Por Jorge Gómez Pinilla / Especial
para El Espectador
En entrevista con El Espectador, el senador liberal
reconoce los méritos de Gustavo Petro, de quien dice, tiene el 'good will' del
rechazo. Afirma que el mejor candidato es Humberto de la Calle, un hombre
respetable y con experiencia que no ha cometido fechorías, y dice que lo que se
está disputando es quién será el oponente de Duque en segunda vuelta.
Está
circulando en redes sociales un video en el que usted habla en términos muy
elogiosos de Gustavo Petro. ¿Significa eso un acercamiento con él? (Ver video).
No, no me estoy acercando ni tengo interés en
hacerlo. Hablo bien de él porque conozco sus muchas cualidades. Vi la forma
como le pasaron la aplanadora cuando fue alcalde, para no dejarlo gobernar. Eso
me pareció un despropósito, pues la que perdió fue Bogotá. A los que se quejan
de Petro, yo les digo: “ustedes fueron los que lo crearon”. Además de sus
calificaciones personales, en lo político ahora tiene el good will del rechazo. Y aclaro: en esa misma entrevista y en otras
que he hecho, les he reconocido méritos a candidatos diferentes al mío.
¿O sea que los
ataques que recibió Petro mientras fue alcalde, por ejemplo del procurador
Alejandro Ordóñez, lo crecieron?
Claro, porque lo victimizaron. Pero tampoco se puede
olvidar que él les dio agua gratis a los pobres, el mínimo vital, que en Bogotá
no tenían cómo pagarla. Y les dio un subsidio para Transmilenio, e hizo obras
en los sectores populares y de clase media de Bogotá. Así que ahí tiene una
cauda importante. Petro es un hombre capaz, maneja la política con toda
competencia y se mantiene en los primeros escalafones. Pero yo sigo siendo
liberal y tengo un gran candidato, que es Humberto de la Calle.
Hablando de
videos, circula uno en el que Pacho Santos le dice a gente de su partido: “Les
quiero decir una cosa, si el doctor Petro va con televisión tres semanas en una
segunda vuelta solo, tiemblen; tiemblen”. ¿Usted qué opina de eso? (Ver video).
Es un procedimiento que se utiliza en política, el de
meter miedo. Aunque me parece fuera de contexto, porque el Centro Democrático
también tiene cauda y un buen candidato. Pero ahí el propósito es encolerizar a
unos y apasionar a otros, aplicando la formula del miedo para que les produzcan
más votos. Lo cual me parece una equivocación y una gran pendejada.
Hablando de meter
miedo, si la memoria no me falla, cuando usted buscó por primera vez la
presidencia enfrentado a Andés Pastrana, también trataron de asustar a la gente
con que si ganaba Serpa habría fuga de capitales y el dólar se iba a disparar,
algo así. ¿Me equivoco?
Eso fue cierto, pero es clavo pasado. Yo no vivo de
recuerdos ni almaceno amarguras.
Entonces
hablemos de clavos presentes. Uno mira las encuestas y De la Calle aparece
bastante rezagado, mientras que la bancada del Partido Liberal está a punto de
una desbandada, unos hacia Duque y otros hacia Vargas Lleras. Y La Silla Vacía dice
que el doctor de la Calle se convirtió en “un comodín” que utiliza César Gaviria para evitar ese desmadre general. ¿Usted
cómo la ve?
Es cierto que hubo amagos de desbandada, pero están controlados.
Por una circunstancia, y es que por fin los liberales se dieron cuenta de algo
que sabe el resto de los colombianos: nadie habla mal de Humberto de la Calle,
nadie dice que es un hampón, todo el mundo sabe que es inteligente. Es serio,
responsable, sin duda el mejor candidato. Entonces, yo pregunto: ¿si es el
mejor, por qué no votan por él? Mire, él solo ha sido protagonista de los dos
más importantes acontecimientos en el último siglo: la Constitución del 91 y la
paz con las Farc.
Si es tan buen
candidato, ¿por qué va tan mal en las encuestas?
Tal vez haya tenido mala suerte en la publicidad o en
los manejos que se han dado dentro de su partido, o quizá le habría ido mejor
si hubiese escogido el camino de las firmas. Pero es sobresaliente, bueno, serio,
y tiene la sabiduría del hombre con experiencia. Y es respetable… ¡y no ha
cometido fechorías!
Algún
columnista planteaba que con la centro-izquierda dividida en tres grandes
bloques (Petro, Fajardo, De la Calle) puede ocurrir que en la repartija de
votos entre esos tres pasen a segunda vuelta los dos candidatos de la derecha,
Duque y Vargas; y por tanto sugería en primera vuelta votar por el de la
centro-izquierda que tenga mayor posibilidad de ganar. ¿Usted qué opina?
Es interesante. Ahora hay distintas teorías, pero hay
que ir a primera vuelta con el candidato de uno. Nadie va a ganar en primera
vuelta, eso sí descártelo. La segunda vuelta será un sistema de alianzas, y así
fue concebido cuando en la Constituyente la aprobamos: para provocar que en un
país tan fragmentado y dividido fuera necesario hacer acuerdos politicos, para
que el ganador tenga un alto margen de gobernabilidad. Esa es la importancia de
la segunda vuelta.
Las encuestas
actuales muestran a Petro y Vargas Lleras en constante ascenso, y a Duque
estancado o descendiendo. ¿Usted ve posible una segunda vuelta Petro – Vargas?
Duque es muy fuerte. Yo no veo cómo pueda ocurrir que
no pase a la segunda vuelta. Lo que se está disputando es quién será el
oponente de Duque.
¿O sea que la
segunda vuelta sería Petro – Duque? Porque Petro también está muy fuerte…
Sí, está fuerte. Está sacando mucha gente a la calle
y planteando cosas diferentes. Pero en política nunca se sabe. El que gana en
primera vuelta, no quiere decir que va a ganar en la segunda. O al que lleva
buenas posibilidades faltando un mes para la elección, puede ser que los
guarismos se le volteen en las dos últimas semanas. Lo digo por experiencia…
Frente a la
disputa interna entre César Gaviria y Juan Fernando Cristo, que ha sido tan perjudicial
para el liberalismo, ¿cómo se ubica usted en su condición de exdirector del
partido?
Yo no quiero formar parte de esa disputa, hoy no
tengo ninguna responsabilidad en el partido. Todo el mundo sabe de mi afecto y
solidaridad con Juan Fernando Cristo, y todos saben que he cuestionado que el
doctor Gaviria desde que fue elegido director, se apoltronó. Pero lo importante
ahora es que todos los liberales nos unamos alrededor de Humberto de la Calle.
Usted que fue negociador
de diferentes gobiernos en múltiples procesos de paz, ¿cómo ve el embrollo que
se les armó ahora al gobierno y a la Farc con la captura de Jesús Santrich?
Ha sido muy perturbador el caso Santrich, y mi
reflexión es elemental: si él después de firmar el acuerdo estaba en malos
pasos, tiene que asumir las consecuencias. Una de ellas, que sea retirado del
proceso de paz, y la otra que lo investiguen y lo sancionen por las
infracciones que correspondan. Eso es muy grave, ahora tiene testigo de cargo
desde EE.UU., el señor Marín. Santrich resolverá sus cosas y eso no va a acabar
con el proceso de paz. Pero lo que sí puede afectar todo lo grande y bueno que
se ha hecho, es lo que se viene conociendo: que ya hay 50 excombatientes
asesinados, y entre seis y ocho desaparecidos. Y que hay sospechas graves,
gravísimas, en torno a la forma como se han manejado los dineros de la paz. Y
no se les ha cumplido cabalmente a los exguerrilleros con los compromisos.
Escuché que solamente un proyecto productivo se les ha aprobado a los excombatientes.
Eso me tiene alarmado, y yo quiero hacer un llamado al país, al gobierno y a
los amigos demócratas para que no descuidemos el posconflicto, para que
cumplamos a la paz y a la democracia.
Otto Moralez
Benítez habló de los enemigos agazapados de la paz, pero en la coyuntura actual
la paz está en peligro más por los enemigos a descampado que por los agazapados…
Tiene razón, estamos peor que cuando el doctor Otto.
El habló de enemigos agazapados, pero ahora han salido del closet unos enemigos
que no se le conocían antes, y eso es una idiotez muy grande.
¿Quiénes son
esos enemigos que salieron del closet? ¿Se refiere acaso a Germán Vargas…?
Me refiero a los que atacan a Juan Manuel Santos por algo
tan importante como haber alcanzado la paz. Es increíble… ¡no se lo reconocen!
¡No le reconocen a Humberto de la Calle todos los méritos que hizo para que se
firmara el acuerdo final con la guerrilla! Eso es supremamente delicado.
Hombre, ¿cómo puede ser posible que la gente quiera que sigamos en guerra?
¿Un país
enfermo…?
Bastante enfermo, sí señor. Y no del estómago ni del
corazón, sino de la cabeza.
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