detalle”. (Ver columna).

Según el colega Jairo Gómez, “más allá de las 700 mil firmas, (…) hay un malestar generalizado por la manera como conduce su gobierno y por la falta de resultados tangibles”. (Ver columna) Frente a esto, la moneda tiene dos caras: nos lo seguimos aguantando, o el hombre se va.

En entrevista con Cecilia Orozco para El Espectador el domingo 14, Peñalosa se defendió diciendo que “no se trata de que incumplí, sino de intereses políticos” (Ver entrevista). Conviene aclararle que en la vida todo es política: él se hizo elegir porque adelantó una política electoral exitosa, y hoy está a punto de ser revocado porque aplicó unas políticas administrativas que despertaron el rechazo general. Tal vez el único modo de reversar su inminente salida sería si hiciera un mea culpa donde reconociera, por ejemplo, que se equivocó en darle prelación al sistema Transmilenio sobre el metro subterráneo.

En este contexto eminentemente político, de los 107 procesos de revocatoria que hay en curso, no todos obedecen a una causa justa. Es el caso de Bucaramanga, donde un grupo de concejales liberales perjudicados con la alcaldía de Rodolfo Hernández hace hasta lo impensable para sacarlo de su cargo, mientras en Barrancabermeja se presenta un fenómeno a la inversa: un alcalde liberal, Darío Echeverri Serrano, intenta ser revocado por las huestes del alcalde anterior, Elkin Bueno, en un intento por ocultar el desastroso estado financiero en que este dejó a la ciudad.

DE REMATE: La descarada utilización de propaganda negra exacerbando odios y miedo entre gente ignorante, así como la invocación a Dios para conseguir votos entre sus 'rebaños', fue lo que condujo al triunfo del NO en el plebiscito. Tan productiva les resultó la estrategia, que han reactivado a sus legiones de pastores cristianos y evangélicos, cual perros rabiosos adiestrados para la guerra, con miras a poner presidente en 2018. Pero esto será tema de otra columna.

lunes, 8 de mayo de 2017

¿Quién le pone el cascabel al coronel Aguilar?


¿Qué pasaba por la cabeza del coronel Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo cuando en 2002 le confesó a una productora del Grupo Prisa de España que estando frente al cadáver de Pablo Escobar robó su pistola, según reveló Daniel Coronell en su columna del domingo pasado? Sin ánimo de ofender, solo encuentro una explicación posible: se requiere tener mentalidad de ‘traqueto’ para alardear ante una mujer de haber cometido un delito.

Esa misma mentalidad de traqueto habría sido la que utilizó para conquistar en 2004 la gobernación de Santander en estrecha alianza con el bloque Central Bolívar de las AUC, si hemos de creerle a la condena a nueve años de prisión que le impuso la Corte Suprema, y a las cosas que contó el coronel Juan Carlos Prieto en Los Informantes de Caracol (“los paramilitares presionaban a la población para que votaran por él”), con el saldo ya conocido: se le acabó la carrera militar a Prieto, mientras a Aguilar se le abrieron las compuertas de la política y la riqueza material, y hoy se expresa como si fuera un prócer de la patria, al mejor estilo ‘Popeye’.

Es pertinente preguntarse por qué en la campaña electoral anterior Hugo Aguilar lanzó candidato propio a la gobernación (Carlos Fernando Sánchez) y se desplazaba por todo Santander con nutrida escolta de la Policía Nacional, siendo que no había acabado de pagar la totalidad de la pena pues se hallaba en libertad condicional, o sea que seguía en calidad de interdicto y en tal medida estaba inhabilitado para el ejercicio pleno de sus derechos ciudadanos. Ahora no solo tiene que dar más de una explicación, sino acabar de rendir sus cuentas ante la justicia, en consideración a que la Procuraduría General de la Nación –a raíz de una primera publicación hecha por la subdirectora de Vanguardia Liberal, Diana Giraldo-  pidió revocar la libertad condicional del reo al considerar que violó el deber de buena conducta cuando mintió al decir que carecía de capacidad económica para pagar una multa. (Ver noticia).

Alguna forzada explicación intentó dar el coronel en entrevista al periódico conservador El Frente, donde afirmó que manejaba un lujoso Porsche de 300 millones porque se lo llevaba al tipo que se lo compró el año anterior, pero no había acabado de secarse la tinta de ese diario cuando Leszli Kálli mostró fotos de una casa de 4.500 millones de pesos que su cónyuge, Mónica María Barrera Carreño, construye en Ruitoque sobre un lote de 1.084 metros cuadrados, cuyo avalúo está en 1.600 millones. No sobra aclarar que es su tercera esposa, quien nunca ha trabajado o adelantado una actividad económica que le permita justificar semejante capital.

Esto demuestra a las claras que el coronel Aguilar sí dispone de bienes para pagar la multa de 6.400 millones que la justicia le impuso. Como se sabe, él hizo un acuerdo de pago con la Unidad de Víctimas para abonar 500.000 pesos mensuales, lo cual se traduce en que solo le faltan 1.056 años para acabar de cubrir la deuda. Se trata de una burla descarada, tanto a la justicia como a las víctimas, y es cuando el espectador desprevenido se pregunta cómo hizo una persona condenada por paramilitarismo para acumular tanto poder político y tan cuantiosa fortuna económica, primero con su sueldo como oficial de policía y luego como gobernador de Santander.

Con motivo de la publicación arriba aludida le envié por Twitter un DM a Diana Giraldo, donde la felicité por las fotos que encarrilaron tan contundente investigación y le pregunté si creía que eso tendría algún efecto jurídico, en cuanto a lograr que el hombre pagara al menos parte de la multa y así contribuyera a indemnizar a las víctimas. La respuesta de Diana fue escueta y demoledora: “¡Gracias Jorge! Ojalá pase algo. Pero lo dudo”.

Ese “lo dudo” es fiel reflejo del pesimismo que cunde frente a una justicia que no tiene manos –y menos garras- sino guantes de seda para juzgar a tanto malhechor que por el simple hecho de haber conquistado determinada cantidad de votos (sin importar el método que hubiere empleado…), adquiere un prestigio que le sirve en parte para forjar alianzas con grupos criminales y en parte para tomarse fotos como esta (ver foto), de la que según fuentes bien enteradas Germán Vargas Lleras dijo que “es para que se la envíen a Serpa y vea el nuevo equipo de Santander”. Para entender el contexto de esa noticia, está este artículo de La Silla Santandereana.

Al día presente no sabemos si Vargas Lleras persistirá en mantener dicha alianza con el clan Aguilar, en función del mismo único objetivo por el que se alió con Kiko Gómez en Guajira: votos.

Sea como fuere, en este escenario de arenas movedizas adquiere carácter de urgencia hacer un llamado a la sociedad santandereana y a su dirigencia política, para alertar sobre la prestancia o el buen nombre adquiridos a punta de ‘pistola’. Venimos nadando en un mar contaminado por la presencia de mucho charlatán, delincuente o estafador con pose de caudillo. Es por eso que desde los linderos de la decencia ya es hora de asumir fortaleza jurídica y conciencia ética, hacia el noble propósito de sanear el ejercicio de la actividad política.

Para el caso que nos ocupa, se mantiene entonces el interrogante planteado desde el titular de esta columna: ¿quién le pone el cascabel al susodicho coronel®?

DE REMATE: El senador Álvaro Uribe es tan de buenas que con motivo de la convención de su Centro Democrático –donde Fernando Londoño aclaró que no son centro sino histérica derecha- nadie le recordó que tiene un hermano preso por múltiples homicidios, paramilitarismo y concierto para delinquir. Por cierto: ¿resulta atrevido pensar que el apóstol Santiago estuviera también pensando en acogerse a la JEP…?

miércoles, 3 de mayo de 2017

Uribe y su doctrina del "shock"




La doctrina del Shock es un libro de la escritora y periodista canadiense Naomi Klein, cuya versión audiovisual fue un documental que cabe dentro del género ‘película de terror’, porque parte de una tesis espeluznante pero comprobable: el neoliberalismo se alimenta de los desastres naturales, de la guerra y del terror para establecer su dominio. (Ver video).

El punto de partida de película y libro es el asalto perpetrado por el general Augusto Pinochet contra el Palacio de la Moneda el 11 de noviembre de 1973, que produjo la muerte del presidente Salvador Allende y desembocó en la aplicación de la doctrina económica neoliberal impulsada por Milton Friedman, quien obtuvo el premio Nobel de Economía en 1976, tres años después del ‘exitoso’ golpe de Estado que, como se sabe, fue orquestado desde el gobierno de Richard Nixon y tuvo como punta de lanza al entonces Secretario de Estado, Henry Kissinger.

Ese mismo modelo fue aplicado en países tan dispares como el Chile de Pinochet, la Argentina de Videla, la Rusia de Boris Yeltsin o la Gran Bretaña de Margaret Thatcher.

El problema hoy es que un partidario del capitalismo salvaje llamado Donald Trump conquistó la presidencia de Estados Unidos, y con él la doctrina del Shock no solo se revitaliza desde lo doméstico hacia lo global, sino que ahora podría traer consecuencias catastróficas para el planeta. Un segundo problema de fondo es que la ascensión al poder de este buscapleitos envalentonó a la extrema derecha nacional representada en el tóxico Álvaro Uribe, el inquisidor Alejandro Ordóñez y el hijo de papi Andrés Pastrana.

Son tres las cabezas de esta Hidra de Lerna, pero el gran peligro está en Uribe, quien tiene una copiosa audiencia cautiva e invierte su capital político en azotar las más bajas pasiones contra el gobierno de Santos, con el apoyo entusiasta de Ordóñez desde el flanco religioso. Es aquí donde Santos no se puede descuidar, porque si hay un terreno que Uribe maneja a la perfección, es cuando pareciera estar acorralado pero sale airoso mediante la aplicación de medidas ‘terapéuticas’ radicales, tan radicales como la ocasión lo exija.

Por ejemplo, cuando algunos miembros de la cúpula paramilitar en cumplimiento de la ley de Justicia y Paz comenzaron a contar quiénes los habían patrocinado: en menos de 24 horas Uribe subió a todos a un avión y se los entregó a Estados Unidos. Según el general Óscar Naranjo en su libro entrevista con Julio Sánchez Cristo, solo a dos de los catorce extraditados se les comprobó que seguían delinquiendo desde la cárcel, motivo aducido por Uribe para cargar con todos.

O como cuando en abril de 2008 se supo que por un sótano entró subrepticiamente a la Casa de Nariño el exjefe paramilitar Antonio López, alias Job, en compañía de un abogado de la mafia, y fueron recibidos por los respectivos secretarios de Prensa y Jurídico de la Presidencia, César Mauricio Velásquez y Edmundo del Castillo. Uribe convocó a una rueda de prensa sobre las escaleras del mismo palacio presidencial, hizo que esta comenzara en coincidencia con la apertura de los noticieros del mediodía y luego de dar una explicación a las volandas sobre el ingreso de ese mafioso, se despachó contra la Corte Suprema alegando ser víctima de su persecución.

Dos meses después de esa visita Uribe estuvo tan de buenas que alias Job fue asesinado en un restaurante de Medellín, del mismo modo que lo amparó el azar cuando el 24 de febrero de 2006 el helicóptero donde Pedro Juan Moreno viajaba a Quibdó… se vino a tierra. Antes que nos acusen de capciosos, el mismísimo general Rito Alejo del Río en alguna ocasión declaró que la caída de esa nave “no fue accidental sino planeada”.

No sabemos si ese accidente se ajusta a la particular doctrina del Shock de Uribe, pero la memoria nos indica que Moreno se le ‘abrió’ a su jefe y amigo desde 2002, cuando no le dejó remplazar el DAS por la Agencia de Seguridad que él quería crear, y prefirió nombrar a Jorge Noguera. También sabemos que Moreno había prometido contar cosas sobre Uribe cuando llegara al Congreso, y que en su condición de secretario de Gobierno de Antioquia aparecía involucrado en la masacre de El Aro, ocurrida entre el 23 y el 30 de octubre de 1997.

Es posible que las ‘providenciales’ muertes de alias Job y P.J. Moreno (incluso la de Francisco Villalba, principal testigo contra Uribe por El Aro) nada tengan que ver con la doctrina del Shock de Naomi Klein, pero sí lo fue la extradición de la cúpula paramilitar cuando comenzaron a mostrar el andamiaje de la organización. Esto también se ajusta a lo manifestado por el exembajador Myles Frechette en entrevista para El Espectador, donde dijo que la desmovilización del paramilitarismo fue algo “completamente chimbo”, y que “cuando Uribe se dio cuenta de que los gringos estaban oliéndose todo, decidió hacer el desarme de los paramilitares”. Y a renglón seguido agregó: “Es que se fueron a otros lugares. En lugar de seguir operando en los lugares donde habían estado, se fueron al sur y al este del país, a continuar sus fechorías”. También dijo Frechette que “nunca me olvido del pilón de armas que dejaron los paramilitares: muchas de ellas eran nuevas cuando Napoleón fue Emperador de Francia. Es decir, a otro perro con ese hueso”.

Esto se traduce en que Uribe es hoy el único político colombiano que contaría con un refuerzo bélico dispuesto a apoyarlo, llegado el caso. Si no es que desde ya le brinda su apoyo, por ejemplo mediante el asesinato graneado de defensores de derechos humanos o de milicianos de las Farc, de reciente ocurrencia. Sea como fuere, lo cierto es que con el aparataje político-militar que lo respalda tras bambalinas, Uribe estaría en condiciones de provocar un Shock ajustado a su conveniencia.

He ahí el peligro inminente al que hoy se ve abocada nuestra democracia.

DE REMATE: Suena estrambótico cuando el fiscal Néstor Martínez dice que esa racha de crímenes no tiene origen paramilitar, porque solo se trata de bacrim (bandas criminales). ¿Cómo hacer para explicarle que solo hubo un cambio de nombre? Mejor dicho, ¡que se deje de ‘cantinflar’!