lunes, 25 de septiembre de 2017

Estigmatizar: el insulto como arma del uribismo




Según el diccionario de la RAE, estigma es “una señal en el cuerpo, especialmente la impuesta con un hierro candente como signo de esclavitud o de infamia”. A su vez, “alude a la condición o atributo que muestra a su portador en una categoría donde se le ve como inaceptable o inferior”.

Aquí entre nos, ambas definiciones se ajustan como anillo al dedo a la queja que montó la esposa de Alfredo Ramos, senador del Centro Democrático, para que la bajaran del avión donde supuestamente iba un guerrillero de las FARC. Camino a su asiento ella vio una gorra con una estrella roja sobre fondo verde y dedujo que su portador era un guerrillero, y armó la de Dios es padre desde su cuenta de Twitter mostrando al supuesto terrorista que dormía el sueño de los justos, ajeno a la histeria de la fotógrafa indignada.

Ese mismo día las juventudes externadistas del Centro Democrático enviaron una carta al rector de la U Externado de Colombia, Juan Carlos Henao, indignados por la invitación que ese plantel académico le hizo al desmovilizado Andrés París, mientras el senador Álvaro Uribe trinando de la ira sentenciaba que “Henao pone la Universidad al servicio del discurso terrorista”.

En la misma senda del escarnio público como táctica de estigmatización, fue ruidosa noticia un tal Luis Emilio Arboleda que con claro acento paisa insultó en una calle de Medellín a Germán Vargas Lleras. Luego se supieron dos cosas de este sujeto: una, que hace apenas unos días fue condenado a 10 meses de prisión por falsedad en documento privado (ver condena), en patética evidencia de su catadura uribista; y dos, que ya había desarrollado el mismo libreto contra Gustavo Petro y Antonio Navarro, y aparece en fotos al lado de Álvaro Uribe. (Ver noticia).

Se trata sin duda de una especie de insultador profesional en ejercicio de sus funciones, a quien alguien debe ‘datear’ con información de Inteligencia, pues no puede ser simple coincidencia que el hombre se tope en las calles de Medellín con tantos candidatos no uribistas. Más que encuentros causales, hay que hablar de emboscadas con un propósito artero: provocarlos, en busca de un resultado negativo que les dañe su imagen. Y para no dejar duda de lo que se traen entre manos, desde Instagram tratan ahora de conformar un ejército de insultadores mediante un mensaje donde exaltan “la actitud y valentía del gran patriota” Luis Emilio Arboleda, y piden que sea “motivación y ejemplo para que seamos siquiera 100 patriotas con esta verraquera y actitud (…) dispuestos a hacernos moler por nuestra amada Patria”. (Ver llamado).

Con esa “motivación y ejemplo” ya otro colombiano en una calle de Nueva York emboscó a Gina Parody, y unos días después ese mismo vociferador soltó una andanada de insultos contra el hijo del presidente Santos, Martín, en constatación de que han emprendido una campaña de desprestigio que no conoce la palabra respeto. El irrespeto llega a tal nivel que Martín publica una foto acompañado de su mamá, doña Tutina, y una tal yullyap les responde: “Viniendo a Nueva York a gastar el dinero que roban en Colombia? Ojalá los maten”. (Ver foto).

Nada de esto es gratuito, la estrategia se ajusta a las dos definiciones de estigma arriba expuestas. Del mismo modo que convierten en señal de oprobio una estrella roja sobre una gorra, desarrollan una feroz campaña que desde lo subliminal emparenta a las Farc con el gobierno de Juan Manuel Santos y desde esta perspectiva muestra a sus integrantes –llegando hasta la familia presidencial- como miembros de una categoría merecedora del escarnio público, mediante un trato verbal, visual y gutural que los equipara con seres despreciables o inferiores.

Andan dedicados a insultar a grito herido al político opositor que se les atraviese, en aplicación de la consigna laureanista de “hacer invivible la República” para luego aparecer como sus salvadores. Pero no nos llamemos a engaño, son ellos quienes deberían ser objeto del escarnio público, porque es precisamente por eso que ensucian el agua donde todos nos bañamos: para que no se note lo cochinos que ellos están.

¿Por qué viene ocurriendo con tanta frecuencia que alguien insulta a personas cuyo rasgo en común es que no son uribistas, y el mismo ofensor graba el video y lo manda a los medios y estos lo reproducen como si fuera la noticia política del año? En un escenario donde se sirven de lo mediático en forma perversa y fríamente calculada, los insultos que profieren los convierten en celebridades que los periodistas radiales corren a entrevistar. Ahí los medios caen redonditos, idiotas útiles de lo que se trasluce como una guerra de terrorismo psicológico de gran envergadura contra el gobierno Santos.

Esto debería obligar a los medios a ser conscientes de la responsabilidad que recae sobre ellos cuando viralizan los ‘video-insultos’, contribuyendo al objetivo final que esas fuerzas oscuras se han impuesto hacia 2018: lograr –de nuevo- “que la gente salga a votar verraca”.

Según el colega Luis Carlos Vélez en columna titulada Sicarios del celular, “los que gustan de la política sucia harán su agosto con grabaciones y emboscadas tipo sicario (…) para obtener videos que se conviertan en virales”. Y agrega: “El deber del Centro Democrático sería el de condenar este tipo de acciones, que tienen todo el potencial de terminar en episodios de violencia”. Por supuesto que no lo harán porque no van a renunciar a la nueva –y cochina- forma de lucha que se inventaron, hacia la reconquista del poder perdido: el estigma como arma contra el rival.

Sea como fuere, la mejor respuesta al incidente de la cachucha excomulgada provino del propio Timochenko desde su cuenta de Twitter, quien citó una frase de Martin Luther King: “Debemos aprender a vivir juntos como hermanos,  o vamos a perecer como tontos”. (Ver trino).

Vaya paradoja: exguerrilleros enviando mensajes de paz… y políticos de extrema derecha tratando de devolverlos al monte. Parece cosa de locos, pero el motivo es obvio de toda obviedad: la paz los aniquila. A los unos como guerrilleros, a los otros como su némesis.

DE REMATE: Estigmas lanzados por el uribismo contra sus rivales los hay de toda clase, pero este de Claudia Bustamante ya cabe en la categoría de lisiada mental:

“Ya entiendo lo de la coalición:
FA jardo
R obledo
C laudia”

viernes, 22 de septiembre de 2017

“El que se va por firmas, no es liberal”: Horacio Serpa




Por JORGE GÓMEZ PINILLA

El médico le ha dicho a Horacio Serpa que por su salud no viaje tanto, pero él dice que le está parando bolas al galeno, pues viaja máximo tres o cuatro veces por semana. En medio de esos ajetreos logramos darle ‘cacería’ en su apartamento de Cañaveral, para que nos respondiera si es cierto o no que el Partido Liberal atraviesa por su más profunda crisis.

¿No cree que el PL debería dejarse de pendejadas y proclamar por consenso o por lo que sea a Humberto de la Calle como su candidato a la Presidencia, considerando la urgencia del momento en cuanto a defender la paz de los poderosos enemigos que tiene?
El doctor De la Calle es muy buen candidato. Por el notable trabajo que hizo, es un fiel representante de la paz para los colombianos. Pero resulta que en nuestro partido se delibera, y las decisiones se toman con alta participación popular. Por eso estamos pensando en una consulta.

Pero es que eso de tener seis precandidatos… Entre todos arman un verdadero salpicón de tendencias.
Eso ocurre en todas las colectividades serias del mundo. Recuerde la última elección presidencial en EE UU, y todas las anteriores. Republicanos y demócratas emulan entre ellos, con gran variedad de candidatos; 5, 6, 7, hasta diez. Eso no es raro entre partidos democráticos.

¿O sea que el Partido Liberal no está atravesando ninguna crisis…?
No, el Partido Liberal está unido. Hay precandidatos importantes, y eso no significa que haya división, sino pareceres.

Hablando de pareceres, hay una con un parecer marcadamente diferente al de su colectividad: la fanática religiosa Viviane Morales, a quien el fracaso de su referendo homofóbico la convirtió en enemiga declarada del presidente Santos y hoy parece más una infiltrada del uribismo, o mejor, del ordoñismo. ¿No le parece?
En el liberalismo se pueden tener opiniones encontradas, para discutirlas y para llegar a una conclusión. Ahora, comparto con usted el tema de la paz, porque ha sido punto fundamental del ideario liberal. Además, el liberalismo se comprometió a apoyar el trámite de la paz que hizo el presidente Santos. Un trámite exitoso. Y en este momento, hay que continuar las diligencias para fortalecer el acuerdo con las FARC y abrir posibilidades de paz con el ELN. En eso usted tiene razón.

Claro, está la carta donde instan a doña Viviane a que se comprometa a apoyar los esfuerzos del gobierno para aclimatar la paz. Ella renunció a su candidatura dando un portazo, después de asegurar que entre Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo y Horacio Serpa la querían excluir de la consulta popular.
Primero, yo no quiero sacar a nadie del PL. Por el contrario, lo que quiero es que entre mucha gente. Segundo, como codirector soy compromisario de las reuniones que se vienen adelantando con los precandidatos. En tal condición, respecto al tema que usted me plantea, he decidido ponerle cremallera a mi boca.

De la Calle es el único precandidato que parece urgir al partido para que de su Congreso salga la nominación de un solo candidato, por consenso. ¿Lo ve posible?
Yo estoy convencido de que la mejor fórmula es una consulta popular, abierta.

¿En marzo…?
Bueno, unos dicen que en marzo y otros que en noviembre. Ahora bien, la posibilidad de que sea el Congreso Liberal el que escoja candidato único, yo no la comparto.

Otra candidatura que brilla con nombre propio es la de Juan  Fernando Cristo, a quien su paso por el ministerio del Interior le dio gran ‘influencia’ dentro del PL, para no hablar de maquinaria. Usted dirá si me equivoco, pero él sería quien más votos tendría en caso de una consulta interna del Partido. Y entonces tendríamos no una división entre seis, sino solo entre dos. Cristo ungido por su partido, y De la Calle abriéndose en busca de firmas…
El que se va por firmas, no es liberal. Puede que lo sea de pensamiento, como hay conservadores con pensamiento liberal y gente en la izquierda que desarrolla un proyecto liberal. Pero no son representantes del Partido Liberal Colombiano.

¿No daría la impresión de que dentro de su propio partido le quieren cerrar las puertas a quien podría ser su mejor candidato…? ¿El más idóneo en la defensa de la paz?
El más idóneo lo escoge el pueblo. Si se trata de escoger el que mejor les parezca a las directivas liberales porque tiene más pergaminos o experiencia, eso sería un conciliábulo. No somos como en otros partidos, donde una sola persona elige su propio candidato.

Supongo que se refiere al Centro Democrático, donde escogerán “el que elija Uribe”. Por cierto, ¿cree usted que él sigue siendo el gran elector? Se lo pregunto porque Marta Lucía Ramírez quiere ser la candidata de la coalición Uribe-Pastrana. De otro lado, Ordóñez aspira a unirse al candidato que escoja Uribe. Y Vargas Lleras ante el desprestigio de su candidatura, ha comenzado a hacerle ojitos a Uribe. Mientras tanto Juan Carlos Pinzón recoge firmas en forma maratónica, para pegársele también a Uribe…
Sin duda, el principal elector en Colombia es Uribe. Pero nadie debe poner en duda tampoco que él, revestido de poderes, escogerá como candidato a un amigo cercano suyo. Alguien de su propio partido. No va a escoger entre los que lleguen a su redil.

¿Por qué cree que va a pasar eso?
Porque al perro no lo capan dos veces.

Por los lados de la centro-izquierda se vislumbran tres grandes bloques: Petro solito, liderando las encuestas. Una coalición en ciernes entre Claudia López, Robledo y Fajardo (tres partidos). Y algo rezagado el Partido Liberal, de donde no se sabe si saldrá un solo candidato o dos: Cristo y/o De la Calle.  ¿Ve factible que en medio de esa pelotera terminen por colarse no uno, sino dos candidatos de la derecha a la segunda vuelta?
Hombre, el liberalismo tendrá candidato propio. Y por el hecho de ser una candidatura liberal, será una candidatura fuerte. Si bien en política hay que tratar de ir a la segura, no se descartan las coaliciones. Por ejemplo, el Partido de la U es bastante afín con el liberalismo. Clara López es una persona de izquierda democrática, con criterios bastante liberales. Tampoco se puede descartar una consulta popular entre candidatos de centro izquierda que incluya a la doctora López, o a Robledo y Fajardo.

¿No cree que esa gran consulta entre partidos debería ser en marzo, con las legislativas, y que para esa fecha el Partido Liberal ya debería tener su candidato?
Pudiera ser. Es que después de la primera vuelta puede ocurrir lo que usted dice: que no pase ningún candidato del centro-izquierda. Hay que evitar que eso ocurra.

Otro que salió a darle palo al Partido Liberal fue el exministro Alfonso Gómez Méndez, quien dijo que está “en manos de una camarilla” y que está “en liquidación”. ¿Usted qué le responde?
Que eso no es cierto. El partido está en manos de una Dirección reconocida por las autoridades y cumple su deber cabalmente. Y no hay ninguna liquidación. El partido tuvo un traspié por una demanda ante el Consejo de Estado, definió que se habían cambiado los Estatutos irregularmente. Pero en este momento está funcionando con unos Estatutos que, para orgullo personal, fui yo quien se puso a la cabeza en busca de su expedición. Hemos cumplido todos los requisitos y aspiramos a tener un Congreso Liberal con 1.400 participantes.

Pasemos a su tierra. ¿Cómo están sus relaciones con el alcalde Rodolfo Hernández? Se lo pregunto porque él invitó a los concejales liberales de Bucaramanga a almorzar a su apartamento, como si estuviera retractándose de acusaciones en las que los trataba de corruptos y ladrones. ¿No cree que en esa tónica de reconciliación, un día de estos podría haber también entre usted y Hernández un apretón de manos?
Si yo me lo encuentro en un avión o en un restaurante lo saludo de mano, porque respeto a la primera autoridad de Bucaramanga. Pero amigos políticos no somos y nunca lo seremos.

Entonces, ¿cómo ve esa ‘reculada’ del alcalde Hernández con los liberales?
Si estoy hablando mal de una persona y esa persona resulta invitada por mí a un ágape, significa que yo me retracté. Así de fácil.

¿Y a qué cree que obedece esa retractación?
Puede ser una apertura para buscar nuevas relaciones y favorecer intereses altruistas, como los de Bucaramanga y sus ciudadanos, o puede ser como usted dice, una ‘reculada’, porque le interesa el apoyo de los liberales a algún proyecto específico de su gobierno.

¿Para mejorar su gobernabilidad?
Sí. Yo lo que hice fue ‘pararle el macho’. Estuvimos espada en mano, pero no tengo ningún interés en sostener una disputa estéril. Lo que sí tengo resuelto es: cada vez que él se meta con el Partido Liberal, yo tendré que salir a defenderlo.

Cómo está hoy el Partido Liberal en Santander: ¿cohesionado o dividido para enfrentar los recios ataques que recibe?
Santander es un departamento de mayoría liberal, aunque no vive sus días de mayor esplendor. El santandereano tiene un espíritu liberal, tiene por naturaleza y por convicción un compromiso. Yo creo que a mi partido le va a ir muy bien, y dentro de él no hay intereses diferentes a los de la emulación por los escaños en el Congreso. De resto, todos somos amigos. Nos saludamos, nos encontramos.

¿Pero no cree que los ataques que ha recibido, sumados a protuberantes lunares en alcaldías anteriores, pudieron haber afectado su imagen hacia las próximas elecciones?
Claro. Sin duda, si se demuestra que esos ataques son ciertos. Hasta el momento no he visto que hayan metido a nadie a la cárcel por latrocinios en la administración pública.

Además de su enfrentamiento con el alcalde Hernández están los ataques que recibe del periódico Vanguardia Liberal, desde los días en que Didier Tavera recibió el aval. ¿Será posible que algún día cesen esos rencores entre Alejandro Galvis y usted, y se reanude la amistad y puedan bajar tranquilos al sepulcro, parodiando a Bolívar?
Yo no tengo rencores con nadie. Mi vida ha sido de triunfos y fracasos, de alegrías y dolores. Y ahí sigo con la cabeza en alto; hasta la tumba, que por cierto no creo que se vaya a demorar mucho.

lunes, 18 de septiembre de 2017

El fiscal Martínez, Uribe y 16 generales: tapen, tapen




No deja de ser una paradoja que a quienes más les disgustan los Derechos Humanos –y en consecuencia más los atropellan- es a los gobernantes matriculados en la extrema derecha. El caso de Álvaro Uribe es representativo, porque tras actuar veinte años como miembro del Partido Liberal llega a la Presidencia de la República a aplicar una política militarista y represiva, antípoda del liberalismo y solo equiparable con los abusos que se cometieron durante la feroz dictadura del general Augusto Pinochet en Chile, a la que este mismo calificó de ‘dictablanda’.

Mientras Pinochet desapareció a más de 3.000 personas, muchas arrojadas al mar desde aviones, el gobierno Uribe emitía desde el ministerio de Defensa directivas como la 029 de 2005, donde puso precio de $3.800.000 por cuerpo de guerrillero muerto, en aplicación de una escabrosa política de recompensas que según editorial de El Espectador “propició alianzas criminales dedicadas a la fabricación de cadáveres”. Con ello se referían a la genocida práctica de los ‘falsos positivos’, nombre eufemístico para los más de 4.000 asesinatos de jóvenes inermes que se presentaron en los ocho años del régimen de la mal llamada Seguridad Democrática.

Ese desprecio por los Derechos Humanos en el caso de Uribe se materializó además en persecución desde los aparatos del Estado, mediante interceptación de líneas telefónicas o guerra psicológica de la que fueron víctimas periodistas, defensores de derechos humanos, opositores y hasta la Corte Suprema de Justicia: sembraron micrófonos en sus salas de audiencia y escudriñaron hasta en el manejo de las finanzas de los magistrados.

No es por simple coincidencia que mientras Pinochet decía que “los derechos humanos son una invención de los marxistas”, hoy Uribe se defiende alegando que “todas las denuncias por supuesta persecución de defensores de derechos humanos se originaron como represalia a que siendo presidente, desenmascaré la estrategia utilizada por áulicos del terrorismo, de excusarse en la defensa de los derechos humanos”. Óigase bien: todas, absolutamente todas las demandas que tiene en su contra, son “represalia”. (Ver defensa de Uribe).

En los lomos de los expedientes que reposan el sueño de los lustros en los atiborrados anaqueles de la Comisión de Acusaciones de la Cámara, el nombre que más aparece es el de Álvaro Uribe Vélez. Está impreso 261 veces, en igual número de procesos inconclusos, sobre el renglón reservado para el ‘presunto sindicado’. (Ver noticia).

Sea como fuere, constituye una luz al final del túnel la visita que hizo a Colombia la fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Fatou Bensouda, para indagar sobre “los pocos avances de la justicia nacional en los casos de ejecuciones extrajudiciales, sobre todo a la hora de encontrar a los máximos responsables de estos crímenes de lesa humanidad”, según informa El Espectador. (Ver noticia).

Dicha visita incluyó una reunión con su homólogo el Fiscal General de Colombia, Néstor Humberto Martínez. Al final del encuentro quedaron sembradas nubes negras, porque mientras este declaró socarronamente que “se estrecharon lazos de cooperación entre ambas instancias”, la CPI lo que menos encontró fue cooperación, según constancia que dejó en rueda de prensa al final de la jornada: “Necesitamos información tangible y específica que demuestre la existencia de pasos investigativos concretos adecuados para llevar esos casos a la justicia. La ausencia de información específica nos coloca en una posición muy incómoda”.

Según Fabricio Guariglia, director de la división de enjuiciamiento de la CPI que acompañó a Bensouda en la rueda de prensa, las investigaciones que ha hecho la justicia colombiana han permitido llegar “hasta los mandos intermedios de la cadena de mando". Esto significa que aún falta llegar a los 16 generales del Ejército, activos y retirados (entre ellos el actual Comandante de las FF MM, general Juan Pablo Rodríguez Barragán), sobre los cuales la Fiscalía de Eduardo Montealegre inició investigaciones, según informó Human Rights Watch (HRW) en informe titulado El rol de los altos mandos en falsos positivos. (Ver informe).

Constituye claro motivo de sospecha saber que fue en busca de esa información que la fiscal de la CPI visitó a Colombia, pero el fiscal Martínez Neira no quiso entregársela. Y sumado al desplante, tuvo además la desfachatez de pedirle “la evidencia que posea” sobre esos crímenes, lo cual suscitó este comentario de un espontáneo en Facebook: “¿Y eso, como para qué sería? ¿Quizá para advertirles a algunos generales o a determinado "patriota" de lo que les corre pierna arriba...?”

Lo de patriota, dicho por el mismo Martínez Neira sobre Uribe en abril de 2015 (“Uribe no se opone a la paz, es un patriota”), permite entender con claridad por qué doña Fatou abandonó el país con las manos vacías: se advierte una coincidencia de intereses entre la Fiscalía, los generales investigados y el mismo Álvaro Uribe, de cuya majestad presidencial habrían emanado las órdenes determinantes para la puesta en marcha de la salvaje máquina de muerte conocida como los ‘falsos positivos’, que sembró de dolor de madres todos los rincones de la geografía nacional, comenzando por Soacha.

Al día presente, todo indica que para salvar la institucionalidad se les quiere dar el carácter de ‘excesos’ a los crímenes de lesa humanidad que se cometieron durante el gobierno de Uribe. Como si ya supieran lo que a él le respira en la nuca, tratan de protegerlo. Uno ve al fiscal general con su falsa sonrisa de sainete ante la fiscal delegada de la CPI, y queda con la ominosa impresión de que lo pusieron ahí para tapar y proteger los mismos intereses que por identidad ideológica le son afines a la extrema derecha.

Pero amanecerá y veremos, como dijo el ciego. La CPI sigue haciendo su trabajo y, si de algo sirvió su visita, fue para constatar que a quienes tiene en la mira es a los mismos que la Fiscalía se empeña en sacar limpios de toda culpa. Impunes, como lo estuvo el general Pinochet hasta el final de sus días.

¿Lograrán el maquiavélico Álvaro Uribe, el cómplice fiscal Martínez y los 16 generales inculpados salirse con la suya…? O, ¿se atreverán esos altísimos oficiales a presentarse ante la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) y contar lo que saben... para quedar limpios de culpa? No deje de ver el próximo capítulo de tan intrigante serie.

DE REMATE: Esta columna fue escrita a solicitud de la periodista Juliana García para el portal Hechoencali.com, especializado en Derechos Humanos. Debido a la relevancia y actualidad del tema, me he permitido compartirla también aquí.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Uribe y su malograda 'bendición' papal




En lo que algunos medios calificaron como un milagro, el día que llegó el papa Francisco a Colombia un habitante de Medellín se ganó la fabulosa suma de 62.000 millones de pesos en un Baloto. (Ver noticia).

Ese mismo día el senador Álvaro Uribe alcanzó a ilusionarse con que él también podría ganarse el Baloto de la política, cuando en compañía de su séquito de segundones se apostó a la orilla del camino por donde pasaría el Santo Padre, con dos pancartas por falta de una, en la primera de las cuales se leía “Queremos su bendición” y en la otra “Nuestro respeto y devoción”. ¿Cuál respeto, por cierto, si estaban ahí era para sacarle provecho político a un evento de carácter pastoral?

Me atrevo a pensar que la ‘bendición’ que esperaba Uribe fue fríamente calculada, por él o por sus asesores. Se trataba de apostarle a que el papa Francisco estuviera mirando hacia ese costado con la mano levantada al cielo en señal de saludo, y ese saludo coincidiera con la mano levantada de Uribe, y pareciera entonces que ambos se saludaban o que el papa bendecía a Uribe. Esa sola foto, habría podido asegurarle al Centro Democrático la presidencia del 2018: sería una imagen ‘bendita’, de esas que valen más que mil palabras, perfecta para masas ignorantes adocenadas por estructuras religiosas de pensamiento sujetas a la obediencia de quien demuestra mayor talante autoritario. Habría mostrado al guerrero ungido por el enviado de Yahvé, mejor dicho.

Según Semana en un artículo de claro tinte proselitista, “Uribe prometió lo que dijo: había señalado que no buscaría una cita privada con el papa Francisco, sino que saldría a recibirlo como un feligrés más. Quienes salieron a la calle 26 el miércoles en la tarde, comprobaron que esto era verdad”. Y más adelante, en el mismo tono zalamero, agrega: “Los congresistas (del CD) tenían reunión de bancada esa tarde en el hotel Habitel en la avenida el Dorado con carrera (sic) y por eso fueron casi los primeros que lo vieron pasar”. (Ver artículo).

Esto haría creer que fue por simple azar que Uribe estuvo a la vera del sendero que recorrería el papa, y dicha interpretación lo eximiría ante el país de asumir como un desplante –o grosería, que en últimas lo fue- su ausencia en el recibimiento oficial del papa el día siguiente, al que el Gobierno invitó por protocolo a las bancadas de todos los partidos con representación en el Congreso.

Es aquí donde la información de Semana adquiere más visos de publirreportaje que de crónica, cuando dice que “aunque tan solo fueron (sic) un par de minutos, pues él carros esa altura (sic) de la vía avanzaba con velocidad, quienes estuvieron cuentan que se vivieron momentos de emoción”. Aquí entre nos, eso parece redactado desde la oficina de Prensa del Centro Democrático, y por un(a) practicante. Y si no pasó por los ojos de un editor responsable, debió ser porque fue asumido como aviso publicitario.

Todo lo contrario a “emoción” (pasión primaria que guía a las recuas uribistas), lo que debió vivir su rebaño fue un sentimiento de frustración, y nada extraño sería que parte de la reparación moral que necesitaban se les hubiera dado en el sesgado artículo ya referido.

En consonancia con lo anterior –y en disonancia con Semana-, la reunión de los congresistas del CD en el hotel Habitel debió formar parte del engranaje para el aprovechamiento político y publicitario que quisieron darle a la visita del papa, y la prueba reina está en que las pancartas que exhibieron debieron ser encargadas, diseñadas y aprobadas con días de anticipación.

A ese engranaje se le debe dar el nombre de ardid, posiblemente ‘craneado’ por una agencia de marketing político, aunque la idea igual pudo salir del cacumen de un “mozalbete inteligentón” como Iván Duque, en consideración a que todos los miembros del círculo pretoriano de Uribe están en competencia (no del todo sana) a ver quién se gana los mejores favores de su amo y jefe. ¿Qué tal entonces que hubiera sido Duque el ‘creativo’, y el montaje de esa puesta en escena hubiera resultado exitoso?

Habría sido como cuando Juan Manuel Santos siendo ministro de Defensa, tras la apoteósica Operación Jaque le entregó a Uribe el rescate de Íngrid Betancourt y tres norteamericanos secuestrados, con lo cual se le abrieron las compuertas a convertirse en su sucesor.

Al mejor estilo Hercules Poirot, lo más llamativo es el instante en que Francisco prefiere mirar a la izquierda (como lo muestra este video) justo cuando el rabillo de su ojo le indica que se aproxima un letrero, y vuelve a saludar hacia el costado derecho en el momento milimétrico exacto en que lo ha sobrepasado. Ello indicaría que Francisco ya estaba advertido de no extender su mano hacia lugares con pancartas, pues podría estar avalando contenidos bizarros o ajenos a su prédica. “Esta es Colombia, Pacho”, debieron decirle al oído.

Sea como fuere, es más digno de condena que de bendición que alguien en su majestad de expresidente de la Nación se ubique como cualquier peatón sobre el andén al paso del papa con un perverso propósito político, y que para colmo (país enfermo) no haya recibido la debida sanción social ni la descalificación o censura ética que le corresponde practicar al periodismo ante tan evidente manejo político-tendencioso de la visita del Sumo Pontífice.

El senador Uribe y su tropilla de conmilitones son expertos en eso de andar robándose el show, así sea con babosadas. Y fue la aprobación tácita por parte de los medios a ese ‘pecado capital’ lo que hizo que, con motivo de la llegada del papa, los ojos de Colombia estuvieran puestos esa tarde en dos personas: Su Santidad Francisco y Álvaro Uribe.

A Dios Gracias el tiro le salió por la culata a la extrema derecha, pues lo que habían calculado como un poderoso fogonazo de ‘luz divina’ sobre la imagen de su Comandante en Jefe, en cosa de segundos se les convirtió en engorroso apagón.

DE REMATE: Tomado de la copla que a principios del siglo pasado le inventaron a la estatua de Bolívar en Bogotá, esta parodia del refranero popular:

y sin faltarle al respeto
resolvió voltearle el culo
al Uribe paraqueto”.

martes, 5 de septiembre de 2017

Columna con salpicón, a 50 manos




La página en blanco es un fantasma que recorre la inspiración de los escritores de novelas y paraliza su inspiración. A los columnistas también nos ocurre, pese a que la frenética realidad cambiante ofrece temas a granel. El intríngulis reside en que hay que tratar de decir algo original en cada columna, y la fidelidad a esta consigna puede tornarse fatigante.

Por eso, en días pasados tuve la feliz ocurrencia de contarles esto a mis amigos de Facebook: “Ando tan embolatado que no he tenido ni tiempo de pensar en tema para mi columna. ¿A alguno de ustedes se le ocurre algo?”.

El primero en meter la cucharada fue un tal Andrés Ferreira: “Ahí está pulpito, el partido de las Farc”. El tema no me interesó, pues para el miércoles ya se habrían escrito por lo menos diez columnas sobre eso. Pero más abajo Juan Camilo Escobar preguntó: “¿Por qué las Farc continúan con ese nombre para su partido? Se aferran a un terrible pasado.” Y ahí sí me pronuncié: que las Farc conserven su nombre es legítimo y respetable; el inconveniente es para sus víctimas, a las que esa sigla les seguirá taladrando en la cabeza cada vez que sea pronunciada. No es reconciliador, en suma. Parece más bien ligado a la vocación suicida de la izquierda. Como dato llamativo, Carolina Sanín anunció su voto por las Farc. Su motivo, obvio de toda obviedad: épater le bourgeois.

Hablando de suicidas, Mauricio Prieto terció: “¿Qué tal si escribe sobre el suicidio? Por lo de la pastilla. Una tía mía está interesada”. Se refería al artículo que habla de una asociación holandesa pro eutanasia que desarrolló un medicamento que hace que quien lo tome muera en el lapso de una hora, sin seguimiento médico ni psicológico. Adriana Salazar dijo que ya existe el cianuro, pero le aclaré: El cianuro es una opción dolorosa, torturadora, fulminante. En cambio esa pastilla te mata despacito, muy despacito. Interesante opción, por si las moscas. (Ver artículo).

Ante el desprestigio de los partidos un tema muy sonado fue la recolección de firmas para dar la apariencia de ser candidatos cívicos, y Luis Alfonso Gallo interrogó: “¿por qué el camaleónico Vargas Lleras se avergüenza de su partido? ¿Será porque muchos de sus miembros tienen cuentas pendientes con la justicia, o está buscando hacer como el hijo pródigo y volver donde su papá político, Álvaro Uribe?”. En lo primero tiene razón, en lo segundo no: si hay un partido desprestigiado es Cambio Radical, y eso lo obliga a despreciar a la criaturita que parió con tanto esfuerzo; pero no veo viable una alianza suya con Uribe, pues entre los dos existe una desconfianza imposible de subsanar, desde los días en que a Vargas trataron de matarlo con un carro bomba, cuando el director del DAS era el ‘buen muchacho’ Jorge Noguera. Para mayores informes, ver este artículo: Vargas Lleras y el "fuego amigo".

Sandra Sanjuanes dijo que “el silencio de los fusiles nos hizo escuchar el ruido de la corrupción. Nos tenían engañados con el cuentico de que el problema era la guerrilla”. Tiene razón, y es lo que en parte explica que un corrupto de la talla de Alejandro Ordóñez prefiera también lanzarse por firmas, ante el descrédito de su Partido Conservador, hoy dirigido por otro corrupto, el senador Hernán Andrade, de quien las grabaciones aportadas por la DEA dejarían ver que también pagó para que la Corte Suprema lo absolviera en un proceso relacionado con el desfalco a Cajanal. Pero asómbrense: pese a estos señalamientos… ¡la dirigencia conservadora le reiteró su apoyo!

En la misma línea, Luis Fernando García propone: “¿Qué tal si hablas de los argumentos en que se basó la Corte para no emitir orden de captura contra Musa Besaile, después de que confesó haber pagado la bobadita de 2.000 millones?” Ha lugar, como dicen los abogados, y agrego: el grado de culpa de Besaile reside en que si fuera inocente, no habría tenido que pagar para que no lo pusieran preso. Es más, un segundo grado de culpa se da en que abrió la boca para hablar de la supuesta 'extorsión' solo cuando se supo que él había pagado por su libertad. Para rematar, lo que dijo Semana al respecto: "De prosperar la teoría de que quienes han comprado a un juez lo han hecho bajo presión, todos los sobornadores de Colombia tendrían una coartada".

Oscar Alberto Montoya sugirió analizar el trino de Uribe donde pide a sus seguidores que lo perdonen por alguna acusación que al parecer viene en camino, y enseguida lo justifica con que entiendan que “el hombre quiere el país”. Bien llamativo, ciertamente, y es cuando Caro Martínez interpreta: “No lo puedo creer, ¡el supercaudillo está asustado!”. Así es, eso parece, pero lo llamativo es que su justificación se inscribe en el lema que practicaba el general Pinochet: “todo lo que sea por la patria, está permitido”. ¿Cómo los falsos positivos? Exacto, como eso. (Ver el trino de Uribe).

Apareció por último el tema Reficar, frente al cual Jorge Eliécer Buitrago afirmó que fue “el más grande robo en la historia de Colombia, hábilmente opacado por el Fiscal General con el show mediático de Odebrecht”. No creemos que un caso sea cortina de humo para opacar el otro, pero lo de Reficar sin duda constituye Guinness Record mundial de la corrupción cuando el Contralor Edgardo Maya anuncia que abrió un proceso de responsabilidad fiscal por 6.080 millones de dólares, o sea… ¡cerca de 17 billones de pesos! Comparado con lo de Odebrecht es, por supuesto, apenas un piropo.

Fueron exactamente 50 comentarios los que reportó mi post, a los que obviamente no pude dar acogida en el estrecho espacio de una columna. Pero me permitieron salir del estreñimiento creativo en que me hallaba, confeccionando un salpicón donde en cada párrafo se expusieron los temas que hoy más atraen la atención de la opinión pública nacional. Reconozco que fue más una labor de editar y pegar que de escribir, y espero les haya gustado el resultado.

Ah, y cuenten con que el día menos pensado repetiré tan productivo experimento.

DE REMATE: Cuando despertó del escándalo por los enredos del corrupto Luis Gustavo Moreno con los también corruptos magistrados que eligieron al Fiscal General de la Nación, el dinosaurio Néstor Humberto Martínez Neira seguía ahí. La corrupción permaneció impasible.